Descansa

La inactividad no consiste en tomarse unas vacaciones y darse algún lujo. Es algo indispensable para el cerebro y, paradójicamente, necesario para alcanzar una elevada productividad. Para ser eficaz debes reservar períodos de descanso regulares y significativos. Esto es particularmente importante al final de un día de trabajo cuando hay que saber desconectar por completo de todos los temas. Son diversas las razones que justifican la conveniencia de esta desconexión:

  • Agudiza el ingenio. Hay decisiones que es mejor dejarlas para que las resuelva el subconsciente. Éste, cuando los datos con que cuenta son tan abundantes como vagos y contradictorios, es capaz de procesar con más eficacia la información relevante y llegar a mejores conclusiones que si trabajaras de forma activa en ellos.
  • Se recargan las energías. Una concentración intensa desgasta y el descanso ayuda a recuperar las energías perdidas. Es el momento de ocuparse en actividades relajantes, como pasear por un entorno natural, conversar con un amigo, cocinar, salir a correr, etc.

Para lograr esta desconexión es importante que seas estricto en la hora de finalizar la jornada laboral. Disponer en ese momento de determinadas rutinas te ayudará a abandonar las tareas que lleves entre manos. Si no lo haces así, esas tareas inacabadas retendrán tu atención. Por ejemplo, anota los temas pendientes en una lista, ordena la mesa de trabajo, recoge herramientas, apaga el ordenador, o grita en voz alta: ¡Se acabó!