Primera impresión 02Sep

Primera impresión

Seguramente te has encontrado en algunas conversaciones en las que lo que escuchabas a tu interlocutor no te parecía sincero. Esa diferencia entre lo que escuchas y lo que percibes se debe a la comunicación no-verbal o lenguaje corporal. Ser consciente de esas señales te ayudará a comprender mejor a los demás y a comunicarte más fácilmente con ellos. Son gestos, expresiones de la cara más o menos sutiles, e incluso movimientos de todo el cuerpo que te indican cosas. Nuestra manera de hablar, de caminar, de sentarse o estar de pie, transmite al exterior y a los demás información interna propia. En ocasiones, los mensajes que se transmiten, el verbal y el corporal, son contradictorios y afectan por tanto al modo en que reaccionamos. Un momento especialmente clave a cuidar es el de la primera impresión. Interesa mostrar confianza, seguridad, fiabilidad, estar relajado… En nuestro entorno cultural, todo esto puede transmitirse mediante unos signos comunes como los siguientes: La postura: erguida y con los hombros hacia atrás El contacto visual: directo y con cara sonriente Los gestos: las manos y los brazos se mueven de manera intencionada y deliberada El habla: calmada y clara Tono de voz: moderado, sin estridencias ni muy bajo Estos signos te ayudarán tanto a descifrar el mensaje de otros y a gestionar el que deseas transmitir. Recuérdalo en tu próxima entrevista con un nuevo cliente...

Escucha activa 30Ago

Escucha activa

Estos son los elementos que te ayudan a escuchar de forma activa a tu interlocutor y que le confirman que estás escuchando: – Presta atención. No te distraigas y muestra tu asentimiento (que no necesariamente significa estar de acuerdo) de manera explítica y con el lenguaje corporal. Mira a los ojos No pienses en tus respuestas Aíslate del entorno Fíjate en lo que significa lo que dice, más allá de sus palabras No trates de llevar dos conversaciones si estás en un grupo – Demuestra que escuchas. Tus expresiones y lenguaje corporal confirman que estás atento. Asiente periódicamente, con palabras y gestos Sonríe Adopta una postura relajada y receptiva – Confirma que estás conprendiendo. No dejes que tus prejuicios distorsionen el mensaje. Reflexiona sobre lo que estás escuchando y haz preguntas. Repite con tus propias palabras lo que has entendido Pregunta para aclarar algunos puntos Resumen periódicamente lo escuchado – No anticipes juicios. Pierdes tiempo si interrumpes, limitas tu capacidad de comprensión y molestar a tu interlocutor. Deja que acabe No interrumpas con tus contra argumentos – Responde de manera adecuada. Demuestra respeto y comprensión. No trates de atacarle o humillarle. Haz afirmaciones sencillas, abiertas y honestas Presenta tus opiniones de manera respetuosa Trátale como te gustaría ser tratado Como ves, hacerlo bien requiere esfuerzo y determinación, romper con malos hábitos. Recuerda que tu objetivo es comprender lo que tu interlocutor quiere decirte y deja de lado todo lo demás. Si lo haces reducirás los malos entendidos, serás un mejor comunicador, aumentará tu productividad y generarás confianza y estabilidad en tus...

No me estás escuchando 25Ago

No me estás escuchando...

¿Alguna vez te lo han dicho a la cara? Suele resultar ofensivo pues nos deja en evidencia de manera brutal. Parece que ser descubiertos no escuchando, de repente pone de manifiesto un montón de defectos propios. Y es especialmente “sangrante” cuando, por nuestra responsabilidad, escuchar es precisamente nuestra obligación primordial. Requiere humildad el reconocer que no sabemos escuchar y que es algo que debemos mejorar. Hacerlo bien tiene un impacto fundamental en la eficacia de nuestro trabajo y en la calidad de nuestra relación con los demás. Escuchar nos ayuda a obtener información, a comprender mejor, a aprender, a disfrutar… Por tanto, en la medida que mejoremos nuestra capacidad de escuchar, crecerá nuestra productividad, nuestra posibilidad de influir y persuadir, y evitaremos conflictos y malos entendidos. La manera para llegar a escuchar mejor es practicar la “escucha activa”, es decir, hacer el esfuerzo consciente de atender no sólo a las palabras que te dicen sino tratar de captar la totalidad del mensaje que te transmiten. Esto te obliga a prestar una atención muy cuidadosa a tu interlocutor. Las posibilidades de distraerse en una conversación son numerosas: lo que sucede a tu alrededor, los contra argumentos que tratas de elaborar, el aburrimiento… En esas circunstancias puede ayudarte el repetir mentalmente las palabras que estás escuchando; te ayudarán a estar centrado y a fijar el mensaje. Además, debes hacer ver a quien te habla de que estás escuchándole, que no eres una tapia sorda. Para ello deberás asentir de palabra y con la cabeza, además de expresar otros signos de lenguaje corporal que muestren tranquilidad y atención. Esto demostrará que sigues con interés la conversación. De manera complementaria, habrás animar a tu interlocutor a que siga hablando en la dirección que te permita obtener la información...

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