Equivócate
Tanto en el ámbito profesional como personal, nuestras responsabilidades nos llevan a tomar decisiones, que se materializarán en acciones, conductas, comportamientos, etc…
Desafortunadamente, y por definición, nadie, absolutamente nadie, puede acertar siempre. Pese al modelo mental tradicionalmente aceptado de que equivocarse es un problema, podemos decir que lo será solo en función de la reacción y actitud ante el error.
Decíamos que las personas proactivas asumen que son responsables de sus propias decisiones y, no pierden el tiempo buscando culpables o justificaciones. Ese es sin duda el camino. Ante una decisión errónea una actitud proactiva trataría de:
- Identificar la raíz del error y asumir internamente su propia responsabilidad en la misma.
- Comunicar con humildad a los implicados el error cometido y sus impactos. Este gesto resta magnitud al error y alienta la participación.
- Si esos impactos han afectado a terceros, poner los medios necesarios para tratar de repararlos y, en cualquier caso, asumir la responsabilidad de sus consecuencias.
- Reflexionar y aprender del error cometido y, si es necesario, replantearse sus propios paradigmas e ideas que dieron lugar a la toma de decisión errónea.
Diríamos por tanto que, un error bien canalizado, es una fuente de crecimiento personal, al igual que un acierto puede ser una fuente de empobrecimiento si no se controla el ego y se muestra la humildad necesaria.