Competencia y benevolencia

Aunque el camino no sea fácil, los buenos jefes saben hacia qué objetivos dirigirse y qué va a significar avanzar hacia ellos, mientras que los malos nunca parecen enterarse de nada.

Como jefe te deberían juzgar por el desempeño de tus colaboradores, pero también por el modo en que se sienten al realizarlo. Has de ser competente y benevolente. Quienes empujan a su gente a producir sin parar a cambio de dinero, aplastando el ánimo, son malos jefes.

Se equivocan quienes basan su eficacia en la adopción de unas medidas genéricas que aplican a todos sus colaboradores por igual. Como también se engañan quienes creen ser buenos evaluadores de su propio trabajo y resultados.

Se extiende la plaga de quienes se muestran satisfechos y autoexaltados. A mayor incompetencia, mayor distorsión de la evaluación de las propias capacidades y desempeño. Por eso los colegas, colaboradores, superiores y clientes son siempre una fuente de información más fiable.

Dicen que el tiempo se inventó para no tener que hacer todo a la vez. Es compatible ser un directivo extremadamente eficaz con comportarse humanamente.

Alcanzar los objetivos y actuar con benevolencia son características de los mejores directivos. Y no dedican muchas energías a pensar en lo grandes que son ni a celebrarlo.