De qué hablas 11Abr

De qué hablas

Acabo de salir de una reunión y me veo obligado a escribir esta nota. Ha sido bien poco productiva por el defecto de uno de los participantes de hablar sólo de sí mismo, de su experiencia, de sus capacidades… Ha sido penoso. No puede pasarte a ti. Toda conversación, ya sea casual o formal, tiene una estructura y unas reglas que ayudan a que sea satisfactoria y agradable para los interlocutores. Las circunstancias y razones por las que debemos entablar conversaciones con otros son muy variadas, pero para evitar que se conviertan en monólogos o en sucesiones de preguntas y respuestas, menciono a continuación algunas orientaciones que siempre serán de utilidad para hacerlas más provechosas. Piensa que la persona con la que hablas está invirtiendo un tiempo valioso. Mira de proporcionarle a cambio un valor significativo que pueda llevarse como resultado de la conversación. Ponte verdaderamente en su lugar y trata de percibir los asuntos como él los siente. Tu empatía debe ser sincera o lo notarán y te juzgarán negativamente.  Céntrate en sus necesidades y no en las tuyas. Esto no quiere decir que no hayas de intervenir para manifestar tus intereses, pero ocupa el mínimo tiempo posible. Trata de identificar sus capacidades así como sus limitaciones y restricciones a partir de los temas que aborda y del modo en que lo hace. De este modo encontrarás la manera de entrar en sintonía con él. No te centres en un tema durante demasiado tiempo ni seas excesivamente prolijo en la información que transmitas. No te sientas obligado a seguir hablando de lo mismo y busca el equilibrio dando cabida a otros asuntos. Mira de acabar con acuerdos de compromiso y respaldo a las acciones que se decidan emprender. De este modo la conversación...

Sal del despacho

Me contaban hace poco de un alto directivo, recién incorporado a su nueva organización, del que apenas nada se sabía pues pasaba el tiempo encerrado en su despacho. Cuando se les pregunta en qué ocupan su tiempo a directivos en posiciones ejecutivas, suelen responder que en reuniones con sus colaboradores, en el estudio y análisis de informes de resultados o en la resolución de problemas de desempeño. Son sin duda tareas importantes aunque quizás no del todo acordes con lo que se esperaría de quien debe ejercer el liderazgo de la organización. Seguro que algunas de esas tareas podrían delegarlas para ocuparse de otras en las que nadie les puede sustituir. La principal hoy día me parece que tiene que ver con la remodelación e implantación de una nueva cultura, más en consonancia con los tiempos actuales. La actividad indelegable del alto directivo está en asegurar la definición del propósito institucional, y el promover la identificación y el compromiso de la organización con sus valores, estrategia y objetivos. Esto implica llegar a conocer a cada una de las personas a su cargo y proporcionarles los medios para que puedan realizar con su trabajo una contribución decisiva. Más que trabajar con sus colabores inmediatos los altos directivos deberían dedicarse a observar al resto de la organización, reconocer y premiar lo que funciona y facilitar los recursos para que los directivos correspondientes puedan resolver los problemas de desempeño o reconducir decisiones que no estén alineadas de manera adecuada. En la práctica, los directivos en posiciones de liderazgo deben ocuparse de desarrollar la cultura organizativa que desean, para que después, su funcionamiento orgánico, pueda proporcionar los resultados esperados. Por tanto, si tienes asignada esa responsabilidad, analiza a qué dedicas tu tiempo no sea que tus actividades diarias...

El camino del éxito

Son muchos los lugares comunes que uno puede leer acerca de lo que hay que hacer para conseguir el éxito. El dilema es el de siempre: ¿Uno nace o se hace…? En este artículo se aborda de manera rigurosa una investigación que defiende que el éxito no se relaciona con quien uno es sino con lo que uno hace. Estas son las cosas que parecen identificar a las personas que alcanzan sus objetivos. Estás ordenadas por su capacidad de impacto. Igual te sirven de orientación: Ten coraje. Es la determinación de alcanzar tus objetivos a largo plazo, de persistir en ellos a pesar de las dificultades. Si piensas que eres incapaz de tenerlo, estás en un error. Si pones esfuerzo, planificación, persistencia y las estrategias adecuadas, verás con más claridad a dónde te diriges y aumentará tu decisión. Ten la certeza de lo que te falta. Has de evaluar de manera regular y frecuente tu progresión. Si no sabes qué tal lo estás haciendo no podrás cambiar tu comportamiento o las tareas a realizar para avanzar hacia tu objetivo. Sé concreto. Cuando te propongas un objetivo sé lo más preciso posible. De este modo sabrás cuándo lo habrás alcanzado y las acciones que te permitirán lograrlo. Así sabrás si has hecho lo que debes o no y te mantendrás motivado hasta llegar a tu meta. Decide que es la hora de actuar. En medio de tantas ocupaciones y compromisos, dejas escapar numerosas y verdaderas oportunidades. Elegir explícitamente lo que quieres hacer en cada momento te ayudará a identificar retos y aumentará las posibilidades de lograrlos. Céntrate en lo que debes hacer. No pienses en los malos hábitos que quieres evitar pues refuerza su atracción, sino en las actividades para lograr tus nuevos objetivos. Desarrolla tu...

Acerca de la esperanza...

En este caso sobre su papel en la empresa. Es acerca de la creencia en que las cosas pueden mejorar y que uno puede contribuir a que lo hagan. Si tienes una posición de liderazgo, la capacidad de transmitir esperanza a quienes te rodean es determinante para poder ejercer ese papel. En los tiempos actuales son muchas las empresas necesitadas de esperanza y pocos los directivos en condiciones de aportarla. Abundan los que pasan el tiempo quejándose de los problemas y lamentándose de la falta de recursos para hacerles frente. Muchos empleados no se atreven a exigir en sus empresas esos cambios capaces de generar la esperanza que necesitan. Tienen miedo a ser represaliados, a aparecer en la lista de los siguientes que quedarán abandonados en la cuneta. Pero lo cierto es que no ven, ni nadie les explica, la manera de reinventar el negocio para salir adelante. He observado directivos que suplen su carencia para generar esperanza con una actitud que podría denominarse como de “encantadores de serpientes” o “flautistas de Hamelin”. Su supuesto liderazgo se apoya en la confusión generada por discursos grandilocuentes pero vacíos, por actuaciones llamativas pero poco coherentes, que suponen sin más una huida hacia delante y sin destino. Al final, sólo tiempo y energías perdidos para acabar en una situación aún más calamitosa. La esperanza no se genera sólo con la manifestación de grandes intenciones. Se ha de acompañar de medios y de iniciativas concretas. Estas son algunas de las cosas que me han sido de utilidad para generar esperanza en circunstancias difíciles: Transparencia en la comunicación. No se puede liderar la salida de una situación difícil con el engaño y la confusión. La explicación honesta del estado de las cosas es el paso inevitable para reconducir los...

Actualízate

¿Cuándo ha sido la última vez que has actualizado el equipo o el software de tu ordenador? ¿Cuánto hace que cambiaste de teléfono móvil o actualizado su sistema operativo? ¿Cuántas nuevas aplicaciones has descargado para tus dispositivos móviles? Las tecnologías y conocimientos cambian de manera muy rápida, y lo que no dudas en incorporar en tus herramientas de trabajo y de relación deberías aplicarlo a tu propio ”sistema operativo”. Las capacidades necesarias para destacar en el mercado o en tu empresa son más complejas hoy. Incluyen dimensiones en ámbitos como…: la gestión de los medios de comunicación digitales, el seguimiento de las opiniones de los clientes, construir un amplio abanico de relaciones, asegurarte la vinculación de tus colaboradores, innovar y desarrollar nuevos productos y servicios. No creo que sea precio insistir mucho en los beneficios, pero por si lo necesitas para acabar de decidirte, ten en cuenta algunos de estos factores: Te añade credibilidad. La formación que recibas, si además está respaldada por certificaciones o diplomas, elevará la percepción de los demás acerca de tus capacidades. Ganarás en competencias. No es posible ser un experto en todo, pero si te centras en una o dos áreas de especialización, es fácil que te conviertas en persona de referencia. Adquirirás una mayor flexibilidad y versatilidad que te permitirá desempeñar nuevas tareas y asumir más responsabilidades. Contribuirás a asegurar la viabilidad económica. Los beneficios para tu negocio crecerán con rapidez. La formación no es un coste sino una inversión que se repagará prontamente   Hoy día el acceso a la formación es sencillo y está ampliamente disponible. Podrás participar en programas de docencia presencial, semipresencial o virtual que se acomodarán a tus necesidades y disponibilidad de tiempo. Reciclarse requiere compromiso. Como todo aquello que es valioso, mejorar...

Vertical y horizontal...

Pueden verse estos dos calificativos aplicándose con frecuencia al liderazgo en las organizaciones. Algunos los contraponen y tienden a favorecer en la actualidad el liderazgo horizontal. Como no estoy de acuerdo, me ha perecido oportuno dedicar esta nota a tratar del asunto. Se afirma que el liderazgo vertical se orienta a que las cosas se lleven a cabo señalando el camino hacia un objetivo común. Parecería que para ejercer el liderazgo vertical no es preciso haber sido un buen seguidor. Se trata principalmente de ejercer el poder y el control de arriba abajo. El liderazgo horizontal, sin embargo, consistiría en persuadir a otros, sobre los que no se tiene un control directo, para que se sumen a una causa común. Exige reciprocidad dado que en ocasiones se ha de asumir el papel de seguidor y otras veces el de líder. Es decir, exige tanto saber confiar como hacer que confíen en uno. Me parece inútil distinguir entre antiguos y nuevos modelos de liderazgos, que responden a competencias distintas, y cualificados según coordenadas cartesianas. Más bien creo que estamos ante formas más o menos completas y verdaderas de entender el liderazgo. Es verdad que en la medida que las organizaciones adoptan estructuras más planas parecerá que el horizontal tiende a predominar, pero lo fundamental no es la geometría sino las relaciones entre las personas. El liderazgo es tanto vertical como horizontal, dependiendo de quien lo ejerce, de la posición en la organización y del momento o contexto en que se ejerce. Antes como ahora, el liderazgo viene determinado por la confianza, es cierto, pero eso es el resultado y no la causa de las acciones del líder. Para comprender el liderazgo, la clave está en identificar la motivación de las acciones del líder. En la...

¿Estás perdido?

Perdona, quizás tu ahora no. Pero, por lo que veo, son muchos los que en estos tiempos andan muy desorientados. En todo caso, todos nos sentimos así en un momento u otro. Suele ocurrir cuando lo que te propones se te escapa una y otra vez. Y estás convencido que ello se debe a factores externos. Sin embargo, es altamente probable que tu mismo seas parte del problema. Por ejemplo: Quizás eres demasiado impaciente y a las primeras de cambio abandonas. Eso es que no tienes el compromiso necesario para mantenerte firme en las acciones que te exige el alcanzar tus objetivos. Igual no te has parado a pensar en serio cuáles son tus principios, tus propósitos, ni en qué medida progresas. No conoces que es lo que haces bien ni aquello en lo que deberías mejorar. En ocasiones ocurrirá que no has establecido bien las prioridades y confundes lo urgente y lo importante. Tal vez no pones el suficiente esfuerzo. No puedes esperar que las cosas te salgan a la primera y sin especial dificultad. Seguro que tienes sobrada experiencia para saber que eso no es así. Acaso te asusta asumir los riesgos que acompañan a lo que buscas y por eso retrasas el ponerte a trabajar en ese asunto. No te gusta la incomodidad y haces todo lo posible por evitarla. También es probable que no estés suficientemente centrado en lo que pretendes. Te distraes con otras actividades que no conducen a tu objetivo y pospones aquellas que son determinantes. Pudiera ocurrir que no tengas un plan bien establecido y actúas al azar o sin criterio. No sabes lo que deberías de hacer a continuación ni te has puesto unas metas claras. Es posible incluso que no cuentes lo suficiente con los demás. Seguro...

¿Saludas? 19Mar

¿Saludas?

Hacerlo no es tan fácil como parece y conforme pasan los años la dificultad crece. Seguro que temes percibir una sensación de rechazo o que te miren como si estuvieras loco. Y sin embargo, ¿cuál es tu experiencia cuando te saludan? La semana pasada mientras desayunaba en un pequeño café, entró una persona y saludó de manera genérica sin obtener respuesta alguna. Repitió de nuevo el ¡Buenos días! en voz más alta, y todos respondimos y sonreímos ante nuestra falta de educación. Y el ambiente se relajó de inmediato entre todos los desconocidos que allí estábamos. Algo sencillo que nos hizo a todos sentirnos mejor. Es verdad que en muchas situaciones pillas a la gente desprevenida y de alguna manera parece que interrumpes. Pero si aprecian un deseo sincero de interactuar, de ser amable, lo más habitual será que la gente responda de manera agradable y colaboradora. Saludar es más poderoso de lo que imaginas. Manifiestas un reconocimiento hacia la gente a la que te diriges, lo cual siempre les resulta agradable y eleva el ánimo. Particularmente importante es identificar a esas personas cuyo trabajo pasa más desapercibido o es más desagradecido. En mi experiencia, en ellas el impacto de tu reconocimiento es infinitamente mayor y la acogida aún más extraordinaria. Por tanto, saluda con frecuencia, incluso en exceso. Si no lo haces pierdes, cada vez, la ocasión de hacer algo pequeño pero significativo por los demás....

Insufribles

Hace poco hablaba de las incomodidades y de la ventaja que proporciona el aceptarlas y aún más el elegirlas. Sin embargo algunos me hacéis saber que estáis dispuestos a aceptar de buen grado incomodidades materiales, pero cuando se trata de personas insufribles, eso ya es otro asunto. En efecto, cuesta mucho más asimilar las molestias ocasionadas por las personas que nos rodean o con quienes estamos obligados a relacionarnos. No digo que necesariamente hayas de permanecer pasivo. En ocasiones habrá que salir al paso de determinadas conductas o hacer frente con firmeza a situaciones injustas. Pero, aunque no sea fácil, también aceptar lo positivo de esas contradicciones ayuda a crecer y ganar en madurez. En todo caso, las siguientes consideraciones te ayudarán a abordar esas circunstancias aparentemente difíciles: No asumas de entrada mala voluntad en la otra parte. Lo más probable es que se trate de un mal entendido, un error de interpretación, una insuficiente comunicación. Reconoce que tenemos caracteres muy distintos, sensibilidades opuestas; reacciona a esto de manera positiva y no te sientas agredido por ello. No hagas juicios de valor y acepta a los demás como son. En la medida que te abras a ellos, crecerás en conocimientos y te sentirás más cómodo. Renuncia al orgullo de ganar siempre, a exigir que te valoren como el mejor, a llevar siempre la razón. En realidad no tienes gran cosa que perder.   Aprecia las ventajas que te proporcionan las molestias derivadas de las diferencias de carácter y personalidad. Te curarán de la estrechez de miras y descubrirás nuevas cualidades. Ten por seguro que aprenderás más de aquellos con los que ahora no te entiendes que de esos otros con los que pareces coincidir en todo. Si sólo te relacionas con tus afines, habrá...

Incomodidades 11Mar

Incomodidades

Todos las experimentamos aunque parece que la mayoría trata de evitarlas. Sin embargo, actuar así es un factor limitante del propio desarrollo. Seguro que cada día te encuentras con cosas que no te gustan, personas que te incomodan, situaciones que te resultan molestas. Cae dentro de la normalidad y has de saber vivir con ello. Algunos tratan de escapar de cualquier malestar o molestia y se entregan a hábitos que generan mayores inconvenientes: tabaco, alcohol, drogas, comida, desidia. El resultado para quienes no saben asumir o convivir con las pequeñas incomodidades habituales es que se muestran  inquietas, nerviosas o de mal humor. Todo crecimiento o cambio exige un esfuerzo que se acompaña de cansancio y molestias. No son algo malo en sí mismo; es sólo que no estás acostumbrado a esas nuevas circunstancias, que no las aceptas como algo positivo. Aunque suene contradictorio, para superar las incomodidades lo mejor es sentirse “cómodo” con ellas. Y esto sólo ocurre si tu mismo las has elegido. Desde ese momento pasan a tener un sentido y una utilidad extraordinaria para tu desarrollo personal. Las recompensas llegan siempre antes de lo que imaginas: orden, eficacia, satisfacción, alegría, amistades, aprendizaje, progreso, descubrimientos, salud, … Ya ha sido suficiente molestia leer esta nota. Ahora ya puedes ponerte con eso que no te apetece nada y date el gusto de sacártelo de encima. ¡Tu eliges!...

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