En otro lugar de «La Mancha»…...

«… de cuyo nombre no puedo olvidarme, unos directivos contaban, siempre en primera persona, las historias de sus hazañas. Las gentes de alrededor se tenían por privilegiados al participar de aquellas grandezas y ser reconocidos como miembros de la familia. Por la trampa de la necesidad y con entusiasmo dudoso, sacrificaban sueldos y promociones con la esperanza de un día, alcanzado el éxito empresarial, recuperarlos con demasía. Pero ese logro no llegaba, y año tras año escuchaban historias repetidas de las antiguas victorias de aquellos con quienes trabajaban.» Lo que parece un fragmento perdido de un libro de caballerías, me resulta muy conocido. Describe el ambiente que te puedes encontrar en algunas empresas e instituciones, más de las deseables. Se caracteriza por escuchar, en las presentaciones públicas de sus directivos, un mayor uso del «yo» que del «nosotros». Pero lo verdad es que esos «yo», en vez de brillar como estrellas, alumbran lo que una mala linterna y duran lo que unas pilas baratas. «Mejor sería, amigo Sancho, que esos pretendidos genios cesasen de aburrirnos justificando de continuo su talento e hicieran valer las cualidades de su equipo, al que deberían hacer crecer y en el que habrían de pasar desapercibidos…» No es misión del directivo aparecer como superior y ganar batallas propias, sino asumir su responsabilidad de conformar un equipo ganador. Nunca nadie logra nada solo y por méritos propios; ni siquiera en los deportes individuales....

Tu mejor venta

Para destacar en aquello que haces has de saber venderte. Has de estar absolutamente convencido del valor de tu empresa, de sus productos o servicios, de tus ideas. Si no lo haces bien, tus resultados serán flojos, no avanzarás, sólo presentarás excusas. Es innegociable. Has de estar tan identificado con tu oferta hasta el punto de parecer poco razonable, o incluso fanático. Tu convencimiento ha de ser tal que, sin caer en la arrogancia, no podrás tomar en consideración ninguna otra opción. No existen tus competidores. Estarás más familiarizado con las necesidades de tus clientes que las conocerás mejor que nadie y podrás pedir un precio más alto. Y tan seguro, que tú mismo estarías dispuesto a pagarlo por obtener ese producto o servicio....

Has enfermado

Estás en una posición directiva o de cierta responsabilidad y presentas estos síntomas…: No cometes errores y acabas todo rápido y perfecto. Lo que para otros resulta difícil para ti es muy sencillo. Buscas que te pongan en un pedestal porque te sientes especial. Te rodeas de gente que te hagan sentir el mejor, que te reverencien. Has desterrado a los posibles críticos y has dejado de aprender. Eliges estrategias de corto plazo que maquillen los resultados y te hagan aparecer como un héroe. Acude a ese “médico” cercano para que… Reconozca tus defectos y te ayude a remediarlos. Te anime a seguir aprendiendo. Te obligue a ser mejor persona....

Test del gilipolla

  Límite de tiempo: 0 SUmario del cuestionario 0 de 23 preguntas completado Preguntas: 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 Información Ha sido enorme y sorprendente la acogida del post anterior titulado Gilipollas. Parece existir una verdadera preocupación por tener algunos de ellos alrededor y la posibilidad de verse contagiado. Te será de utilidad entonces realizar este test de autoevaluación, ligeramente modificado del propuesto por Robert I. Sutton en su libro No Asshole Rule. Queda tranquilo; es un cuestionario anónimo y no se guarda ninguna información. Puedes repetirlo cuantas veces consideres necesario, para ti o para otros. Al final encontrarás la evaluación resultante.   Ya has realizado este cuestionario antes. Por tanto, no puedes empezarlo otra vez. Cargando el cuestionario... Debes ser un usuario registrado para poder realizar el cuestionario. Tienes que terminar antes el siguiente cuestionario, para iniciar este cuestionario: Resultados El tiempo se ha terminado Has conseguido 0 de 0 puntos posibles (0) Categorías No asignada a ninguna categoría 0% No parece que se te pueda calificar como un gilipolla, salvo que estés tratando de engañarte a ti mismo.   Puedes considerarte como un gilipolla “borderline”. Estás todavía a tiempo de cambiar tu comportamiento, antes de que empeores.   Pereces haber obtenido el certificado de gilipolla total. Busca ayuda de inmediato, si eres capaz de encontrar a alguien dispuesto a ayudarte…   1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 Contestada Revisada Pregunta 1 de 23 1. Pregunta Crees estar rodeado de idiotas incompetentes y no puedes evitar hacérselo ver de tanto en cuando. Verdadero Falso Pregunta 2 de 23...

Paciencia y a insistir...

Cuando presentas y defiendes una idea original, te enfrentas a la indiferencia que genera el desconocimiento de la misma. Lo que para ti es perfectamente aceptable y comprensible, por las muchas horas que le has dedicado, para el resto, que la escucha por vez primera, resulta ininteligible. Esa familiaridad que tienes con el problema que has analizado y la solución encontrada, te lleva a comunicar de manera insuficiente con una audiencia que necesita mucha más información para comprenderte y aceptarte. La exposición repetida a tus ideas hará que se vuelvan más conocidas y se acepten con comodidad. La explicación de este fenómeno nace de la mayor facilidad para procesar tu propuesta. Cuanto más se vea y se escuche, menos amenazadora se vuelve y más simpatías genera. Cuenta con tener que repetirla entre diez y veinte veces, e incluso más si se trata de algo complejo. Será más efectiva si esa exposición es siempre breve y combinada con otras ideas, pues ayuda así a despertar la curiosidad de la audiencia. Y aleja siempre en el tiempo la presentación de tu propuesta y la evaluación de la misma. Tienes que dar ocasión a que se aposente....

Su opinión

El conocimiento que tienes de ti mismo suele estar condicionado por tus creencias y experiencias, por tus estados de ánimo. Todo ello hace difícil que dispongas de una imagen propia objetiva y con frecuencia existirá una gran disparidad entre cómo te ves y cómo te ven los demás. De esa discordancia puedes aprender mucho. La opinión de amigos, colaboradores, mentores o familiares te ayudará a comprender esa parte de ti que resulta más esquiva. Si te atreves a consultarles, pide ejemplos concretos y situaciones específicas y descubre las coincidencias en sus pareceres. Esa perspectiva te dará pistas acerca del modo en que tu temperamento y actuaciones afectan a los demás. Y ese conocimiento, que pocos alcanzan, es extremadamente valioso....

¿Cómo vas a reaccionar?...

Dicen que hay cuatro opciones para manejar o resolver una situación desagradable: Escapar, hablar, mantenerse e ignorarla. Escapar significa quitarse de en medio. Hablar implica tratar mejorar la situación. Mantenerse supone tener el coraje de convivir con la situación, por difícil que resulte. Ignorarla equivale a encogerse de hombros y reducir todo esfuerzo con el fin de olvidarse de ella. Estas opciones dependen de la capacidad de control que se tenga y del compromiso que se asuma, de si crees que puedes cambiar la situación y te preocupa lograrlo. Si te ves atrapado pero aceptas tu compromiso, te mantendrás, o si no, optarás por ignorarla. Si crees que puedes influir en su cambio pero no tienes compromiso, abandonarás, pero si te importa, tratarás de manifestar tu opinión hablando. En el entorno de trabajo, el sentimiento de control y la capacidad de compromiso dependen sobre todo de tu jefe más inmediato. Si es comprensivo y servicial, tu vinculación con la organización se fortalecerá y creerás en tu capacidad de influir y actuarás en consecuencia. Si no… En esa situación incómoda y desagradable, laboral o personal, ¿cómo vas a reaccionar…?...

Destaca los fallos

Quizás eres de los que piensan que para persuadir a terceros debes destacar tus fortalezas y minimizar tus debilidades. Sin embargo, eso sólo tiene sentido si estás ante una audiencia que te apoya. Cuando tengas que defender una idea novedosa o sugerir la adopción de algunos cambios ante audiencias escépticas, que buscarán fallos en tus argumentos o razones por las que aquello que defiendes no debe funcionar, lo mejor es que tú mismo pongas el acento en los defectos de tu propuesta. Esto se justifica por varias razones: Al actuar así desarmas a tu audiencia que, cuando aprecia que alguien quiere persuadirles de algo, levanta sus defensas. Si manifiestas un optimismo exagerado te calificarán como un vendedor, de algún modo deshonesto, y se mostrarán recelosos o escépticos. Pero si describes lo que no funciona, cambiarán su actitud defensiva por la de resolución de problemas y se convertirán en tus aliados. Otra ventaja es que cambiarán el modo de evaluarte. Presentar tus limitaciones te hará parecer más listo. Verán que no tratas de engañarles y que te adelantas a las dudas que ellos mismos podrían plantear. Una tercera razón es que te hace ganar su confianza, al presentarte de manera honesta y humilde. Hablar con franqueza de los aspectos más débiles te da credibilidad. Finalmente, permites que tu audiencia haga una evaluación más favorable de tu idea por el sesgo introducido en la manera de presentarla. Al facilitarles el trabajo de reconocer algunos problemas, van a tener más difícil dar con otros nuevos y esos que señales no les parecerán tan graves....

Tu estilo

No hay duda de que el modo en que te sientes se refleja en tu apariencia. La expresión de tu cara, tu postura y comportamiento, tu corte de pelo o la ropa que vistes dicen mucho de tu estado de ánimo. Pero hay veces en que el mensaje que transmites puede verse distorsionado. Por ejemplo, cuando te enfrentas a situaciones nuevas, la inseguridad te hace aparecer distante, estirado, o apasionado en exceso. En esas situaciones es importante ser consciente de tu estado de ánimo y saber el modo en que puede llegar a condicionar tu comportamiento. La imagen que proyectes ha de ser la que tu elijas, y no una subordinada al humor con que te encuentres. De ahí la conveniencia de reflexionar y comprender cómo te sientes para decidir el estilo que quieres adoptar....

Reuniones diarias

Que la mayoría de las reuniones sean un desastre no significa que no sean útiles. Si eres capaz de organizarlas bien y sobre algo conveniente, compensa tener reuniones cada día. Si no lo haces así, tus colaboradores pronto se dispersarán en distintas direcciones no deseadas. El resultado serán objetivos que no se alcanzan, pérdida de confianza y abandono de actividades. Cualquiera que sea el ámbito de la organización, las reuniones refuerzan el sentido de pertenencia, quién se es y qué se hace, lo que se espera alcanzar y lo que se debe entregar a los clientes. Además, deberás complementarlas con encuentros diarios con tus colaboradores, formales e informales, para demostrarles que les prestas atención, que sigues su desempeño. Finalmente, habrás de celebrar los éxitos. Si no lo hicieras es que no tienes claras las prioridades. Pensarán que lo que hacen no es importante para ti, la motivación se perderá y el cumplimiento será mediocre. No puedes excusarte en la falta de tiempo. Todo esto se puede hacer de manera muy breve....

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies