Todo directivo tiene que encontrar el equilibrio entre gestionar en exceso o no gestionar apenas. Quienes son excesivamente asertivos pueden dañar sus relaciones con superiores, colegas y colaboradores. Pero quienes no lo son lo suficiente, no empujarán lo necesario a los miembros de su equipo para lograr los objetivos más exigentes. Los que adoptan una actitud intermedia demuestran ser más eficaces y con mejores perspectivas de éxito futuro. Un directivo eficaz sabe que muchas veces es mejor dejar a la gente a su aire, que estar muy encima de ellos o no influye en su desempeño, o lo destruye por completo. Mientras que los directivos extremadamente controladores piensan que sus indicaciones e implacable seguimiento aseguran los resultados. Esos directivos pesados también deterioran el desempeño con sus incesantes e inútiles preguntas que no hacen más que interrumpir el trabajo de la gente. Los colaboradores que se sienten continuamente observados son menos creativos y evitan meter la pata delante de sus jefes, moviéndose sólo dentro de líneas establecidas y seguras. En ciertas ocasiones, la mejor dirección es la que no se ejerce, o la menos intervencionista. Eso no significa que un buen directivo sea el que ignora por completo a sus colaboradores o quien les agobia con su susceptibilidad. Hay veces en que es preciso formar a las personas, mostrar disciplina, comunicar la dirección a seguir, e intervenir de mil maneras. Tu trabajo directivo consiste, la mayor parte del tiempo en no hacer daño, pendiente sólo de intervenir cuando algo se desvíe para corregirlo. Los buenos directivos ocupan su jornada buscando ese punto de equilibrio entre el interferir poco o en exceso, supervisando pero sin agobiar, incordiando cuando sea necesario para sacar lo mejor de su gente pero ganando su respeto y no su desprecio....
Ser transparente
No has nacido conociendo lo que es verdadero. Lo has descubierto por ti mismo o lo has aprendido de otros en los que confías. Ese aprendizaje es el resultado de un circulo virtuoso que empieza por la toma de decisiones, continúa con la observación de los resultados y acaba en una mejor comprensión de la realidad, de lo que es cierto y lo que es falso. Mostrarse transparente y actuar con amplitud de miras hace más eficiente ese proceso porque clarifica lo que haces y porqué lo haces, tanto para ti como para los que te rodean, lo que evita malos entendidos. Esa actitud llevará a que otros se muestren dispuestos a manifestarte sus opiniones. Ciertamente te expones más y puedes ser vulnerable a las críticas, pero a cambio podrás aprender mucho más de todos ellos. Debes estar dispuesto a hacer las cosas de ese modo propio y singular que consideras es el correcto, y reflexionar después abiertamente sobre los resultados obtenidos. Actuar con transparencia en un mundo más preocupado por las apariencias y el fingimiento, resulta al principio embarazoso, pero cuanto más se practica más natural se siente. Se trata de un verdadero hábito que se ha de desarrollar y que lleva tiempo. Cultivarlo en las organizaciones es un trabajo exigente y costoso, es polémico y reclama constancia, no es sencillo de crear y un desafío mantenerlo. Pero notarás sus efectos beneficiosos en la manera en que tomas decisiones y en las relaciones que estableces....
Importa mucho
Importa mucho el ser un buen o mal directivo. Cómo sea el directivo importa a cuantos dependen de él, a todos los que ha de guiar y evaluar, a quienes han de lidiar cada día con sus virtudes, fobias y rarezas. Son la causa de la mayor parte del estrés laboral de sus colaboradores y su manera de influir en ellos marca la diferencia en el desempeño de los equipos y las organizaciones. Los equipos con buen liderazgo (intelectualmente estimulante, carismático, que fija unas expectativas claras) trabajan mejor, producen de manera más rápida, son más eficiente, diseñan mejores ofertas y las colocan más rápidamente en el mercado. Esos directivos tienen un impacto mucho más positivo en el desempeño y el compromiso de sus colaboradores. Y los altos directivos son aún más determinantes, pues han de establecer el tono con el que el resto han de comportarse, lo que reverbera en toda la organización, conformando su cultura y el grado de desempeño. Los directivos conforman el modo en que sus colaboradores emplean su tiempo, si lo disfrutan o se desesperan, si se mantienen saludables o enferman, si sus resultados son buenos o deficientes. Lamentablemente, abundan los directivos mediocres e incluso pésimos. Asumamos que no tienen la culpa, que no son conscientes de su impacto ni nadie les enseñó cómo debían comportarse. Habrá que empezar a formarlos…...
Subidón
Esforzarte para alcanzar grandes ideales te pone en la posición de fracasar, con la necesidad de aprender y descubrir nuevas soluciones para poder avanzar. Descubrirás que es muy estimulante estar dentro de ese ciclo de rápido aprendizaje, aunque en ocasiones te lleve a estrellarte. No es que no debas asustarte por esas caídas, que siempre serán dolorosas. Pero podrás ponerlas en perspectiva, sabiendo que las superarás y que, reflexionado sobre ellas, te proporcionarán la mayor parte de tu aprendizaje. Al superarlas, disfrutarás de la misma emoción que los corredores de maratón cuando traspasan la barrera de ese muro, físico y mental, en torno al km 35. Con la práctica, adquirirás nuevos hábitos y disfrutarás del subidón de aprender de los errores. Si eres capaz de reconciliar esas emociones con la lógica y alinearlas, podrás tomar mejores decisiones....
Cae bien
El secreto para caer bien a los demás es que aprendas a callar y escuchar. Ellos están más interesados en sus cosas y en su familia como para preocuparse por ti, que les resultas desconocido. No te has de extrañar. Cuanto antes aceptes esta realidad antes podrás establecer relaciones con esas personas y adquirir la capacidad de influirlas. Si te centras en escucharles, de verdad y con atención, pasarán a reconocerte y apreciarte, aunque no digas mucho y sólo asientas. Resiste la tentación de ponerte a hablar de ti mismo. Incluso cuando te hagan preguntas, mira de responderlas con rapidez y da de nuevo la oportunidad a tu interlocutor para vuelva a hablar. Como esta actitud puede ir en contra de tu inclinación natural, deberás practicar de continuo, y cada vez te resultará más sencillo. ¿Qué me cuentas…?...
Consejo asesor
No importa quién seas o lo que hagas para ganarte la vida, contar con un Consejo Asesor te ayudará a identificar los pasos que debes dar para crecer personal y profesionalmente. Te plantearán retos, te orientarán y te enseñarán como avanzar en tu negocio. Puedes establecer distintas maneras de compensarles por su trabajo, pero su mayor satisfacción vendrá de ser testigos de tu éxito. Para que este Consejo funcione correctamente, deberás elegir con cuidado a quienes invitas a formar parte de él y habrás de asegurar que sus reuniones están bien organizadas. No se trata de una reunión espontánea de unos amigos en un bar. Han de tener lugar entre tres y seis veces al año, en un lugar tranquilo, y contar con una agenda que se sigue a rajatabla. Tener un Consejo Asesor tiene además un efecto multiplicador. Esa reunión de personas inteligentes, tratando de ayudar todas a la vez, proporciona unos resultados extraordinarios. Te ofrecerán ideas y contactos que probablemente no hubieras considerado....
Abriendo puertas
Te habrás encontrado en ocasiones con la necesidad de presentarte para darte a conocer en circunstancias poco favorables: Nadie te espera, careces de referencias, te urge desarrollar tu negocio… Establecer esos contactos personales te obliga a un esfuerzo considerable. Requiere coraje, pero al mismo tiempo te ayuda a desarrollar unas capacidades que no podrías perfeccionar si no las practicas una y otra vez. Hacer esas visitas a puerta fría te ayuda a superar miedos e inseguridades en relación con tu potencial. Si desarrollas este hábito, apreciarás su enorme influencia en los resultados de tus iniciativas. Además de ayudarte a extender tu base de clientes, podrás desarrollar con muchos de ellos un grado de confianza que de otro modo no alcanzarías. Si te conformas con esperar a que te sucedan cosas, se te agotará la paciencia y quedarás decepcionado. Comprométete a hacer una visita personal cada día durante un mes. Carece de inconvenientes, nadie te ridiculizará y te asombrarás de su eficacia. Asume esos pequeños riesgos personales y ábrete sin miedo a los demás....
De ti depende
No eres un producto acabado. No importa los años que hayas cumplido. Eres siempre un producto por hacer, por mejorar. No debes, por tanto, lamentarte ni echarles la culpa a otros. Con la edad perderás energía y agilidad, y para compensar, tendrás que trabajar más. Sólo has de asumir el control y la responsabilidad de tu mejora. Has de tener un plan que te guíe: saber dónde estás, lo que quieres conseguir y cómo alcanzarlo....
¿De qué lado estás?...
Quizás eres de los que defienden que las capacidades de las personas vienen como labradas en piedra. O bien eres de los inteligentes, de los que tienen éxitos y sortean los fracasos, o no lo eres, y te caracterizarás por los repetidos fracasos que te acompañan. El esfuerzo y la perseverancia no juegan papel alguno en esta clasificación. O tal vez seas de los que piensan que la inteligencia y la personalidad pueden desarrollarse y no son algo fijado y preestablecido. De los que creen que la formación y la práctica pueden contribuir a hacer crecer tu atención, tu memoria, tus conocimientos, y, por tanto, volverte más inteligente. Tu desarrollo sería el resultado del efecto de tus genes pero también del entorno, pues aquellos necesitan información de éste para funcionar de manera apropiada. Se puede partir de distintos temperamentos y aptitudes, pero la experiencia, la formación, y el esfuerzo personal juegan un papel determinante en los resultados que se alcanzan. Tu actitud en este asunto tendrá un efecto decisivo. Puede determinar el que alcances a ser la persona que deseas, que logres aquellas cosas que más valoras. Creer que tus capacidades vienen prefijadas te obliga a ponerte a prueba continuamente, a dejar clara tu inteligencia, tu personalidad y tu carácter. Pero si, por el contrario, defiendes que puedes cultivar y hacer crecer tus cualidades personales, el esfuerzo y la experiencia jugarán un papel determinante en los intereses, talentos y aptitudes que puedas alcanzar, y nadie podrá predecir tu verdadero potencial. En este último caso, carece de sentido: Tratar de demostrar lo inteligente que se es cuando lo importante es siempre mejorar. Ocultar las propias deficiencias en vez de mirar de superarlas. Buscar el reconocimiento de terceros para sostener la autoestima en vez de rodearte...
Gente excepcional
Sois gente excepcional quienes deseáis conocer el estado de vuestras competencias actuales, aunque no os parezcan muy destacadas, pues estáis convencidos de que podéis mejorarlas; porque queréis aprender; porque sois capaces de transformar los contratiempos de hoy en los éxitos del mañana; porque amáis los retos, creéis en el esfuerzo y resistís a las contrariedades; porque vuestro fracaso consiste en no crecer, no alcanzar las cosas que más valoráis, no avanzar en vuestro potencial de desarrollo; porque ponéis el esfuerzo preciso para aumentar vuestro talento y llegar más lejos. Si no crees encontrarte en ese grupo de gente excepcional, sólo tienes que cambiar de manera de pensar para unirte a ellos. Está en tu mano....