¿Cómo andas de fuerzas?

La medida última del impacto de tu vida no es el tiempo que hayas vivido sino la intensidad con la que lo has llenado. Tu desempeño, tu estado de salud, tu felicidad, se basan en el modo en que manejas la energía de que dispones. Las horas están contadas pero el esfuerzo que pones en ellas no tiene límites. Cuanto más te responsabilices de la fuerza que transmites, mayor será tu potencial y tu productividad.

Deberías dedicar todas tus energías a marcar la diferencia, a seguir añadiendo valor a los demás, con un trabajo intenso. Para lograrlo necesitas hacer cuatro cosas:

  • Comprometerte: Difícilmente podrás esforzarte si te sientes desenganchado de lo que quieres hacer.
  • Empeñarte: Tendrás que invertir emocional y físicamente en lo que has de realizar.
  • Reinventarte: Lo que te sirvió para ayer no te dará resultado mañana.
  • Avivarte: Has de recuperar energías mediante el ejercicio, buena alimentación, entretenimiento y descansos.

En cuanto te pongas a ello apreciarás los resultados: Aumentará tu fortaleza.

Te compensa gestionar tu capacidad de empuje, sobre la que puedes influir, más que gestionar tu tiempo. Y además podrás contribuir a fortalecer y motivar a los que te rodean.