Gilipollas

Al final me he animado a titular con esta palabra tan castellana como expresiva, que define a algunos directivos que se caracterizan por tratar mal a su gente y que opinan que esa es la manera de alcanzar el éxito personal. Creen que su progresión se vería afectada si se comportaran de manera amable y tratasen a sus colaboradores de manera digna.

Los jefes gilipollas resultan enormemente costosos para las personas y las organizaciones en modos que muchas veces pasan ocultos. Quienes se comportan de manera grosera, insultante y degradante con los demás, les afectan de manera muy negativa en su desempeño, creatividad, productividad, toma de decisiones, así como en las ganas de ayudar a sus compañeros o de trabajar con intensidad. Ya sé que estás repasando ahora cuántos de estos jefes tienes o has tenido…

Pero hay un aspecto más personal que quiero considerar hoy y que tiene que ver con el reconocimiento de la posibilidad de que eso te esté pasando a ti y seas parte del problema. Cuanto más tiempo lleves de directivo, mayor es el riesgo de que te hayas vuelto insensible y desagradable en tu trato con los demás.

Todos tenemos la inclinación a caer en el autoengaño y la negación. No somos conscientes de nuestros defectos y, si admitimos alguna deficiencia, subestimamos su gravedad y las posibles consecuencias negativas. Aceptar que en ocasiones nos comportamos como gilipollas requiere derribar defensas bien establecidas.

Cuanto mayor sea la distancia entre el modo en que te ves a ti mismo y el modo en que te aprecian los demás, peores serán tus relaciones con ellos. Compensa, por tanto, saber cómo te ven y para eso necesitas contar con personas que te conozcan, que no te doren la píldora. Y tú has de estar dispuesto a pedirles y aceptar su opinión, y a agradecérsela especialmente cuando no te guste lo que te digan.

A continuación tienes algunas pistas que te ayudarán a tratar a tus colaboradores con respeto y dignidad:

  • Evita el contagio. Si estás rodeado de gilipollas es muy probable que se te pegue su comportamiento. Piensa si ese es el tipo de persona que deseas ser, cómo te afecta a ti y a quienes aprecias, y cómo podrías remediarlo.
  • Cuando te comportes como un gilipolla, pide perdón de manera adecuada. Hacerlo bien te permitirá disminuir el daño, recuperar la relación y tu reputación, y aprender de tu error. Habrás de reconocer la falta, asumir la responsabilidad de lo ocurrido, tratar de explicar por qué lo hiciste y comprometerte con no volver a repetirlo.
  • Analiza el efecto del cansancio y la dependencia tecnológica. Si siempre andas pasado de vueltas y presionado con todo tipo de distracciones, citas, reuniones, correos, mensajes…, es normal que te comportes como un gilipolla. Andas sin tiempo para mostrarte amable, ignoras a los demás, no dedicas la atención necesaria a colegas, amigos o familiares.
  • Vigila el modo en que usas tu poder. Cuando lo ejerces sobre terceros corres el riesgo de tratarles despectivamente, de explotarles, de pensar sólo en lo que te conviene. Puedes corregirte si actúas con humildad, si reconoces los méritos de tus colaboradores, si te aprestas a servirles.
  • Viaja al futuro. Compórtate hoy de tal manera que, cuando el día de mañana repases tu actuación, puedas estar orgulloso de ella.

Si necesitas profundizar en este tema, lee este libro: The Asshole Survival Guide: How to Deal with People Who Treat You Like Dirt

Notas relacionadas:
¡Mi jefe me grita!
Mi jefe no me grita pero tampoco hace nada