Aguanta y persevera

El camino para alcanzar toda aspiración está lleno de complicaciones. Más vale que las esperes; mejor aún prepárate para afrontarlas. Compensa anticiparlas y prepararse que no mirar atrás y lamentarse. El primer reto para lograr tus aspiraciones es el fracaso. Todos lo experimentamos. Por ello, a pesar de los reveses, agárrate a tus ideales hasta que por fin los alcances. Puesto que ta habrás de encontrar con el fracaso, hazte amigo de él. Asume las frustraciones, analízalas, aprende de ellas. Con tal de que no repitas siempre los mismos fallos, acabarás aprendiendo de ellos y te volverás emocionalmente más fuerte. El segundo reto que has de afrontar y superar es la inflexibilidad. Sólo hay dos tipos de planes los que podrían funcionar y los que no. No existe el plan perfecto. Has de elegir uno con potencial y hacerlo funcionar. Y en el proceso mantenerte flexible. Tus aspiraciones se han de mantener inalterables, pero todo lo demás cambiará: plazos de tiempo, recursos disponibles, supuestos, iniciativas, colaboradores… Dos capacidades has de desarrollar: Descubrir qué has de cambiar y saber cómo cambiarlo. Si te mantienes flexible y aplicas esas directrices tienes muchas posibilidades de superar los desafíos y salvar los obstáculos. Nunca contarás con garantías, pero si tienes un plan, te mantienes flexible, concentras tus esfuerzos y trabajas cada día para acercarte a tus aspiraciones, tienes muchas opciones para alcanzarlas....

Presumir de ellos

Una de las cosas que tiene ser jefe es que cuando tu gente hace un buen trabajo, tu obtienes por ello más crédito del que mereces. Sin caer en la arrogancia, ese reconocimiento excesivo te resulta necesario para reforzar en tus colaboradores la relación entre el esfuerzo que ponen y los resultados que se obtienen. Además, les gusta saber que estás en el buen camino y que compensa trabajar para ti. Has de saber presumir sin caer en la fanfarronada, destacando sin dudar los éxitos conseguidos y atribuyéndolos de inmediato al papel de tus colaboradores y felicitándote por su participación. Actuar así te ganará la imagen de ser un jefe responsable y humano. De hecho, no te importe reconocer para tus colaboradores más mérito del que tu creas que se merecen. Y eso a pesar de que ellos mismos sean los primeros en no darte mucho crédito a ti. No en vano conocen mejor que nadie quién ha hecho qué. Todos ganáis si eres capaz de atraer para tu equipo el máximo reconocimiento posible y tu te quedas con lo menos que puedas. Por el hecho de ser el jefe ya tienes mucho prestigio ganado y, al pasar las alabanzas a tus colaboradores, si eres sincero, te ganarás su confianza y admirarán tu modestia y generosidad....

Autenticidad

Vives en un mundo paradójico. Por un lado estás más conectado que nunca y por otro te sientes insatisfecho y necesitado. En buena parte esto se debe a la superficialidad de tus relaciones. Tu red de contactos es cada vez más amplia pero su calidad es baja. La tecnología no puede suplir la proximidad o la comunicación no verbal, lo que desemboca en una realidad artificiosa y una falta de sinceridad. Te crees obligado a crear una imagen de ti mismo perfecta, con una vida sin contratiempos ni dificultades. De este modo resulta difícil mantener unas relaciones valiosas y relevantes. Si la autenticidad es importante, aún es más necesaria si tienes responsabilidades directivas. La sinceridad es un elemento crucial en el lugar de trabajo. Si demuestras integridad y personalidad te ganarás apoyos y lealtad. Te seguirán no importa dónde, con independencia de las circunstancias. Para lograrlo, deberás centrarte primero en tu propio desarrollo. Has de descubrir tus valores y potencialidades, tu pasión y tu visión. Al hacerlo establecerás la guía que orientará tus comportamientos y empezarán a verte centrado, disciplinado, creíble y confiable. En unos tiempos en los que la confianza escasea, cultiva tu sinceridad o autenticidad para que se convierta en tu mejor activo....

Deja de preocuparte 22Feb

Deja de preocuparte

Preocuparse significa un enorme desperdicio de tu limitado y valioso tiempo. Lo normal es haber sido educados para estar siempre preocupados, pero perdemos demasiado tiempo y energías preocupados por cosas que escapan a nuestro control o que potencialmente podrían salir mal. Estar preocupado es la situación por defecto de tu mente cuando no prestas atención a lo que haces. Has de saber reconocer de inmediato esa situación para poder recuperar el control. La preocupación no resuelve nada y te priva de disfrutar el momento presente. Cuando tu mente te lleva a lugares tristes, oscuros o negativos, no tienes porqué seguirla. Reconoce que se está convirtiendo en tu enemigo y recupera de nuevo el control. Basta con que te preguntes por qué cosas debes estar agradecido en ese mismo instante, y qué recuerdos te gustaría rememorar. Para poder responder será preciso que tengas almacenadas en la memoria muchas cosas de tu vida, experiencias, amistades…, y que las busques como respuesta que necesitas para esa ocasión. Al hacerlo te fuerzas a centrarte en los aspectos positivos de tu vida, y eso tendrá un impacto inmediato, hasta el punto de empezar a sentirte agradecido en vez de preocupado....

Sin vacilar

La indecisión es la marca distintiva de los directivos inútiles. Los buenos directivos, por el contrario, son conscientes que tomar decisiones sin retraso reafirma su autoridad. Las decisiones claras facilitan a sus colaboradores el conocer lo que deben llevar a cabo. Contestarles con un “si” o un “no” directos, y el responder de inmediato, es particularmente eficaz. Si la respuesta a una petición o sugerencia es un “si” se podrán poner en marcha para implantarla de inmediato. Si la respuesta es un inequívoco “no” se dedicarán a otros asuntos. Como directivo dispones de tres armas: El “Si”, el “No”, y el “No lo sé”. Úsalos, sin vacilar. Siempre puedes cambiar de opinión más tarde. Eso no les importará. Lo que sí les molestará son esos dos agonizantes minutos sin repuesta cuando sólo te preguntaron: ¿Puedo marchar ya…?...

¿Culpable o avergonzado?...

La mayoría de los tests de personalidad utilizados en los procesos de selección de personal no toman en consideración los principios morales del candidato. Sin embargo, éstos son los mejores predictores de un comportamiento ético. Dichos principios engloban diversos rasgos que influyen en la conducta de las personas y sus relaciones interpersonales. Por ejemplo, quien es propenso a experimentar sentimientos de culpa suele tener una conciencia mejor formada, es más probable que demuestre empatía, que trabaje bien en equipo y que sepa aprender de sus errores. Es capaz de anticipar aquel sentimiento y por tanto evita desarrollar un mal comportamiento y su desempeño profesional suele ser mejor. En posiciones directivas, son valorados como más eficaces y tienen un elevado sentido de la responsabilidad personal. Por el contrario, quienes tienen tendencia a sentirse avergonzados, suelen caer en la ira, en la evasión, o incluso en la depresión y la ansiedad. Esto se debe a que sus sentimientos no se centran en su comportamiento sino en qué tipo de personas son. La vergüenza lleva a respuestas centradas en uno mismo, lo que conduce a comportamientos menos éticos. En el corto espacio de tiempo de la entrevista personal es posible obtener abundante información sobre los principios morales de una persona. Dos tipos de preguntas son particularmente útiles para desvelarlos. La pregunta del error: Explícame alguna ocasión en la que cometiste un error en tu trabajo. ¿Cómo te sentiste? ¿Qué hiciste? ¿Aprendiste algo de esa experiencia? Quienes tienen un alto nivel de conciencia trabajan duro para lograr sus objetivos y no quieren quedar mal ni defraudar a los demás. Aquellos con un bajo nivel de conciencia suelen desarrollar un trabajo descuidado, y dan una imagen de pereza o irresponsabilidad por ser poco laboriosos o diligentes. La pregunta del...

Cínicos

El cínico se caracteriza por desconfiar de las intenciones de los demás, por dudar de la sinceridad o la bondad de los motivos o acciones de aquellos con quienes se relaciona. Y parece que el cinismo está en alza entre directivos y colaboradores. Si no recuerdas tener que hacer frente a la actitud negativa de algunos que siempre recelan y se manifiestan excépticos contra toda lógica, es que no estás dirigiendo cómo debieras. Me sugieren algunas ideas a poner en práctica y que te podrían ayudar con ellos: No trates de convencerles de que las cosas “no están tan mal” como piensan o que están “exagerando”. Interrumpe sus discursos, reconociendo sus sentimientos y mostrando empatía (que suene auténtica). Después oriéntales a que vuelvan a las tareas encomendadas. Se honesto. No engañes a un cínico. Si descubre que no les dices la verdad, ya nunca más te creerá. Juega limpio. El cínico espera siempre injusticia. Si le demuestras su error, si le tratas bien o le salvas la cara en situaciones comprometidas, te repagará con lealtad y un buen trabajo. Haz lo que digas que vas a hacer. Si no creen al mensajero, menos creerán el mensaje. Evita el sarcasmo que desvía la atención de lo importante. Destaca el papel de cada uno, las capacidades y motivación necesarias para lograr los objetivos. No temas la discusión. Evadirse no resuelve nada. Se crecen y empeora la situación. El grupo debe saber que no es la opinión de los cínicos la que gobierna las decisiones. Plantea preguntas y ofrece sugerencias. Al forzarles a concretar abandonan su autosuficiencia y se obligan a realizar su contribución. Muéstrate abierto a sugerencias e incluso a las críticas, y a la vez deja claro que no se discute tu exigencia de que...

Acaba con la desidia

Hay dos tipos de desidia. La destructiva, que te lleva a evitar las tareas que estás obligado a acabar, y la productiva, que forma parte de todo proceso creativo. Este segundo tipo de abandono no sólo es bueno sino necesario. La creatividad requiere tiempo por lo que cuando dejas un proyecto de lado durante unos días, o semanas, tu mente se permite divagar, lo que te da la capacidad para descubrir ideas divergentes que mejoren tu proyecto. Si no logras los resultados que esperabas, deja descansar el proyecto y centra tus energías en otro asunto, para retomarlo más tarde con la mente más clara. Cuando trabajas en un proyecto creativo y no pones una fecha límite, si paras las tareas unas semanas para permitir que la mente divague, no se trata de desidia. Es parte del proceso creativo. Esa frescura mental mejorará los resultados de tu trabajo. La desidia destructiva es algo completamente distinto. Aquí evitas trabajar en lo que debes acabar, aunque sabes las consecuencias negativas que eso te ocasionará. Es un hábito que te acaba dañando. Todos tenemos montañas de cosas por hacer de las que no somos capaces de escapar. Ahí está todo aquello que necesitas acabar pero que deliberadamente evitas. No se trata de una incapacidad para gestionar el tiempo, o de falta de fuerza de voluntad, o escasa autodisciplina. Esa desidia no es pereza sino una manera de defenderse del estrés, un deseo subconsciente de sentirse mejor de inmediato. Pero lo que te estresa no es ese trabajo que retrasas sino los grandes temas que te afectan, ya sea el dinero, tus relaciones, o la vida en general. Esas concesiones que te permites te liberan del estrés que padeces. ¿Cómo se arregla esto? Aceptándolo con honestidad y reconociendo la...

Competencia y benevolencia...

Aunque el camino no sea fácil, los buenos jefes saben hacia qué objetivos dirigirse y qué va a significar avanzar hacia ellos, mientras que los malos nunca parecen enterarse de nada. Como jefe te deberían juzgar por el desempeño de tus colaboradores, pero también por el modo en que se sienten al realizarlo. Has de ser competente y benevolente. Quienes empujan a su gente a producir sin parar a cambio de dinero, aplastando el ánimo, son malos jefes. Se equivocan quienes basan su eficacia en la adopción de unas medidas genéricas que aplican a todos sus colaboradores por igual. Como también se engañan quienes creen ser buenos evaluadores de su propio trabajo y resultados. Se extiende la plaga de quienes se muestran satisfechos y autoexaltados. A mayor incompetencia, mayor distorsión de la evaluación de las propias capacidades y desempeño. Por eso los colegas, colaboradores, superiores y clientes son siempre una fuente de información más fiable. Dicen que el tiempo se inventó para no tener que hacer todo a la vez. Es compatible ser un directivo extremadamente eficaz con comportarse humanamente. Alcanzar los objetivos y actuar con benevolencia son características de los mejores directivos. Y no dedican muchas energías a pensar en lo grandes que son ni a celebrarlo....

Dar la cara

Un buen directivo da la cara por su gente, aunque hacerlo pueda perjudicarle. ¿Eres de los que cuidan y protegen a los suyos, y pelean por ellos si fuera necesario? ¿O te parece excesiva la molestia de solicitar los recursos que precisan, o quizás piensas que arriesgas demasiado…? ¿Cuándo tu gente se equivoca…, te enfureces y les destrozas? ¿Cuando eres tú el que se equivoca…, les señalas a ellos y les echas la culpa?...

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