La adquisición de competencias, tanto institucionales como individuales, es de una alta prioridad estratégica. Sin embargo, las empresas no suelen tener claro cómo identificar las más idóneas ni la metodología para incorporarlas. Tampoco es sencillo medir en qué medida se van adquiriendo ni cómo asegurar su desarrollo continuado. La importancia es indiscutible por el impacto que tienen en la consecución de los resultados del negocio. En la actualidad destacan las que tienen que ver con el desarrollo del liderazgo (ver nota reciente) y la atención a los clientes, seguidas de las relacionadas con las funciones de producción y comercialización. La implantación de un proceso de adquisición de competencias debería contar con estas actividades: Diagnóstico. Se han de establecer procedimientos objetivos y sistemáticos para identificar las competencias necesarias, tanto institucionales como personales, y que mayor impacto tengan en el negocio. A partir de este diagnóstico se podrán establecer los programas más adecuados y determinar los objetivos a alcanzar. Alineación. Su eficacia depende de su coherencia con los objetivos estratégicos y de ahí nace su prioridad. La amplia implicación en su definición asegura el compromiso de participar en los programas de desarrollo. Diseño de los programas. Carecen de utilidad hoy los programas genéricos de formación ofertados a la empresas y tan abusados en los últimos tiempos. Se han de estructurar atendiendo a las características de las personas y las carencias detectadas. Metodología. La más recomendable debe tener un carácter variado, incluyendo tanto formación presencial como virtual, individual y de grupo, de conceptos y de experiencias prácticas. Además deberían aprovecharse las nuevas plataformas tecnológicas para hacer accesible la formación en cualquier momento y lugar. Evaluación. Para asegurar el impacto de los programas se habrán de establecer medidas e indicadores que determinen el progreso hacia la consecución de los objetivos y resultados esperados. Carecería de sentido que a estas...
Cifras y datos
Muchas empresas acumulan infinidad de cifras y datos relacionados con su negocio, que obtienen de manera específica y aislada para conocer aspectos concretos del mismo. Recogen datos sobre proveedores y clientes, desarrollo de sus operaciones, desempeño de sus empleados, situación del mercado y los competidores, etc. Sin embargo, son muchas menos las empresas capaces de utilizar dichos datos para elaborar una nueva oferta, personalizada y en respuesta a los intereses individuales de sus clientes. Quienes así lo hace han desarrollado una competencia distintiva. Lo importante de esas mediciones, que alimentan a indicadores agregados y de detalle, es que estén alineadas con los objetivos estratégicos. Y de entre ellos, de manera particular hay que destacar aquellos que sirven para conocer a los clientes y estrechar las relaciones con ellos, lo que ayudará a desarrollar su vinculación y serán anticipo de ventas futuras. Desarrollar estos indicadores requiere un alto grado de capacidad de innovación, de agilidad y disciplina por parte de la organización. A veces hay que superar los obstáculos que representan la inercia institucional y el carecer de la tecnología adecuada. Por tanto, tiene un interés primordial el disponer de un conjunto de cifras y datos integrados y alineados con la estrategia de la empresa. Serán indicadores de actividad y de resultados que señalarán el desempeño de las iniciativas estratégicas y su impacto en los resultados de la empresa. Es responsabilidad de la alta dirección el establecer las acciones necesarias para disponer de dicha información que contribuirá a hacer más innovadora y singular a la empresa en el mercado en el que...
Capacidad de reacción...
La mayoría de las empresas aún se rigen por unas reglas de juego del siglo pasado. La eficiencia y las economías de escala eran determinantes cuando había que entregar a mucha gente los mismos productos y servicios con la máxima rapidez. Pero seguir centradas en la eficiencia les hace mucho más difícil cambiar por su compromiso con procesos y procedimientos. En un contexto de cambio continuo de las expectativas de los clientes, la capacidad de reacción se ha convertido en la nueva regla que permite atender sus demandas. La agilidad que precisan las empresas reclama un cambio cultural caracterizado por: La transparencia. Frente al secretismo de la información restringida que caracterizaba las prácticas del pasado, las organizaciones hoy precisan de una información ampliamente compartida entre todos sus miembros para maximizar las oportunidades de creación de valor. La experimentación. Frente a la planificación a largo y para sacar partido a situaciones de incertidumbre, se necesita una cultura capaz de probar distintas hipótesis y adaptar los cambios a los resultados obtenidos. Distribuir el poder. Frente al dominio de los sistemas de control, las organizaciones hoy han de dar libertad a sus miembros para que asuman su responsabilidad y busquen maneras de innovar que aporten valor. Ante cualquier reto empresarial, las decisiones se deberían tomar considerando el modo de aplicar las tres características anteriores. Esto tiene también impacto en la estructura de la organización, que deberá experimentar con cambios e incorporarlos según su idoneidad. El mensaje a transmitir es que lo importante es el logro del objetivo y no el proceso por el que se llega a él. La eficiencia no es ya la base de la ventaja competitiva ni puede condicionar las decisiones. Lo determinante es conocer las necesidades del cliente y tener la capacidad de reacción que...
Liderazgo en la estrategia...
En diversas notas he puesto el énfasis en el carácter participativo del proceso de formulación de la estrategia, con implicación de todos los niveles de la organización. Hoy me interesa destacar el papel de los máximos responsables de la empresa para asegurar su implantación. La razón de hacerlo es el haber observado que, con frecuencia, se deja la ejecución de los planes a los responsables operativos, descuidando tareas de control y esperando al final del período para la evaluación de los resultados obtenidos. En tanto que las decisiones estratégicas determinarán el curso de la empresa es evidente que la responsabilidad última recae en la alta dirección. Estos directivos tienen por tanto la obligación de comprometerse de manera activa en el proceso estratégico y no meramente aprobar o no una propuesta escrita. Pero además, para asegurar su eficacia, deberán participar en un proceso periódico y disciplinado de revisión estratégica. No pueden separarse las iniciativas estratégicas del control operativo. Se ha de confirmar la validez de los planes establecidos y la relevancia de sus iniciativas con la situación y decisiones de cada momento. Esto es particularmente necesario porque los responsables operativos difícilmente pueden actuar como juez y parte de sus propias actuaciones en relación al plan estratégico. Esta revisión no ha de ser un proceso mecánico sino que requiere la implicación directa y una intensa concentración para llevarla a cabo con rigor. Se han de someter de nuevo a debate los problemas y oportunidades clave, de manera objetiva y sin que nadie se sienta amenazado por ello, para concluir con un conjunto de decisiones actualizadas y operativas. Para que los resultados de dicha revisión sean valiosos y significativos, esos altos directivos deben acudir a esas sesiones con un elevado nivel de preparación y conocimiento de los...
Evaluación de las capacidades...
El papel del las capacidades en la ejecución de la estrategia está bien reconocido. Sin embargo, la dificultad para evaluarlas de manera objetiva hace que pueda darse una disparidad entre las capacidades necesarias para llevar a acabo la estrategia y las disponibles. Es difícil determinar de manera objetiva las capacidades de las personas, de ahí que tanto empresas como individuos crean poseerlas de manera más firme y distintiva de lo que en realidad son. Es necesario contar con un punto de vista externo para obtener una valoración honesta de las mismas; alguien con un buen conocimiento de la empresa y las personas, probablemente proveedores y clientes, además de expertos del sector o antiguos colaboradores. Otra manera de investigarlas es repasar los factores que han contribuido a los éxitos y fracasos de los últimos años. La intención es descubrir las áreas con mayores deficiencias tanto en el ámbito personal como en la organización. Esta es una información definitiva para la formulación de las nuevas estrategias así como para establecer cuáles serán las capacidades necesarias en el futuro y cómo adquirirlas. Si nos centramos en la organización, para disponer de una determinada competencia (entendida como la integración de capacidades individuales), puede obtenerse por diversas vías: El desarrollo interno. Es la forma más habitual cuando se pretende que esa competencia sustente una ventaja estratégica a largo plazo. La adquisición en el mercado. Es una opción con sus pros y contras desde el punto de vista económico y de las incertidumbres acompañantes. La colaboración con terceros. Creo que debe considerarse como la vía idónea en los tiempos actuales por la volatilidad de los mercados y la agilidad que reclaman. Y otra decisión estratégica no siempre bien recordada en este ámbito es la de deshacerse de competencias obsoletas que...
Renovación estratégica...
Me parece necesario abordar en esta nota la situación actual de la estrategia empresarial por el escaso aprecio con que es recibida en muchas organizaciones. Es fácil reconocer una actitud condescendiente hacia ella fundamentalmente por dos razones: En primer lugar, por el seguimiento de concepciones anticuadas y el uso de herramientas obsoletas. Son aún pocos los que se interesan por cambiar de paradigmas y más los que prefieren la comodidad de mantenerse en los lugares comunes y evitar el riesgo de lo poco conocido. Se insiste en poner el énfasis en la ventaja competencia cuando los competidores no son ya el centro de la atención estratégica sino los clientes y el contexto estratégico en el que la empresa coincide con ellos. En segundo lugar, por lo que se reconoce como el sesgo de los directivos y su modo de tomar decisiones. Esto se manifiesta en decisiones erróneas y en la voluntad de mantenerse en firmes en ellas, dando origen a verdaderas patologías organizativas. La estrategia debería actuar como una disciplina motivadora y rigurosa capaz de curar esas patologías o insuficiencias de las organizaciones. Para ello, en vez de ocupar su tiempo en el reparto de recursos entre proyectos y directivos competidores entre sí, debería ocuparse más de los sistemas de navegación para lograr objetivos lejanos, de quiénes toman decisiones, de cómo lo hacen y la manera en que las implantan. La preocupación fundamental de la estrategia debería ser la generación de valor para poder distribuirlo entre diversos grupos partícipes, algunos de ellos con intereses contrapuestos. Y en esa misión, es menos importante el tratar de encontrar un paradigma aplicable o dar con la mejor analogía sobre empresas exitosas; su acomodo en contextos geográficos y sectores económicos diferentes es ampliamente discutible. El liderazgo en la...
Intermediarios
Para ellos también el mundo ha cambiado, y sin embargo observo que muchos no han reestablecido su posición en los mercados de manera acorde. Venimos de unas épocas en las que a veces mandaba el fabricante y otras, uno o varios distribuidores fuertes. Pero en la actualidad, cuando el poder lo tiene el cliente, fabricantes y canal sólo pelean entre sí. Ninguno parece comprender que ganará quien posea la confianza de los clientes, pues pocos se ocupan directamente de ellos. Adivina dónde hay una oportunidad de...
Toma decisiones
El verdadero resultado final de todo proceso de planificación estratégica no es propiamente el plan sino las decisiones que propone. El plan estratégico deberá contener los principales factores críticos a los que debe hacer frente la empresa, así como las acciones a desarrollar. Lo razonable sería que esos factores se concretaran en no más de cuatro o cinco líneas estratégicas de actuación y que sus iniciativas fueran el resultado de decisiones que impliquen cambios en la posición competitiva. Sin embargo, la mayoría de los planes estratégicos no se ajustan propiamente a estas características y las razones son varias: La dificultad. Toda innovación estratégica aborda los aspectos más complejos que debe resolver la empresa. Ser capaz de concretar los factores críticos y proponer las iniciativas estratégicas que las resuelvan es, en esencia, un proceso creativo que difícilmente puede sistematizarse. Los programas de actuación requieren aplicar inteligencia, conocimiento y perspicacia por parte de quienes los formulan. El riesgo. El que un plan estratégico incluya decisiones concretas implica que alguien asuma responsabilidades personales en asuntos importantes y controvertidos. El impacto potencial en la carrera de los directivos implicados puede ser enorme. Exige un coraje que no muchos están dispuestos asumir. El liderazgo. La mayoría de las decisiones estratégicas son controvertidas por naturaleza. Habitualmente han sido objeto de debate por los directivos durante algún tiempo y tienen repercusión en su carrera. Esto les lleva a ser poco objetivos y casi nunca dispuestos a la acción. Para ejecutar las decisiones se requiere la capacidad de liderazgo que ponga en marcha las iniciativas establecidas. El sistema. Con frecuencia los sistemas de incentivos para los directivos trabajan en contra de la toma de decisiones estratégicas. Sus promociones raramente tienen que ver con los efectos de sus planes a medio largo plazo. Y su...
Tu estratega
Hablemos en serio. Necesitas un profesional de la estrategia que te ayude a hacer frente a las incertidumbres actuales que afectan a tu empresa. No hablo de un responsable de la planificación estratégica en el sentido tradicional: el que coordinaba el proceso de planificación, rellenaba plantillas y cumplía con las fechas de entrega establecidas. Son ya muchas las opiniones que coinciden en la escasa utilidad e ineficiencia de ese tipo de planificación estratégica y del que he hablado en otras ocasiones (Ver Presupuestos obsoletos y Planificación Continua) La agilidad organizativa que demandan los tiempos actuales exige una manera diferente de pensar sobre la estrategia: Reasignación de recursos, desarrollo de distintas capacidades estratégicas en diversos lugares de la organización, identificar oportunidades de negocio, o generar conocimiento e innovación. Y su formulación se ha de llevar a cabo mediante un diálogo estratégico que necesita de la participación de grupos de dentro y fuera de la empresa y con un dinamismo propio del entorno en el que se mueve. Incluso el propio proceso estratégico adquiere unas características diferentes de las tradicionales, con actualizaciones periódicas del presupuesto y revisión de temas específicos en reuniones a lo largo del año. Has de innovar en el proceso de formulación, desarrollo y ejecución de la estrategia. El responsable de la misma ha de ser un profesional acreditado cuyo papel vaya más allá del de un mero facilitador y cuyo perfil esté determinado por las necesidades de la empresa y las características del equipo directivo. En ocasiones el estratega será más un visionario, capaz de identificar tendencias en el entorno y descubrir oportunidades de creación de valor y alertar y prevenir de potenciales riesgos. Otras veces será más un impulsor que haga las preguntas adecuadas, que discuta las tradiciones más establecidas, que...
No compitas, vence
Quienes se afanan en competir con otros limitan su propia capacidad para pensar de manera creativa porque se ocupan continuamente de observar lo que los demás hacen. Nunca te pongas como objetivo competir. En vez de ello, haz todo lo posible por dominar en tu sector para evitar perder el tiempo yendo detrás de otros. No dejes que ellos marquen el ritmo, sino asume tú esa responsabilidad. Toma la delantera y que sean otros los que te persigan, no al revés. Esto no significa que no puedas aprender de ellos o que ignores las mejores prácticas en tu sector, pero tú ocúpate de llevarlas a un nivel distinto y superior. Asume el mando. Y el mejor modo de lograrlo es comprometerse con lo que otros rehusan hacer, ya sea porque no saben, no quieren o no pueden. De este modo abrirás tu propio espacio y desarrollarás en él una ventaja insuperable. Si ellos recortan, tu amplía; si limitan su acción comercial, tú visita más clientes; si hacen promociones, tú innova. No te muevas por las normas establecidas por otros y adopta la actitud de presentarse como la opción más singular y única a considerar. Quizás dudas de poder adoptar esa posición por disponer de menos recursos. Pero eso no es hoy una desventaja. El uso de las redes sociales, de los contactos personales, de los correos electrónicos, vídeos…, pueden darte una presencia que no se compra con dinero. Pon un esfuerzo y creatividad extraordinarios para llegar al mayor número posible de clientes. Deja claro que en esa persistencia incansable tampoco podrán batirte. Cuando te digan que no sirve o que lo dejes, multiplica tu actividad, aunque les parezca irracional y no lo entiendan. No tardarás en ver los resultados y te reconocerán y felicitarán...