¿Estás perdido?

Perdona, quizás tu ahora no. Pero, por lo que veo, son muchos los que en estos tiempos andan muy desorientados. En todo caso, todos nos sentimos así en un momento u otro.

Suele ocurrir cuando lo que te propones se te escapa una y otra vez. Y estás convencido que ello se debe a factores externos. Sin embargo, es altamente probable que tu mismo seas parte del problema. Por ejemplo:

  • Quizás eres demasiado impaciente y a las primeras de cambio abandonas. Eso es que no tienes el compromiso necesario para mantenerte firme en las acciones que te exige el alcanzar tus objetivos.
  • Igual no te has parado a pensar en serio cuáles son tus principios, tus propósitos, ni en qué medida progresas. No conoces que es lo que haces bien ni aquello en lo que deberías mejorar.
  • En ocasiones ocurrirá que no has establecido bien las prioridades y confundes lo urgente y lo importante.
  • Tal vez no pones el suficiente esfuerzo. No puedes esperar que las cosas te salgan a la primera y sin especial dificultad. Seguro que tienes sobrada experiencia para saber que eso no es así.
  • Acaso te asusta asumir los riesgos que acompañan a lo que buscas y por eso retrasas el ponerte a trabajar en ese asunto. No te gusta la incomodidad y haces todo lo posible por evitarla.
  • También es probable que no estés suficientemente centrado en lo que pretendes. Te distraes con otras actividades que no conducen a tu objetivo y pospones aquellas que son determinantes.
  • Pudiera ocurrir que no tengas un plan bien establecido y actúas al azar o sin criterio. No sabes lo que deberías de hacer a continuación ni te has puesto unas metas claras.
  • Es posible incluso que no cuentes lo suficiente con los demás. Seguro que hay muchos que podrían echarte una mano si lo pidieras. A veces sólo se trata de pasar un rato con ellos. La simple conversación podría darte nuevas pistas.

 

En fin, podrían ser tantas cosas… Analiza cuáles te llevan a estar perdido y pon remedio.