Obedecer o resistirse...

En sí mismo, obedecer no es bueno ni malo. Su valor depende del contexto en el que se desarrolla, lo que le da su sentido positivo o negativo. Obedecer puede ser un acto malvado si quien recibe la orden la ejecuta aun a sabiendas de las consecuencias adversas que derivarán en el deterioro manifiesto de la autoridad que emitió dicha orden. Por eso los directivos deben evitar crear un ambiente de inquebrantable obediencia. Lo mismo puede decirse de la desobediencia, que no es, por sí misma, ni buena ni mala. Aunque con frecuencia nos rebelemos contra la autoridad, se ha de reconocer que tiene muchas ventajas un sistema en el que está claro quien tiene la autoridad para establecer las reglas y dar órdenes; se evitan así los conflictos inacabables entre ideas contrapuestas. Es siempre saludable dialogar para disponer de la máxima información y tomar la mejor decisión posible. Pero una vez escuchadas todas las voces y tomada la decisión por la autoridad correspondiente, si no se violan principios fundamentales, lo correcto es actuar dando soporte a la decisión. En todo grupo operan unas reglas que facilitan a sus miembros tomar las decisiones. Son como dos algoritmos. El primero es el de la obediencia, el dominante, el que se utiliza las más de las veces y que evita verse atrapado en conflictos interminables: Recibo la orden de una fuente legítima y no es resultado del alzar. Comprendo la orden o la norma, su objetivo y lo que se espera de mi para alcanzar ese objetivo. La orden persigue un bien o al menos es neutra respecto al impacto que tendrá. Como no se producirá un perjuicio serio de la ejecución de la orden ni se violará un principio fundamental, obedeceré la orden. De manera...

Tiempo para deliberar...

Son incontables las situaciones con alta carga emocional por las que atraviesas cada día, y no eres consciente de todas de ellas. Sin embargo, en esa montaña rusa puedes verte obligado a tomar decisiones para las que el momento puede ser inapropiado. Si repasas tus decisiones más recientes quizás descubras que aquellas en las que te apresuraste no resultaron tan eficaces como las tomadas con más planificación y en momentos de más claridad. La única manera de asegurarse de que cuentas con el tiempo necesario para tomar decisiones acertadas es programar períodos concretos para la toma de decisiones. No debe ser complicado. Se trata de reservar unos 20 minutos para escaparse del teléfono y del ordenador y dedicarse sólo a pensar. Actuar así te dará ciertas garantías de que tus sentimiento y emociones no confunden tus decisiones....

Test para desobedecer...

Disfrutar de las ventajas de vivir en sociedad exige obedecer las normas, a veces de manera voluntaria y a veces involuntaria. Pero para que sea apropiado obedecer se deben cumplir tres condiciones: Formar parte de un sistema razonablemente justo y que funcione. Que la autoridad que establece la norma o da las órdenes sea legítima y razonablemente competente. Que el orden que se persigue sea razonablemente constructivo. El término “razonable” forma parte de las tres condiciones porque somos imperfectos, como también lo son los sistemas en los que nos movemos. Este es el mejor test que puedes aplicar para saber si debes desobedecer de manera inteligente: dada la información de que dispones y en el contexto en el que se te ha dado la orden, si obedecer causa más daño que beneficio, lo apropiado es desobedecer, al menos hasta que la situación o la orden recibida se clarifiquen. Sin embargo, seguir dichas reglas no resulta sencillo en muchas ocasiones porque estamos programados para obedecer. Es el resultado de una adaptación evolutiva que ha permitido alcanzar la compleja organización social que disfrutamos. Primero obedecías porque te dijeron que la autoridad siempre acierta. Después porque observaste las ventajas de obedecer y los castigos asociados al no hacerlo. Más tarde obedeciste por comprender la conveniencia y la tranquilidad que acompañan al cumplimiento de las normas y leyes. Finalmente, si no tienes limitado tu desarrollo moral, obedeces porque eres consciente del valor intrínseco de cada norma en el contexto en el que se aplica. Puedes preguntarte ahora si existen algunos valores superiores que sirvan de guía común para todos en la toma de decisiones. Y la respuesta no parece sencilla si se observa el cambio de valores a lo largo de la historia, dependiendo de las culturas, e...

Responsables

Ser una persona responsable es una cualidad de lo más importante en el ámbito familiar, profesional y social. Es tan crítica como difícil de desarrollar pues afecta múltiples dimensiones de la persona. Incluye tanto la capacidad de confiar en uno mismo, de tener iniciativa y una gran motivación, de ser organizado y gestionar la propia agenda, controlar el estrés, o llevar una vida equilibrada y saludable. Carecer de algunas de estas capacidades no debe significar más que el reconocimiento de que se ha de trabajar por adquirirlas, ya que en determinadas personas no surgen de manera natural. Para desarrollar esas competencias es de gran ayuda disponer de alguien que sea un ejemplo a imitar y del que poder aprender. Busca a alguien que consideres como una persona sólidamente responsable, invítale a comer o a un café, y explícale las razones por las que deseas mejorar en determinadas competencias. Si consigues contar con su colaboración, descríbele los objetivos concretos que te propones alcanzar, pregúntale sobre el modo en que se conduce para actuar de forma responsable y la manera en que podría ser de utilidad para progresar también tu. Asegúrate de mencionar las situaciones o dificultades que más problemas te ocasionan. Podrá enseñarte iniciativas singulares y eficaces para desarrollar esa capacidad para comportarte de forma responsable y que de otro modo no hubieras descubierto. No olvides anotarlas y empezar a practicarlas de inmediato, y asegúrate de cerrar la siguiente cita para evaluar tu progresión....

Desobedeciendo

Todo desafío de la autoridad establecida mueve a actuar corrigiendo o penalizando dicha desobediencia. Pero, aunque en ocasiones la rebeldía resulte molesta, no siempre debe considerarse como peligrosa; incluso puede demostrarse eficaz y beneficiosa. El peligro nace de lo bien que te han enseñado a obedecer, lo que te lleva a no plantearte desobedecer cuando ya eres adulto pese a que la situación lo reclame. Vemos los efectos en tantos trabajadores de empresas y organismos oficiales, que se rinden a las presiones para actuar de forma que se escondan los problemas y se creen riesgos innecesarios. Por no mencionar los graves crímenes cometidos bajo la excusa de la “obediencia debida”. Es necesario desobedecer más y saber cómo hacerlo. Sobre este tema ya hace años que escribí (Desobedece con inteligencia, Saltarse las reglas, Desobedece), pero me da que cada día se hace más necesario recordarlo. Todo directivo o persona con autoridad, en cualquier entorno, debe reconocer el valor de la desobediencia inteligente y fomentarla. Se trata de una competencia que hay que desarrollar para saber cómo actuar correctamente en medio de las presiones que te empujan a hacer lo que está mal. Hay que prepararse específicamente para saber cuándo desobedecer dado que: La ocasión se te puede presentar de forma repentina y exigirte un gran aplomo para responder de forma adecuada en situaciones urgentes. Al decidir sobre la acción más adecuada a seguir, tendrás que dar la misma validez a tus propia formación, percepciones y valores, que a las de la autoridad de la que dependes. Deberás reconocer que hay opciones distintas a las de obedecer o desobedecer y que conducen a mejores resultados. Si te detienes a pensar, muy posiblemente encontrarás opciones creativas que satisfagan a la autoridad y que respondan mejor a las...

Seguidores

El término “seguidor” tiene connotaciones incómodas para algunos. Lo asocian a docilidad, conformidad, debilidad o incapacidad para destacar. Pero nada de esto es cierto. Se necesita contar con unos grandes seguidores para llegar a ser un buen directivo. Es preciso reconocer la responsabilidad que cada uno tiene respecto a la institución y las personas a las que se sirve. Para eso se necesita: Comprender qué es el poder y cómo usarlo. Como seguidor tienes más poder del que imaginas. Debes comprender la naturaleza de ese poder, a quién sirves, y las herramientas con las que cuentas para sacar adelante la misión del grupo. Apreciar el valor de quien te dirige y felicitarle por su contribución a que tu puedas lograr lo que deseas. Y conocer las cosas que limitan su creatividad, su buen humor o su capacidad para decidir; de ese modo podrás intervenir para minimizarlas. Destacarán así sus capacidades y servirá mejor al bien de todos. Reconocer los inconvenientes del poder, su capacidad para seducir y corromper, y saber cómo contrarrestarlos. La imagen de unos directivos dominantes y unos seguidores obedientes es algo del pasado. En la era de la información las cosas son distintas. El paternalismo ha desaparecido y no son los directivos ni la organización los que deben ocuparse de todo. Cada uno debe asumir su propia responsabilidad para cuidarse de sí mismo y de los que le rodean. Los seguidores son ahora colaboradores que han de ejercitar el coraje para tener razón, para equivocarse y para ser singulares. Cada uno tiene su propia visión e interpretación del mundo, y ha de saber defenderla a la vez que aprender del valor de la opinión de los otros. Pensar que la interpretación del directivo debe ser la dominante es un peligro para...

Consulta la almohada

Hay situaciones que se acompañan de tanta inquietud e insatisfacción, tan cargadas de ansiedad, que te empujan a actuar de inmediato, aunque sólo sea para aliviar esa agitación interior. Pero el tiempo y la paciencia son dos poderosos aliados para corregir esas situaciones, calmar ese dolor y proporcionar claridad. Date un tiempo extra, días, semanas o incluso un mes, para reconsiderar esas circunstancias antes de actuar. Mientras esperas pueden surgir nuevos aspectos que hagan mucho más fácil y clara la decisión a tomar. El tiempo contribuye al desarrollo de tu capacidad de auto control al proporcionarte nuevas perspectivas que ordenen los miles de ideas y pensamientos que llenan tu cabeza cuando te enfrentas a decisiones importantes. También te ayuda a sujetar las emociones que podrían conducirte por el camino equivocado si las dejas campar a sus anchas. No es complicado. Fuérzate a esperar a que se tranquilicen las cosas antes de actuar....

Razones y emociones

De manera inconsciente permites, en muchas ocasiones, que tus emociones te empujen en una dirección contraria a la que te señala la razón. Cuando te encuentres en medio de esta batalla puedes seguir el consejo de elaborar una lista en la que separes los argumentos de una y otra parte. Esa lista te permite aclarar la mente y apoyarte en tu propio saber para considerar la importancia de tus emociones sin dejarles que asuman el control. Elaborar esa lista es sencillo. Se trata de escribir en dos columnas separadas por una línea central, lo que te sugieren las emociones, a la izquierda, y lo que te dice la razón, a la derecha. Y preguntarte después: ¿En qué modo tus emociones te nublan el juicio? ¿Cómo ignora la razón las pistas importantes que le aportan las emociones? Estas últimas te generarán problemas si dejas que te empujen sin razón, pero lo mismo te sucederá si tratas de funcionar como un robot sin emociones. Concretar emociones y razones te obligará a reconocerlas, en vez de dejarlas que operen de forma inadvertida. Con esa lista delante podrás asumir mayor protagonismo a la hora de tomar una decisión en circunstancias difíciles....

Bloqueados

Es la situación en la que caen quienes piensan que el éxito llega como consecuencia de poseer un talento natural. No es que sean unos vagos e incompetentes; es que se sienten paralizados ante la perspectiva de presentar algo que no se valore como muy bueno. A diferencia de aquellos a quienes les gustan los retos, estos miran de evitarlos por miedo a fracasar. Pero la alternativa para escapar del fracaso no es la comodidad sino la nada. Si no fracasas no aprendes y no haces nada. No conviene que te pase a ti. El miedo a que descubran tu posible incompetencia y te vean como “realmente” crees que eres tiene un nombre: el “síndrome del impostor”. Es llamativo el número de personas destacadas que piensan que no se merecen la posición que han alcanzado y que piensan que corren el riesgo de que descubran en cualquier momento su fraude. (Claro que también hay quienes niegan la evidencia y se aferran a sus puestos cuando les han descubierto…) Para librarse de la incomodidad que aquellos experimentan, se embarcan en tareas sencillas, donde puedan salir airosos fácilmente y evitan asumir problemas complejos. Y cuando se ven forzados a afrontar un reto que les supera, se autoexcluyen deliberadamente haciendo cosas que reducen su desempeño, y tener así la excusa que justifique el no hacer algo bien. Un trabajo sólo sale adelante cuando el miedo de no hacerlo supera al miedo de hacerlo mal. Y para muchos, esa situación nunca se alcanza pues lo que más temen es reconocer que no tienen la capacidad necesaria....

Capacidad emocional

Esta es una competencia que te permite manejar la adversidad, el fracaso, las críticas o las presiones, de manera positiva. Son muchos los que se muestran incapaces de hacer frente al estrés o escapar a presiones emocionales, y se rompen o se rinden. Mientras que otros, con más capacidad emocional, gestionan mejor sus emociones y dificultades, avanzando en la realización de su potencial. La característica principal de aquellos emocionalmente fuertes es que afrontan las emociones de manera activa. Nunca se sienten víctimas de sus propios sentimientos. Las mociones son precursoras de las emociones, lo que quiere decir que puedes hacer cosas que influyan en el modo en que te sientes. Quizás no puedas controlar completamente tus emociones, pero sí cambiarlas a través de tus actos: Si te sientes inseguro, alza tu voz; si deprimido, canta; si estás triste, ríe; si te consideras insignificante, actualiza tus objetivos; si te ves incompetente, recuerda tus éxitos. En muchas ocasiones querrás gritar lo injusto que es este mundo. Pero la negación, maldiciones, berrinches, quejas, culpabilizar a otros, o hacerse ilusiones, no te sacarán del barranco. Cuanto antes te liberes del shock de la emoción, lo proceses y te pongas en marcha, más rápida será tu recuperación y mayor será tu fortaleza emocional. Tu eliges: O trabajas por dominar tus emociones o ellas te controlarán a ti continuamente....

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