Salte del tiempo

El aprovechamiento del tiempo se ha convertido en una obsesión de nuestra época. La mayoría de la gente se apresura por encontrar ese tiempo del que creen carecer y se estresan por ello. Colegas, amigos y familiares demandan siempre una respuesta inmediata a los mensajes de texto y correos. Nunca nos acabamos de liberar de esas cadenas digitales, ni en los momentos de reposo ni en las vacaciones. Todos tratan de tomar prestadas hoy horas de mañana para encontrarse mañana con menos horas que hoy. Un negocio ruinoso, y nada parece poder paliar este creciente déficit. Sin la capacidad para separar el pasado del presente ni del futuro, nos vemos abocados a un presente tan profundo como inabarcable. Todas las energías se han de reasignar para aumentar la concentración y la atención. Absorbemos más datos por segundo y los procesamos con más rapidez, lo que parece alargar el momento presente. Con la atención centrada en el ahora, abandonamos la reflexión sobre los errores de ayer que deberíamos evitar repetir; y tampoco imaginamos un mañana que sea mejor que hoy. De ahí que, con frecuencia, los hechos que a posteriori se reconocen como inevitables, fueron imposibles de anticipar. Sin embargo, cuando pasas a ser consciente de la situación en la que te encuentras y de tus propias circunstancias, ganas en perspectiva para poder identificar potenciales peligros y oportunidades. Puedes hacer entonces las debidas correcciones en el camino a seguir. Si logras escapar del tiempo y experimentar esa atemporalidad, paradójicamente, sentirás que tienes más tiempo disponible, serás menos impaciente, estarás más dispuesto a ayudar a otros y experimentarás una vida más satisfactoria. Reducir la marcha te lleva a descubrir el verdadero valor del presente. Frente a los recuerdos del pasado, habitualmente distorsionados, y a unas previsiones...

La falacia de la multitarea...

Tu mente sólo funciona verdaderamente en modo multitarea cuando se ocupa de comportamientos muy automatizados, como caminar. Para otras tareas que requieren una atención consciente, no puede funcionar así, sino que se obliga a cambiar de modo continuado y repetido entre ellas. Aunque te parezca muy eficiente trabajar en más de una cosa a la vez, lo cierto es que sólo cambias de una a otra, perdiendo eficacia y precisión respecto a realizar sólo una tarea y de forma concentrada. Además, habrás de emplear un tiempo adicional para recuperar las ideas en el punto donde las dejaste antes de abandonar la tarea. Por pequeña que te parezca la desviación del ritmo de tu trabajo prioritario, siempre te ocupará más de lo que anticipabas. Aunque tengas una enorme fuerza de voluntad, el hecho de estar conectado a Internet mientras trabajas afecta a tu rendimiento. Resistir las distracciones consume capacidad de concentración y te agota mentalmente. No basta con que te comprometas a no distraerte, sino que las habrás de apartar de tu radio de atención o consumirás buena parte de tus energías evitando saltarte tus propias reglas....

Programación de la jornada...

Actuar habitualmente en modo “piloto automático” te lleva a consumir el tiempo de que dispones sin ser muy consciente del uso que haces de él. Te es difícil escapar de todo lo trivial que, cuando menos lo esperas, se introduce en tu jornada. Pasas entonces a prestar más atención a las tareas superficiales y abandonas las que te exigen más concentración. Es bueno que adoptes el hábito de preguntarte a lo largo del día… ¿qué es lo más apropiado en lo que debería trabajar ahora? Aunque te pueda parecer algo extremo, esta práctica pronto se te hará imprescindible para sacar partido a las tareas de más valor. Tu programación podría organizarse así: Divide la jornada en bloques y asigna actividades para cada uno de ellos. No todo bloque debe ser dedicado a tareas relacionadas con el trabajo. Incluye períodos de descanso y tiempo para las comidas. La duración mínima de cada bloque debería ser de 30 min. Al acabar la programación del día, cada minuto debe quedar dentro de un bloque. Atente a la programación según avanza el día. Es habitual que al seguir ese programa aparezcan los primeros problemas: No has acertado con las estimaciones realizadas. Han surgido interrupciones y obligaciones inesperadas. Entonces, detente en cuanto puedas para revisar el programa del resto del día y redefinir los bloques de tiempo pendientes. No es extraño que en determinados días esta revisión haya que repetirla varias veces. Si eso te ocurre con excesiva frecuencia tendrás que buscar la manera de conseguir una mayor estabilidad, lo que pasa por: Aprender a predecir mejor el tiempo que te ocupará cada tarea. Programar bloques de tiempo de asignación variable. Pueden servirte para continuar con una tarea que dure más de lo esperado o bien ocuparlo en la...

Entrenando la concentración...

En el mundo digital actual resulta muy fácil desconectar de los temas importantes debido a las abundantes distracciones. Se calcula que una persona recibe cada día unos 34 gigabytes de datos e información y que un trabajador medio ve interrumpida su tarea cada tres minutos. Estos son sólo algunos ejemplos de cómo las distracciones trastornan la manera de trabajar y desbordan nuestra capacidad de concentración. Estar concentrado es una capacidad que puedes desarrollar mediante la práctica de ciertos ejercicios: Fija tiempo para cada tarea. La mente es capaz de identificar objetivos y asumir retos. El cerebro trabaja de manera automática para lograr los objetivos establecidos y superar los retos. Una vez bien definidos, la mente es capaz de concentrarse en las tareas necesarias para lograrlos, ignorando las posibles distracciones. Contar con un cronómetro es eficaz para recordar el objetivo y el tiempo asignado para acabar una tarea. Repítete la necesidad de concentración. Con la mente desbordada y confundida con cuestiones diversas, no es sencillo convencerse de la necesidad de concentrarse. Las distracciones pueden mitigarse si se aprende a controlarlas. Si estás en mitad de una tarea importante y algo te interrumpe o despista, puedes defenderte repitiéndote la necesidad de mantener la concentración. Haz descansos. Trabajar de forma continuada durante horas afecta a la capacidad de concentración. El cerebro pierde energías y se agota, lo que lleva a la pérdida de interés en lo que haces. Para evitarlo, abandona durante unos pocos minutos la tarea en la que te ocupas y descansa la mente. Da un corto paseo o respira aire fresco; recuperarás fuerzas y oxigenarás el cerebro, lo que mejorará tu concentración. Un asunto cada vez. Trabajar en diferentes asuntos de modo simultáneo, confunde y da lugar a resultados mediocres y tareas inacabadas. Te...

Descansa

La inactividad no consiste en tomarse unas vacaciones y darse algún lujo. Es algo indispensable para el cerebro y, paradójicamente, necesario para alcanzar una elevada productividad. Para ser eficaz debes reservar períodos de descanso regulares y significativos. Esto es particularmente importante al final de un día de trabajo cuando hay que saber desconectar por completo de todos los temas. Son diversas las razones que justifican la conveniencia de esta desconexión: Agudiza el ingenio. Hay decisiones que es mejor dejarlas para que las resuelva el subconsciente. Éste, cuando los datos con que cuenta son tan abundantes como vagos y contradictorios, es capaz de procesar con más eficacia la información relevante y llegar a mejores conclusiones que si trabajaras de forma activa en ellos. Se recargan las energías. Una concentración intensa desgasta y el descanso ayuda a recuperar las energías perdidas. Es el momento de ocuparse en actividades relajantes, como pasear por un entorno natural, conversar con un amigo, cocinar, salir a correr, etc. Para lograr esta desconexión es importante que seas estricto en la hora de finalizar la jornada laboral. Disponer en ese momento de determinadas rutinas te ayudará a abandonar las tareas que lleves entre manos. Si no lo haces así, esas tareas inacabadas retendrán tu atención. Por ejemplo, anota los temas pendientes en una lista, ordena la mesa de trabajo, recoge herramientas, apaga el ordenador, o grita en voz alta: ¡Se acabó!...

Sé ejecutivo

En el mundo profesional, el distinguir entre el qué hacer y el cómo hacerlo es crucial. En ocasiones es fácil identificar lo que hay que hacer para alcanzar un objetivo, pero la verdadera dificultad radica en cómo ejecutar las iniciativas para llevarlo a cabo. Esta sistemática te ayudará a conseguirlo: Céntrate en lo más importante. Cuantas más cosas tratas de hacer menos acabas por completar. Esta simple idea ayuda a centrar los esfuerzos y la intensidad de los mismos para conseguir resultados tangibles. Identifica un pequeño número de objetivos ambiciosos a alcanzar en esas horas de trabajo intenso. Trabaja con indicadores anticipados. Has de medir tu avance hacia el objetivo más importante. Los indicadores de desempeño describen el resultado en tiempo pasado. Pero los indicadores anticipados miden el modo de mejorar el comportamiento de forma que tenga impacto en los objetivos futuros. Por ejemplo: Tiempo reservado para trabajar con intensidad, tiempo dedicado a un objetivo importante. Lleva la cuenta. La actitud y motivación de un equipo cambian cuando se hacen públicas las medidas que señalan el avance hacia la consecución del objetivo. Crea un sentido de competencia que empuja centrarse en esos indicadores. Lo mismo puede decirse a nivel individual. Saber la cantidad de horas de trabajo acumuladas y los resultados tangibles alcanzados ayudan a mantener la intensidad. Haz evaluaciones periódicas. Utilizar, por ejemplo, la revisión semanal para reconocer los resultados obtenidos y celebrarlos, pone de manifiesto las semanas menos productivas y ayuda a conocer el esfuerzo necesario para asegurar un objetivo futuro....

Disidentes

Existe un gran peligro en el pensamiento único que suelen mostrar algunos equipos en organizaciones con una cultura dominante, con normas y valores fuertemente establecidos y compartidos. En ese contexto, la unanimidad ahoga la diversidad de criterios y suprime la motivación por encontrar alternativas plausibles. En la resolución de problemas y toma de decisiones inteligentes necesitas promover puntos de vista discrepantes e ideas originales. La opinión de las minorías es importante, no porque deban prevalecer, sino porque estimulan nuevas maneras de pensar, de identificar soluciones innovadoras y decisiones cualitativamente mejores. La opinión de los disidentes es de utilidad incluso cuando están equivocados. Protegen del exceso de confianza, de la defensa de posiciones preestablecidas, del sesgo hacia toda información que confirme las preferencias y suposiciones de la mayoría. Pero no se trata sin más de asumir el papel de un discrepante habitual que nadie toma en serio, sino de defender de manera creíble y convincente argumentos alternativos, que estimulen otros modos de razonar, que incentiven y clarifiquen. El pensamiento único se combate desarrollando una cultura en la que se estimule la discrepancia. La tendencia de los directivos a reclamar soluciones y no problemas es perjudicial en la medida que promueve actitudes defensivas y disminuye la capacidad para indagar en profundidad; se estimula el consenso rápido y se pierde la posibilidad de aprender asumiendo unas perspectivas más amplias. Conviene identificar bien los problemas antes que perseguir soluciones, y los disidentes juegan aquí un papel muy valioso. Es preciso contar con canales fiables para escuchar otras opiniones y puntos de vista antes de tomar decisiones. Esos discrepantes honestos pueden convertirse en los mayores defensores de la organización en la medida en que tienen credibilidad para el diagnóstico de los problemas, son capaces de compartir sus argumentos e...

Rituales

La noción popular de que los artistas sólo trabajan cuando reciben la inspiración es equivocada. Cuando se trata de realizar un trabajo creativo, lo mejor es no contar con la inspiración. Para poder sacar el mayor partido posible a unas sesiones de trabajo en profundidad, conviene establecer una serie de rituales y adherirse a ellos de manera estricta. Llegar a obtener unos resultados destacados depende de la capacidad de trabajar en profundidad de forma consistente, llevando hasta el límite las propias capacidades. La adopción de esos protocolos minimiza la dificultad propia de la transición entre fases de trabajo superficial y profundo, permitiendo adentrarse con más intensidad en las segundas y permanecer en ellas más tiempo. Para desarrollar unos rituales de trabajo eficaces conviene tener en cuenta los siguientes aspectos: Dónde se va a trabajar y por cuánto tiempo. Necesitas concretar el lugar donde podrás concentrarte mejor. Puede bastar tu propio despacho, con la puerta cerrada y la mesa ordenada. Determinar el tiempo específico asignado a cada sesión. Establecer cómo se realizarán las tareas, cuáles serán las reglas y qué procedimientos darán estructura a tu trabajo. Por ejemplo, desconectarse de Internet, contar el número de palabras a escribir en intervalos de 20 minutos, etc. Con qué ayudas has de contar para mantener en ese alto nivel de concentración. Por ejemplo, tomar algún café o alimentos energéticos, o hacer ejercicios suaves, como caminar, y que ayuden a mantener la mente clara. Y también tenr al alcance los materiales necesarios. En cualquier caso, la elaboración de tu propio ritual te requerirá experimentar hasta dar con el apropiado para ti. Trabajar en profundidad no es una actividad que deba abordarse a la ligera. Contribuyen a percibir la importancia de esa tarea el compromiso que representa introducir cambios radicales...

Experto o amateur

Aprender a mejorar cualquier competencia requiere capacidad de concentración; y su ejecución práctica exige prestar toda la atención. Si ésta estuviera centrada en otro lugar, el cerebro no será capaz de fijar esas rutinas concretas necesarias para desarrollarla. Cuando ya se domine el modo de ejecutarlas, la atención deliberada deja de ser necesaria y pueden ejecutarse sin pensar, de manera automática e inconsciente. Es en este punto donde se separan los caminos del amateur y del experto. El primero se contenta con un nivel de desempeño razonablemente bueno, pongamos que después de unas 50 horas de práctica, y no siente la necesidad de seguir ejercitándose de forma deliberada, concentrando toda su atención. Se contenta con ir pasando con lo que ha aprendido. Por mucho que practique, su mejora será insignificante. El experto, por el contrario, peleará activamente contra esa tendencia al automatismo, buscando ejercitarse de forma consciente para alcanzar unos niveles de desempeño superiores. Cuanto más tiempo permanezca en esa práctica realizada con toda la atención concentrada, mayor y más completo será el desempeño que se alcance. La intensidad de ese esfuerzo de concentración ocasiona fatiga. De ahí que los expertos limiten este tipo de práctica a unas cuatro horas al día. Este régimen de entrenamiento debe incluir períodos de descanso para la recuperación física y mental....

No trabajes solo

La relación entre el trabajo hecho en profundidad y el trabajo colaborativo es compleja. Merece la pena aclararlo porque encontrar el equilibrio entre el trabajo individual intenso y el trabajo realizado en equipo ayuda a mejorar la calidad del primero. Compartir el lugar de trabajo con un gran número de colaboradores distrae en exceso y crea un entorno que impide pensar seriamente. Sin embargo, la teoría que se apoya en las casualidades fortuitas como fuente de la creatividad defiende el efecto positivo que se deriva de la interacción entre las personas. Este punto de vista plantea la falsa idea de que el trabajo individual hecho en profundidad es incompatible con la generación de grandes ideas. El equilibrio parece encontrarse en buscar ideas colaborando con otros de forma regular, pero manteniendo a la vez la obligación de trabajar en profundidad. De ahí que la opción por el trabajo realizado en solitario no sea necesariamente la mejor estrategia. Para determinados problemas, trabajar con otros ayuda a entrar más en profundidad que si se trabajara aisladamente. En definitiva: Las distracciones impiden desarrollar un trabajo en profundidad. De ahí la conveniencia de separar los momentos en los que se trabaja con intensidad de aquellos otros en los que se busca la interacción con terceros con el fin de aumentar la creatividad. Se trata de optimizar ambas situaciones en vez de mezclarlas. Cuando puedas aislarte para trabajar con intensidad, hazlo. Pero trabajar codo con codo con alguien en un problema puede ayudarte a ganar en profundidad y obtener resultados más valiosos que trabajando en solitario....

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