Decía George Bernard Shaw que las personas razonables se amoldaban al mundo, y las poco razonables, las irracionales, son las que tratan que el mundo se adapte a ellos. De ahí que todo el progreso dependa de los irracionales. Todos los días encontramos cosas que nos satisfacen y cosas que se han de cambiar. Las primeras nos alegran; las segundas nos estimulan a hacer un mundo mejor. Pero cambiar comportamientos e ideas firmemente arraigadas es una tarea abrumadora. De ahí que muchos opten por acomodarse pues el cambio les parece imposible. ¿Eres tú de los conformistas que defienden el status quo y que se suman a la multitud para circular por caminos convencionales? ¿O eres de los originales o singulares que eligen los caminos menos transitados, que defienden ideas novedosas, que van contracorriente y que tratan de mejorar las cosas? Para ser original no basta con ser creativo, con tener la capacidad parar generar conceptos nuevos y de utilidad. Ser singular incluye además tomar la iniciativa y hacer realidad los ideales. ¿Crees de veras que una sola persona es capaz de marcar la diferencia? ¿Crees que esa persona puedes ser tú?...
Acomodados
La seguridad ahoga la ambición. O mejor, el espejismo de esa seguridad. La mayoría de las personas no están dispuestas a arriesgar lo que ya tienen por la oportunidad de obtener algo mejor. Parecen ser muchos los profesionales hastiados de su trabajo, atrapados en lo que consideran un salario seguro y unas cómodas rutinas. Pero mientras ellos se lamentan tan tranquilos, otros se afanan en generar discontinuidades que transformen los mercados y pongan a sus competidores fuera de juego. Transforma tu manera de pensar. Idea un nuevo negocio o pon en discusión el valor que aportas en tu actual trabajo, reinvéntate y adopta una nueva carrera profesional. Observa las discontinuidades generadas en otros sectores, descubre nuevas ideas y el modo de aplicarlas a tus modelos de negocio....
No te engañes más
Los sistemas de información y los canales de acceso a la información son capaces de crear el espejismo de estar haciendo algo cuando en realidad no se produce nada. La creatividad de muchas personas está dormida mientras que su cerebro se ocupa en capturar y organizar información: leer, investigar, anotar ideas, reflexionar… Todo esto les sitúa en un entorno confortable, sin cuentas que rendir, sin que nadie evalúe su trabajo, sin tener que confrontar propuestas concretas. Basta con leer y distribuir correos, asistir a reuniones, cumplir encargos y consultar las redes sociales. Se establece de este modo una barrera que impide desarrollar un trabajo creativo propio. Se tranquiliza la mente con la idea de que uno está investigando, aprendiendo, al leer lo que escriben otros, al admirar lo que diseñan otros, al comprobar las soluciones de otros. Pero tu ausencia de resultados, tu carencia de iniciativa, no se resuelven con más información. Tienes que perder el miedo y dejar de engañarte; tienes que crear algo. No te escondas tras esa montaña de trabajo que te has construido y empieza a elaborar algo propio. Elige una idea y empieza a hacer algo con ella. Escribe una página desarrollándola, o dibújala, o define el problema y encuentra una solución… Crea algo real ahora mismo. Reserva 90 minutos para avanzar en ello. No importa si no es bueno, no tiene que gustarte ni has de compartirlo. Te hará sentir mejor que vivir en ese mundo de disimulo estéril. Notas relacionadas: Haz algo Hazlo por...
Fin de semana
Es difícil desconectar del trabajo durante el fin de semana. O al menos así lo ha sido para mí durante demasiado tiempo. Y parece que también para muchos directivos. Esto se debe a la inercia del propio trabajo que, a menos que planifiques la desconexión, te tienta con mantener la rutina laboral diaria. No sé si te has parado a pensar que cada año viene con 104 días de fin de semana, lo que equivale a un 28,5% de los días. Un tiempo considerable que, bien aprovechado, puede dar mucho de sí. Siempre y cuando lo aproveches para desconectar, que es la clave para ser mucho más productivo el resto de la semana. Pero esos fines de semana capaces de hacerte sentir descansado y recuperado no aparecen por azar, sino que se han de diseñar. Para dar los primeros pasos para lograrlo piensa…: ¿Cómo te gustaría sentirte al concluir el fin de semana? ¿Qué te gustaría recordar de él? ¿La realización de qué actividades te haría pensar que has aprovechado bien ese tiempo? Quizás te ayude el seguir estas reglas: No pienses en el trabajo No hagas nada del trabajo habitual No hables del trabajo No leas asuntos del trabajo Lo cierto es que no es fácil cumplir a rajatabla esas reglas, pero puedes acercarte a ellas si encuentras algo con que sustituir al trabajo. Se trata de decidir qué cosas hacer en vez de qué cosas evitar. Tendrás muchas opciones que habitualmente se encuadrarán en alguno de estos apartados: El fin de semana es una buena ocasión para recuperarse, para dormir algo más o al menos lo que te corresponde. Disfrutar con una comida especial, cocinando en casa o salir a un lugar especial, para variar. Participar en actividades que estimulen la creatividad...
Malas noticias
Rechaza el concepto de las malas noticias. Es un pensamiento equivocado que sólo sirve para poner trabas a tu determinación y creatividad. Si repasas tu vida, observarás que lo que calificaste como malas noticias no lo fueron tanto. De hecho, doy fe de ello, en muchos casos se convirtieron en unas noticias extraordinarias. Perder algo deja un hueco que habitualmente se vuelve a llenar con algo mejor. Es ley de vida. Si de la noche a la mañana te encuentras sin trabajo, puedes verlo como una mala noticia o como la oportunidad de replantearte cuál ha de ser tu siguiente nueva profesión. Sin duda este es el caso si te encuentras en esa circunstancia y estás entre los 45 y 50 años. Has tenido la suerte de haberlo descubierto a tiempo (pero eso será tema para otro día). Siempre tienes la ocasión perfecta para darle la vuelta a una situación antes de ponerle una etiqueta. Puedes transformarla en algo muy valioso y convertir lo que parecía malo en algo bueno y beneficioso. Has de desarrollar la sabiduría necesaria para reconocer la diferencia, para no juzgar precipitadamente, ni asignar a los acontecimientos una carga negativa. Disfrutar de la vida no puede quedar condicionado por las noticias que te lleguen...
Para ser ágiles
Para prosperar en un entorno complejo, incierto y ambiguo, las organizaciones, que podríamos calificar como ágiles, precisan contar con una mayor adaptabilidad y un elevado compromiso. Se puede servir mejor a los fines de aquellas si se siguen los siguientes principios: El valor de la satisfacción del cliente. La obsesión por el beneficio económico conduce a pensar sólo en el corto plazo y a un escaso nivel de compromiso. Poner el foco en la satisfacción del cliente y proporcionarle valor de forma continuada es la manera de cumplir con los fines de la organización. El beneficio es el resultado de dar valor a clientes satisfechos. Asumir la complejidad. Los modelos de gestión centrados en las predicciones y el control no sirven para desenvolverse en entornos complejos que plantean retos distintos de los experimentados en el pasado. Las nuevas organizaciones saben cómo asumir la complejidad y hacer de ello una ventaja diferencial. Transparencia absoluta. Toda la información ha de estar fácilmente disponible para que las personas tomen decisiones bien informadas. Esto permite la adaptación al cambio, mantenerse flexibles y mejorar continuamente. Promover el compromiso. Para hacer frente a la complejidad, el compromiso y la capacidad de resistencia son más apropiados que la búsqueda de la eficiencia. Sin compromiso no se puede generar valor ni innovación. Conceder autonomía. La nueva tipología de los equipos eficaces se caracteriza por su carácter multidisciplinar, su colaboración para la obtención de resultados, su sentido de una visión compartida y la capacidad de autonomía. Son la mejor herramienta para tener éxito en un entorno complejo. Humanización de los sistemas. Significa alejarse de los modelos mecanicistas que considerarlas personas como recursos intercambiables, que obedecen ciegamente a instrucciones orientadas a la obtención de la máxima eficiencia. Ahora las personas se han de organizar...
Ociosidad
Hay un autor que considera la vida como un período entre dos eternidades de ociosidad. La imagen tiene su gracia y puede servir para alejar toda tentación de estar ocioso, algo contra lo que siempre se ha de luchar. Al propio ego le cuesta actuar y crear algo. Es algo que todos experimentamos. Vencer esa resistencia exige coraje, tanto, que lo habitual es observar a gente incapaz, bloqueada. Pero a la vez, hoy día disponemos de los recursos precisos para salir de esa situación y empezar a producir, en cualquier profesión y para realizar cualquier tarea. Puedes empezar por desarrollar un nuevo yo, con una personalidad diferente que te abra a nuevas oportunidades para asombro y desesperación de tu viejo y acomodado yo. Si no te quedas parado, el mundo a tu alrededor te reconocerá sin que debas promover específicamente tu imagen. Y les...
Cómo trabajas
Cuando en el entorno laboral se habla de creatividad, con frecuencia lo que se busca es la manera de encontrar ayuda para mejorar la capacidad de ejecutar, de actuar con mayor eficacia. El origen de esa limitación se suele atribuir al entorno de la organización, a su dimensión, reducida o excesiva, a los directivos, poco competentes, o a los procesos establecidos, que impiden operar adecuadamente. Pero en vez de repartir las culpas, lo más sensato es asumir responsabilidades. A la vez que se debe reconocer que no hay un lugar de trabajo prefecto, también hay que aceptar que la mayoría de los retos son de índole personal. Es la actuación de la persona individual lo que determina aquello que se hace y la calidad con que se hace. En último extremo, lo que determina la eficacia es la capacidad para completar rutinas personales, para actuar de manera proactiva y no reactiva, para mejorar los hábitos de trabajo. Por eso es conveniente reflexionar sobre la manera de trabajar. Aunque todos anden muy ocupados, es imprescindible parar para analizar el modo en que se desarrollan las tareas y la manera de mejorarlas. Y en cualquier caso has de hacerlo en lo personal. Lo peor de cualquier rutina es que se sigue de modo inconsciente y es fácil acabar a merced de unas circunstancias cambiantes que condicionan el modo de trabajar. El estar continuamente conectado e informado se vuelve un inconveniente en la medida en que limita la posibilidad de pensar y actuar según los propios criterios. Pero la solución pasa por uno mismo. Puedes rendirte y acomodarte, dejarte arrastrar por los acontecimientos, o auditar tu manera de trabajar y asumir la responsabilidad de arreglarla para que responda a tus intereses. Sólo así podrás dejar huella en...
Cambiar de mentalidad (2)...
Continuación de la nota anterior: Cambiar de mentalidad (1) 2. Asume otros puntos de vista. Nunca sabes de dónde puede surgir esa nueva idea que revolucionará y hará crecer tu negocio. Desconfía de tu tendencia a creer que sólo la información de la que tu dispones es la relevante para la toma de decisiones. En un entorno incierto, la diversidad de puntos de vista te amplía el campo de visión y te abre a un mayor número de posibles soluciones. Además suelen proceder de fuentes inesperadas para ti. Para poder incorporarlos, en la práctica, podrías hacer lo siguiente: Adopta el punto de vista de alguien que habitualmente te irrita o resulta desagradable. Averigua qué es lo que podrías aprender de esa persona. Busca la opiniones de personas que se encuentran mas allá de tu zona de confort. Te sorprenderá favorablemente la perspectiva de gente más joven o la de clientes insatisfechos. Escucha las opiniones de terceros. No trates de convencerles de tus conclusiones; escucha y aprende. Podría ocurrir que te llevaran a cambiar de criterio. 3. Desarrolla nuevos sistemas Trata de identificar nuevos patrones de comportamiento y experimenta con nuevas políticas y sistemas de funcionamiento a partir de ellos. Puedes encontrar nuevas posibilidades si: Consideras ideas contrapuestas sin necesidad de tener que reconciliarlas. Es posible que al no tener que optar entre ellas descubras otras opciones que te pasaban desapercibidas. No pierdas tiempo persiguiendo la mejor solución. Selecciona lo mejor de diferentes opciones y experimenta con ellas. En vez de afrontar de modo directo la raíz de un problema aborda aspectos periféricos más susceptibles al cambio y capaces de generar resultados inmediatos. Todo cambio de mentalidad tiene implicaciones y puede acarrear algunos costes. Tu imagen de jefe tradicional y oxidado puede resentirse pero ganarás en...
Cambiar de mentalidad (1)...
Para abordar situaciones desconocidas o caracterizadas por la incertidumbre resulta natural buscar fórmulas que proporcionen seguridad y capacidad de control. Enfrentado a problemas complejos e imprecisos aplicas rutinas que ya conoces y que te aportan claridad y tranquilidad. Pero al actuar de ese modo reduces tus posibilidades de respuesta sólo al ámbito de lo que para ti resulta familiar y conocido, lo que para esas nuevas situaciones seguramente no es lo más acertado ni eficaz. Operar con modelos simples en circunstancias complejas impide percibir adecuadamente la realidad y descubrir soluciones más eficaces. En vez de desagregar la complejidad en piezas asequibles deberías cambiar de mentalidad, expandir tus opciones y realizar experimentos de bajo riesgo que potencialmente te proporcionen mejores resultados. ¿Pero cómo hacerlo en la práctica? Se trata de desarrollar nuevos hábitos, poner en marcha iniciativas no convencionales que no siempre han de ser muy radicales. Con frecuencia unos pequeños cambios pueden tener consecuencias sorprendentes y significativas. A continuación vamos a ver algunos procedimientos que te serán de utilidad. Hazte unas preguntas diferentes. Las preguntas que te sueles hacer ante cualquier problema responden a tu manera habitual de pensar. Tratas de encuadrarlo en unos parámetros que te ayuden a encontrar la solución. Pero al actuar así te mantienes dentro de lo acostumbrado y ordinario y las respuestas serán mediocres o inadecuadas. Para variar, hazte un tipo de preguntas distintas, que te lleven más tiempo de contestar, que te obliguen a pensar en profundidad y considerar otras posibles opciones, como por ejemplo: ¿Qué es aquello que no espero encontrarme? ¿Cómo podría acomodarme a lo inesperado? ¿Hay algo que doy por sabido y me quedo con la primera explicación que aparece de manera rápida o a la ligera? ¿Que ocurriría si, para experimentar, abandono mis supuestos...