Obedecer o resistirse

En sí mismo, obedecer no es bueno ni malo. Su valor depende del contexto en el que se desarrolla, lo que le da su sentido positivo o negativo. Obedecer puede ser un acto malvado si quien recibe la orden la ejecuta aun a sabiendas de las consecuencias adversas que derivarán en el deterioro manifiesto de la autoridad que emitió dicha orden. Por eso los directivos deben evitar crear un ambiente de inquebrantable obediencia.

Lo mismo puede decirse de la desobediencia, que no es, por sí misma, ni buena ni mala. Aunque con frecuencia nos rebelemos contra la autoridad, se ha de reconocer que tiene muchas ventajas un sistema en el que está claro quien tiene la autoridad para establecer las reglas y dar órdenes; se evitan así los conflictos inacabables entre ideas contrapuestas.

Es siempre saludable dialogar para disponer de la máxima información y tomar la mejor decisión posible. Pero una vez escuchadas todas las voces y tomada la decisión por la autoridad correspondiente, si no se violan principios fundamentales, lo correcto es actuar dando soporte a la decisión.

En todo grupo operan unas reglas que facilitan a sus miembros tomar las decisiones. Son como dos algoritmos. El primero es el de la obediencia, el dominante, el que se utiliza las más de las veces y que evita verse atrapado en conflictos interminables:

  1. Recibo la orden de una fuente legítima y no es resultado del alzar.
  2. Comprendo la orden o la norma, su objetivo y lo que se espera de mi para alcanzar ese objetivo.
  3. La orden persigue un bien o al menos es neutra respecto al impacto que tendrá.
  4. Como no se producirá un perjuicio serio de la ejecución de la orden ni se violará un principio fundamental, obedeceré la orden.

De manera simultánea y compensatoria opera el algoritmo de la desobediencia inteligente. Aunque se emplea mucho menos, cuando se aplica su papel es tan crucial que invalida el algoritmo de la obediencia.

  1. La norma o la orden no proceden de una fuente legítima, o ésta no cuenta con información importante y relevante para dictar esa norma u orden.
  2. Dada la situación, el objetivo en sí mismo es equivocado o, siendo correcto, la norma o la orden no permitirán alcanzarlo.
  3. Si se ejecuta la orden se violarán valores fundamentales y con toda probabilidad se causarán graves daños.
  4. En vez de ejecutar la norma o la orden, me resistiré tanto como pueda a la vez que trataré de encontrar una mejor manera de avanzar.

Para el desarrollo de las personas a tu cargo habrás de enseñar tanto la necesaria obediencia como la apropiada desobediencia, y cuándo y cómo aplicarlas.