Multiplicidad de opciones...

Quizás todavía andas sobrado de confianza, crees tener la respuesta acertada para toda pregunta, te muestras dogmático y piensas estar siempre en lo cierto. No es un defecto atribuible sólo a la edad, aunque es cierto que esa actitud es más frecuente en los jóvenes. Con la edad aprendes que tienes menos respuestas. La exposición a nuevas ideas junto con la madurez costosamente ganada a fuerza de los errores, te lleva a reconocer que, casi siempre y en todo, hay más de una respuesta correcta. Las certezas se vuelven escasas y aprendes a funcionar sin inquietarte por ello. Cuando antes luchabas por defender sin concesiones tu respuesta “verdadera”, ahora buscas tantas opciones como te sea posible encontrar. Cuanto mayor sea esa lista, más seguro te sentirás de encontrar maneras apropiadas de lograr lo que te propones. Como directivo te conviene adoptar la práctica de solicitar a tus colaboradores que, ante cualquier problema, te presenten al menos tres soluciones para abordarlo. Esto les ayudará a tener una mentalidad más abierta, a ser más creativos y capaces de considerar distintas ideas y opiniones. De este modo se volverán más flexibles y capaces de adaptarse a situaciones inciertas, ganando en eficacia y productividad. La creatividad se multiplica de forma extraordinaria cuando reconoces que son muchas las opciones posibles....

El papel de la atención...

La atención funciona como un músculo que, si no la practicas, se atrofia; y que, si se trabaja bien, crece y se desarrolla. La atención la puedes centrar en tres ámbitos: La interior, que te sintoniza con tus intuiciones, orientando tus valores y decisiones. La que se dirige a los demás, que facilita o suaviza las relaciones con ellos. La atención al exterior, que te permite navegar con fluidez por el ancho mundo. Quizás percibes tu entorno como abrumador y desmoralizante, cargado de tensiones, contratiempos y tentaciones. La atención, que en su origen terminológico significa alcanzar algo, te conecta con el mundo y conforma y define el modo en que lo experimentas. La atención que prestes a cada uno de aquellos ámbitos te ayudará a encontrar un equilibrio en el que ser productivo y feliz. La falta de atención, las distracciones que proporcionan hoy los medios digitales, te alejan de la interacción cara a cara con las personas, y te impiden apreciar la comunicación no verbal. Adicionalmente afectan a la capacidad para seguir una historia, desarrollar el aprendizaje y la creatividad, o ver cómo progresa una tarea hasta el final....

Pesimistas

No son necesariamente personas que te deseen algo malo. Incluso podrás encontrarlos entre tus familiares y amigos más cercanos, pero sus observaciones tenderán a frenarte, al menos temporalmente. Les escucharás decir: Se prudente…, ten cuidado…, paciencia…, ve despacio…, porqué te arriesgas…, no necesitas hacerlo…, ya estás bien como estás… Se preocupan por ti, pero siempre, por defecto, sus posiciones son negativas. Quieren protegerte y protegerse, evitar todo lo que represente riesgo, de ahí que no siempre puedas contar con su apoyo. Responden bien a su papel de protectores, no de emprendedores. Tratan de dar sentido a su habitual falta de actuación; protegerse de sus propias justificaciones respecto a la vida que llevan y las decisiones que tomaron. Si les escuchas, el resultado será siempre el mismo: desanimarte, generarte duda y confusión respecto a los retos que afrontas, complicando así aún más tus propias dificultades. Pero no tienen derecho a distraerte de tus metas y aspiraciones. La mejor manera de tratar a estos pesimistas es perseguir una y otra vez tus objetivos hasta lograrlos, hasta que no les quede otro remedio que creer en ti....

Conectando

Todas las personas, incluso las más equilibradas psicológicamente, pasan por momentos en los que se sienten aislados y anhelando conectar con otros individuos. Si te acercas a los demás con la intención sincera de comprenderles y conectar con ellos, te singularizarás respecto al resto del mundo, que no muestra interés o se siente muy ocupado en sus propios asuntos. Carecen de tiempo para perder en la atención a los problemas de los demás. Si te centras en los otros y les ayudas a salir de su aislamiento, si te vuelcas en conocerlos, se te abrirá un mundo de oportunidades. Practica de forma habitual. Busca a un par de personas que no conozcas. Con cada uno de ellos, entabla conversación, escucha con atención, y mira de conectar sinceramente. Trata asuntos más profundos que los de conversaciones habituales....

Cállate

Tus ideas y actitud positiva, tu pasión y entusiasmo, son buenas cualidades capaces de contagiar a quienes te rodean. Y en ocasiones tienen unos efectos secundarios negativos: hablas sin cesar y nunca escuchas por mucho tiempo; no les dejas expresarse, les interrumpes de continuo. Has de saber cuándo callarte y escuchar. Paradójicamente, es la mejor manera de llegar a influir en los demás: Al escucharles pasas a comprenderles y descubres sus ambiciones y necesidades. Les das la oportunidad de sentirse atendidos, y, por tanto, apreciados y respetados. Te da ocasión para pensar y reformular lo que tenías en la cabeza con la información que te dan. La satisfacción que proporcionas es un sentimiento positivo más contagioso que tu natural entusiasmo. Demuestra un interés sincero por lo que te cuentan y las respuestas a tus preguntas. Cuando te corresponda hablar, convencerles te resultará extremadamente sencillo....

Disputas inútiles

Es impresionante el tiempo que se pierde en el trabajo en las discusiones con colegas y colaboradores. Podrían denominarse conversaciones de frontón por ese ida y vuelta de argumentos que buscan vencer a toda costa. No se puede perder tanto tiempo y eficacia. Y te dejan en un estado mental y emocional penoso cuando no se resuelven. Para resolver ese mal hábito: Antes que nada, escucha. Aunque tengas la seguridad de estar en lo cierto y te apetezca discutir. Es iluso pensar que cuando escuchen tu lógica cambiarán de idea y se avendrán a tus razones. Si quieres persuadir a otros has de tener la disciplina de escuchar antes de manifestar tu posición. Sólo cuando se sientan escuchados podrán atender tus razones. Mientras tanto sólo pesarán en lo equivocado que estás. Escuchar no significa aceptación pero te ayudará a comprender sus puntos de vista y las posibilidades de colaborar, persuadir o corregir según la circunstancia. Discutir sólo crea resistencias mientras que escuchar te permite controlar la conversación. Renuncia a demostrar que tienes razón. Aunque así sea, no lo necesitas. Lo más probable es que esa discusión inútil no importe mucho. Concede o difiere pero avanza. Y si el asunto importa, busca comprender antes que vencer. Asume el control propio y de la situación, y verás como el comportamiento de la otra parte cambia al sentirse comprendida. Desiste de arreglar a los demás. Ese es el origen de la mayor parte de las discusiones, de las resistencias que encuentras. Pero ellos no te comprarán tus ideas. No puedes cambiar la forma de pensar de otras personas o sus opiniones, y sólo con suerte y paciencia, algunos comportamientos. Trata de que comprendan las consecuencias de ignorar tus observaciones. Puedes ayudarles, corregirles, pero no arreglarles. Para ganar tiempo...

Concreta

Que tu manera de comunicar ayude a que la gente te entienda y demuestre que sabes de lo que hablas. Proporciona sólo la información precisa para ilustrar lo que tratas de establecer, evitando despistarles. Concretar requiere un pequeño esfuerzo, algo más de lo habitual en las conversaciones ordinarias. Te obliga a prestar atención a lo que los otros dicen y tomar nota, aunque sea mental, de sus observaciones para poder responder de forma rigurosa....

Lo que escuchas

Cuando dices escuchar a otra persona, la mayor parte del tiempo tu atención está distraída en hacer juicios, valoraciones, pensando en cómo quedar bien o en tus propios asuntos. A menos que decidas adoptar de manera consciente una determinada manera de escuchar, estarás, por defecto, tratando de confirmar tus prejuicios sobre esa persona....

Hasta el final

Hay ocasiones en las que para defender tu punto de vista o posición lo mejor que puedes hacer es escuchar hasta el final a la otra persona. Resiste la urgencia natural de reaccionar y defenderte. Déjale hablar y cuando acabe demuestra que has comprendido sus observaciones. Y si no tiene ninguna otra, estarás en mejor posición para proseguir de la manera que te parezca más...

Coincide con ellos

Nadie discute consigo mismo. Cuando recoges la idea que otros han expresado y la repites puedes asegurar que estarán de acuerdo con ella. Hazlo y te ganarás su aprecio y disponibilidad. Esto funciona tanto si repites algo que acabas de escuchar como si es una interpretación de algo que te dijeron en una conversación anterior. Es sensato ajustarse a las expresiones, tono y volumen de voz de tu interlocutor. No sólo probarás que estás escuchando sino que facilitará la aceptación de tus ideas sin resistencia....

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