Los números

Hoy he conocido un nuevo caso de empresa que despide a tres destacados profesionales con la sola excusa de los malos resultados del conjunto de la organización. No importa que la facturación siga siendo extraordinaria aun en tiempos de crisis, ni que la actuación de dichos profesionales en nada pueda relacionarse con la cuota de mercado de la empresa. Se trata de una historia desgraciadamente común. Un directivo, al que sólo le preocupaban unos números que hablaban del pasado, quería maquillar sus resultados en el corto plazo sin entender de sus causas. Un caso más en el que decisiones inconscientes y equivocadas lesionan a personas. Hay que insistir sin descanso en la relación entre resultados y desempeño. Y lo que es más evidente, los resultados sólo pueden mejorarse si se premia y estimula el buen desempeño. Otra cosa es hacerse trampas. Como directivo tienes la responsabilidad de…: Orientar a tus colaboradores hacia el desarrollo de aquellas actuaciones que se demuestran eficaces para la consecución de los objetivos deseados. Reconocer públicamente e incentivar económicamente el desempeño eficaz y destacado. O de otro modo dejarán de hacer lo que corresponde y como no sabrás dónde corregir; actuarás a ciegas y penalizarás a quien no corresponde. Facilitar los procesos de cambio tolerando las deficiencias iniciales y premiando los avances, aunque menores, para acelerar así su aceptación. No mejorarás resultados con un comportamiento directivo egoísta y autoritario, obsesionado sólo con el seguimiento de unos números cuyas implicaciones desconoces. Se precisa de capacidad de observación, paciencia, constancia y generosidad para lograr las metas que te han marcado. Sin ellos, si los despides, nunca las lograrás. Y te convertirás en prescindible de aquí a poco....

Lo que cuenta

Lo que cuenta no es ni tu intención, ni lo que dices, ni lo que esperas o deseas; sino lo que haces. Evalúa tu...

Armonía

Muchas veces he mencionado cómo las situaciones de cambio generan miedo. Los directivos más pusilánimes prefieren asegurarse de tenerlo todo bajo control, de acuerdo con su propio programa y en consonancia con sus gustos y preferencias. Pero no suele ser lo mejor para la empresa en la medida en que ignora al mercado, los intereses de los clientes y las demandas de los propios profesionales. Reformular la estrategia empresarial aparentemente crea desorden. Lo que hasta ahora se hacía se pone en cuestión. Estimula la experimentación, la innovación, aunque ambas se acompañen de incertidumbre en sus resultados. Busca la participación de todos en vez de defender y preservar el criterio de unos pocos directivos. En contra de lo que algunos puedan pensar, la innovación estratégica no es una llamada al caos. La diversidad está en la naturaleza de los negocios. Los clientes son distintos y singulares y tratarlos de manera uniforme y genérica no conduce a nada bueno. Los profesionales de la empresa tienen intereses diversos y sus competencias son diferentes y acordes con sus habilidades. La estrategia da la batalla a la uniformidad, a individualismos y exclusivismos, a los conflictos y la división interna. La estrategia respeta la pluralidad de soluciones y puntos de vista, promueve el compromiso de todos y busca alcanzar la armonía. De ahí la comparación habitual del directivo de la empresa con un director de orquesta. Es capaz de compartir su pasión, promover la creatividad, permitir el desarrollo de sus profesionales, intelectualmente diversos, y liderar la consecución de un objetivo común. Disfruta del trabajo de dirigir una organización armónica con un desempeño excelente....

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