10 mandamientos

Han salido así, sin más, pensando en directivos y en el mejor modo de ejercitar su responsabilidad. Están tomados de ideas de aquí y de allá… No responden a ningún orden ni prioridad. Seguro que puedes encontrar muchos otros… Actúa más como un guía que como un juez. Tu trabajo es comprender los errores de los otros y ayudar a superarlos. Rodéate de gente mejor que tú. Mejorarán tu productividad y te harán parecer más valioso de lo que eres. Selecciona a la gente por su actitud y mentalidad más que por su pedigrí académico. Establece canales de diálogo y comunicación, para que te hagan llegar sus honestas opiniones. Sé honesto y no les ocultes la verdad, por dura que sea. Desafía el pensamiento único. Pregunta qué es lo que gusta y lo que no; descubre lo que debe cambiarse. Ten el coraje de abrirte a nuevas ideas, independientemente de su origen, y promueve la crítica constructiva. Ataca el elitismo, deshazte de los intrigantes, de los controladores y abusadores, y promueve los valores del crecimiento y dejar huella en los demás. Suprime jerarquías, estimula que se compartan ideas y premia el trabajo en equipo más que el individual. Mantente en contacto con la realidad, suprime tu ego y potencia tu humanidad. Muéstrate compasivo y sensible cuando tus decisiones tengan un impacto negativo en las personas. El resultado será que proporcionarás mayor prosperidad y felicidad a mucha gente....

En otro lugar de «La Mancha»…...

«… de cuyo nombre no puedo olvidarme, unos directivos contaban, siempre en primera persona, las historias de sus hazañas. Las gentes de alrededor se tenían por privilegiados al participar de aquellas grandezas y ser reconocidos como miembros de la familia. Por la trampa de la necesidad y con entusiasmo dudoso, sacrificaban sueldos y promociones con la esperanza de un día, alcanzado el éxito empresarial, recuperarlos con demasía. Pero ese logro no llegaba, y año tras año escuchaban historias repetidas de las antiguas victorias de aquellos con quienes trabajaban.» Lo que parece un fragmento perdido de un libro de caballerías, me resulta muy conocido. Describe el ambiente que te puedes encontrar en algunas empresas e instituciones, más de las deseables. Se caracteriza por escuchar, en las presentaciones públicas de sus directivos, un mayor uso del «yo» que del «nosotros». Pero lo verdad es que esos «yo», en vez de brillar como estrellas, alumbran lo que una mala linterna y duran lo que unas pilas baratas. «Mejor sería, amigo Sancho, que esos pretendidos genios cesasen de aburrirnos justificando de continuo su talento e hicieran valer las cualidades de su equipo, al que deberían hacer crecer y en el que habrían de pasar desapercibidos…» No es misión del directivo aparecer como superior y ganar batallas propias, sino asumir su responsabilidad de conformar un equipo ganador. Nunca nadie logra nada solo y por méritos propios; ni siquiera en los deportes individuales....

¿Cómo andas de fuerzas?...

La medida última del impacto de tu vida no es el tiempo que hayas vivido sino la intensidad con la que lo has llenado. Tu desempeño, tu estado de salud, tu felicidad, se basan en el modo en que manejas la energía de que dispones. Las horas están contadas pero el esfuerzo que pones en ellas no tiene límites. Cuanto más te responsabilices de la fuerza que transmites, mayor será tu potencial y tu productividad. Deberías dedicar todas tus energías a marcar la diferencia, a seguir añadiendo valor a los demás, con un trabajo intenso. Para lograrlo necesitas hacer cuatro cosas: Comprometerte: Difícilmente podrás esforzarte si te sientes desenganchado de lo que quieres hacer. Empeñarte: Tendrás que invertir emocional y físicamente en lo que has de realizar. Reinventarte: Lo que te sirvió para ayer no te dará resultado mañana. Avivarte: Has de recuperar energías mediante el ejercicio, buena alimentación, entretenimiento y descansos. En cuanto te pongas a ello apreciarás los resultados: Aumentará tu fortaleza. Te compensa gestionar tu capacidad de empuje, sobre la que puedes influir, más que gestionar tu tiempo. Y además podrás contribuir a fortalecer y motivar a los que te rodean.  ...

Destaca los fallos

Quizás eres de los que piensan que para persuadir a terceros debes destacar tus fortalezas y minimizar tus debilidades. Sin embargo, eso sólo tiene sentido si estás ante una audiencia que te apoya. Cuando tengas que defender una idea novedosa o sugerir la adopción de algunos cambios ante audiencias escépticas, que buscarán fallos en tus argumentos o razones por las que aquello que defiendes no debe funcionar, lo mejor es que tú mismo pongas el acento en los defectos de tu propuesta. Esto se justifica por varias razones: Al actuar así desarmas a tu audiencia que, cuando aprecia que alguien quiere persuadirles de algo, levanta sus defensas. Si manifiestas un optimismo exagerado te calificarán como un vendedor, de algún modo deshonesto, y se mostrarán recelosos o escépticos. Pero si describes lo que no funciona, cambiarán su actitud defensiva por la de resolución de problemas y se convertirán en tus aliados. Otra ventaja es que cambiarán el modo de evaluarte. Presentar tus limitaciones te hará parecer más listo. Verán que no tratas de engañarles y que te adelantas a las dudas que ellos mismos podrían plantear. Una tercera razón es que te hace ganar su confianza, al presentarte de manera honesta y humilde. Hablar con franqueza de los aspectos más débiles te da credibilidad. Finalmente, permites que tu audiencia haga una evaluación más favorable de tu idea por el sesgo introducido en la manera de presentarla. Al facilitarles el trabajo de reconocer algunos problemas, van a tener más difícil dar con otros nuevos y esos que señales no les parecerán tan graves....

Gilipollas

Al final me he animado a titular con esta palabra tan castellana como expresiva, que define a algunos directivos que se caracterizan por tratar mal a su gente y que opinan que esa es la manera de alcanzar el éxito personal. Creen que su progresión se vería afectada si se comportaran de manera amable y tratasen a sus colaboradores de manera digna. Los jefes gilipollas resultan enormemente costosos para las personas y las organizaciones en modos que muchas veces pasan ocultos. Quienes se comportan de manera grosera, insultante y degradante con los demás, les afectan de manera muy negativa en su desempeño, creatividad, productividad, toma de decisiones, así como en las ganas de ayudar a sus compañeros o de trabajar con intensidad. Ya sé que estás repasando ahora cuántos de estos jefes tienes o has tenido… Pero hay un aspecto más personal que quiero considerar hoy y que tiene que ver con el reconocimiento de la posibilidad de que eso te esté pasando a ti y seas parte del problema. Cuanto más tiempo lleves de directivo, mayor es el riesgo de que te hayas vuelto insensible y desagradable en tu trato con los demás. Todos tenemos la inclinación a caer en el autoengaño y la negación. No somos conscientes de nuestros defectos y, si admitimos alguna deficiencia, subestimamos su gravedad y las posibles consecuencias negativas. Aceptar que en ocasiones nos comportamos como gilipollas requiere derribar defensas bien establecidas. Cuanto mayor sea la distancia entre el modo en que te ves a ti mismo y el modo en que te aprecian los demás, peores serán tus relaciones con ellos. Compensa, por tanto, saber cómo te ven y para eso necesitas contar con personas que te conozcan, que no te doren la píldora. Y tú has...

Riesgo calculado

Por mucho que se hable en el entorno empresarial y directivo del riesgo en términos generales, proponiendo la conveniencia de experimentar y no temer una penalización si se fracasa, lo cierto es que tanto el riesgo como el fracaso pueden impactar de manera profunda en cualquier persona. Estamos en una época que empuja a adaptarse, a innovar, a introducirse en áreas potencialmente arriesgadas. Aunque al mismo tiempo, en un mundo que sólo valora a los triunfadores, las consecuencias de hacerlo así son más preocupantes por la mayor visibilidad de las acciones y el mayor coste de los fracasos, . Los directivos tienen la responsabilidad de desarrollar esta cultura de asunción de riesgos dando ejemplo. Y lo pueden hacer manifestando la confianza en su gente al descentralizar la toma de decisiones y premiando el aprendizaje que acompaña a los fracasos. Pero esta delegación de autoridad sólo funciona si los colaboradores tienen la mentalidad y competencias adecuadas, a la vez que el acceso a toda la información relevante. De ahí la importancia del desarrollo interno de las personas de la propia organización....

No es sólo voluntarismo...

Tu comportamiento no viene condicionado sólo por decisiones conscientes. También influyen los estímulos que te llegan del entorno que te rodea, capaces de desencadenar hábitos automáticos que te hacen sentir seguro y cómodo. Para que determinados cambios se puedan realizar, para que tus resoluciones se lleven a cabo, deberás superar algunos viejos hábitos que pueden significar ciertas dificultades. Resolver esos problemas no es sólo cuestión de fuerza de voluntad. No se trata tan solo de hacer más de lo mismo, sino de hacer las cosas de otro modo. Para lograr el cambio que te propones, habrás de ser capaz de gestionar tanto tus intenciones como las circunstancias que influyen en tu comportamiento....

Concreta

No requiere mucho esfuerzo soñar con la obtención de unos resultados deseados. Sin embargo, es mucho más costoso determinar el comportamiento necesario para lograr esos objetivos. Que tus propósitos se traduzcan en actuaciones requiere que se formulen de manera muy concreta y específica. Que una aspiración se haga realidad exige saber exactamente cuáles son las acciones necesarias para lograrlo. Es un error concentrarse en la descripción de los resultados que se pretenden y no formular los comportamientos necesarios para llegar a ellos. Eso conduce a no emprender acción alguna o realizar las equivocadas. Es el comportamiento lo que une las intenciones y los resultados. El comportamiento está en la naturaleza de todo cambio....

¿Solitario?

Son muchos los que por distintas circunstancias o razones de trabajo tienen que pasar mucho tiempo solos. Lo cual no equivale a estar aislados. Ni tampoco significa que vivan en soledad. La soledad puede nacer de no gustarse a uno mismo, de no disfrutar de un entorno tranquilo en el que encontrarse con uno mismo y decidir qué hacer. Asúmelo. Eres la persona con la que habrás de pasar más tiempo. Nunca podrás estar con los demás tanto tiempo como contigo, de modo que tendrás que aprender a quererte. Si no te gusta cómo eres, tendrás que cambiar para convertirte en esa persona que puedas aceptar, con la que te llevarás bien. Y ya no estarás solo....

Tragedia

Más pronto o más tarde te habrás de enfrentar a una tragedia personal. Las ves que suceden a tu alrededor y de momento parece respetarte a ti. Pero, ¿estás preparado para cuando te llegue? ¿Sabrás como afrontarla? Seguramente serán muchas las cosas que podrías hacer, pero estas cuatro actitudes habrán de estar presentes para ayudarte a salir de esa situación: Admitirla. Se trata de reconocer que se ha producido lo inesperado. Tu desconcierto e incredulidad tratarán de llevarte a un intento inútil de escapar de la realidad. Lo mejor que puedes hacer es afrontar la tragedia de manera franca y honesta. Hacerlo proporciona un cierto alivio que te ayuda a pasar a la siguiente fase. Aceptarla. En el reconocimiento de que al hombre no le es posible controlar todas las circunstancias se encuentra la mayor recompensa emocional y espiritual. La humilde aceptación de la tragedia proporciona los recursos necesarios para hacer frente a las consecuencias que puedan derivarse. En la aceptación se descubre la fuerza para sobrellevar la carga recibida. La resignación es capital para avanzar ahora y alcanzar la tranquilidad del espíritu. Adaptarse. Significa abandonar la pasividad e implicarse en la realización de los cambios necesarios para superar la desgracia y excluye toda posibilidad de rendirse o abandonar. Esta adaptación es una condición interna que reclama voluntad y compromiso sin reservas, que exige coraje y determinación. Actuar. No eres esclavo del destino, está en tu mano elegir en qué ocupar tus pensamientos y a qué dedicar tus energías. Así dejas atrás toda lamentación o pena por la tragedia sufrida. La mejor manera de encontrar la motivación para actuar es ponerse a trabajar pensando en ayudar a otros, en salir de uno mismo y abrirse a los demás. Esa actuación física e intelectual alivia...

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