La imposición
Cada vez que utilizamos con nuestros colaboradores nuestra posición jerárquica para resolver un conflicto o imponer nuestro criterio, hemos de ser conscientes que esa acción tiene un coste, pese a la posible efectividad inmediata que podamos percibir. Utilizar el poder, por lo general, tiene un impacto limitado y múltiples consecuencias indirectas negativas. La principal de ellas es que desgasta las relaciones humanas.
Cualquier solución vía la adhesión, el convencimiento y/o la influencia frente a la imposición, es potencialmente mucho más poderosa a largo plazo. En primer lugar por la determinación e ilusión con la que los implicados encaran esa iniciativa. Pero sobretodo por la vinculación humana generada con los colaboradores.
¿Quiere decir eso que no se debe hacer uso del poder o posición jerárquica en ningún caso? No, en ocasiones puede ser inevitable, pero esas ocasiones deberían ser auténticas excepciones. Si finalmente no hay mas remedio, aqui tienes algunas claves:
- Asegúrate por anticipado de que has obtenido toda la información relevante, así como escuchado empáticamente a todos los implicados y entendido sus posiciones. En definitiva, que tu visión respecto a la situación es completa y sin fisuras.
- Igualmente, confirma que has hecho todo el esfuerzo posible en comunicar y hacer pedagogía sobre tu posición y los argumentos que la respaldan.
- En el momento de comunicar la decisión, céntrate en los hechos concretos y su justificación. En ningún caso descalifiques a las otras personas y sus posiciones.
- Reafirma la confianza que tienes en las personas implicadas, así como en su capacidad y autonomía, pese a esta decisión tomada por imposición. Evita por todos los medios que la relación entre en una espiral destructiva.
- Y en definitiva, piensa muy bien cuando debes utilizar el atajo de la imposición. Tómatelo como un comodín, que puedes utilizar muy puntualmente, y cuyo número de cartas es limitado.