Lo que has de dejar

En la definición de tus aspiraciones siempre piensas en resultados, en los beneficios que te reportará, en los lugares que visitarás, en las personas que conocerás, en las posesiones que ganarás, en los títulos que obtendrás… Pero no cuentas con las cosas a las que habrás de renunciar para lograr esos objetivos. Sin duda, todo logro importante tiene su precio, que no es dejar aquello que te molesta sino abandonar esas cosas buenas, que te gustan pero que no te ayudan. Es particularmente difícil deshacerse de esas actividades no esenciales y que forman parte de tu rutina diaria. Pero es una lucha que merece la pena. El problema para alcanzar los logros deseados no está en enfrentarse a barreras infranqueables sino en verse desbordado por infinidad de tareas sin importancia. Te llevan a perder la concentración en aquello que precisas realizar. Incluye en tu plan de acción esas cosas que debes abandonar de inmediato....

Sé flexible

El mayor peligro que tienes cuando sigues un plan es el de mostrarte inflexible y seguirlo a toda costa. Lo más sensato, muchas veces, es explorar otras opciones. Cuando te cueste avanzar hacia tus objetivos, no trates de cambiarlos sino de revisar el plan. La planificación no se ocupa de las decisiones futuras sino del impacto futuro de las decisiones actuales; qué debes hacer hoy para estar preparado para ese mañana incierto. Y la mejor manera de afrontar esa incertidumbre es reconsiderar tus opciones según se desarrollan los acontecimientos. No te sirve de nada tener una mentalidad rígida cuando persigues tus aspiraciones. Es importante que seas flexible y cambies de planes, que abandones las estrategias que no te funcionen. Cambiar te ayuda a crecer. Ninguna decisión es sagrada. Los resultados verdaderamente importan....

Poco razonables

La racionalidad parece el resultado de la aplicación de tus capacidades intelectuales, de una operación adecuada de una mente sana, de la aplicación de un juicio ponderado. Ser poco razonable significa que no dejas que tus actos sean gobernados de manera acorde a la razón. No siempre es razonable utilizar la capacidad intelectual para actuar con sentido. De hecho, en muchas ocasiones, para lograr que determinadas metas se alcancen, tendrás que actuar fuera de toda razón y de todo juicio, obsesionado, como si hubieras enloquecido. No escuches a quienes te aconsejen actuar con sentido común. Esa mentalidad, la generalmente aceptada, te llevará a comportarte como todos harían, te conducirá a la mediocridad. Al romper las normas, al no actuar como ellos, ya no compites sino que haces algo completamente diferente; de eso se trata, de evitar competir para ganar. Al hacerlo, paradójicamente, estás reduciendo riesgos para tu negocio, para tu estabilidad y tu futuro, y demuestras el compromiso para hacer cuanto sea preciso para convertirte en el líder. Actuar así tiene su recompensa....

Apasionado

La pasión es ese entusiasmo que no sólo te da energía y concentración, sino que te proporciona la potencia para avanzar. Es un elemento inspirador crítico para alcanzar un ideal, pues el camino para llegar hasta él está tan lleno de problemas y decepciones que, sin la pasión, los sueños se desvanecen y los retos se abandonan. La pasión…: Te eleva y te permite superar la adversidad que siempre aparece cuando tratas de lograr algo valioso. Te genera la fuerza para creer, planificar, decidir, trabajar y perseverar. Te saca de tu zona de confort, pese a tu resistencia a abandonar su comodidad y seguridad. Te aleja de la complacencia que te conduce a la mediocridad y te empuja a desarrollar iniciativas poco razonables, a asumir riesgos. Te coloca en el camino de la recompensa, que muchos, por carecer de esa pasión, se pierden, quedando frustrados e infelices. Tus ambiciones se hacen realidad cuando tus capacidades se ven estimuladas por la pasión....

Trabaja tu potencial

Si quieres avanzar hacia el logro de unos ideales habrás de asegurarte que tus esfuerzos estén alineados con tus fortalezas, tus hábitos y tus capacidades potenciales. Analiza bien en qué cosas eres bueno, en las que destacas. En el resto estarás en el mejor de los casos en la media, si no peor. Si eres sensato reconocerás tus puntos débiles, obvios y numerosos, que compensarás con ese equipo de personas de las que te has rodeado. Y habrás establecido unos hábitos de trabajo que se apoyarán en tus fortalezas para progresar hacia la consecución de tu ideal. ¿Es así? ¿Cuantas cosas haces cada día que te acercan a tu ideal? ¿Las tienes por escrito? ¿Las cumples? ¿Son suficientes? Aunque las trabajes cada día, es normal no observar grandes cambios en el corto plazo (días, semanas o meses). Puede llevar tiempo que ese esfuerzo acumulado llegue a manifestarse. Pero es esa consistencia, transformada en hábito, la que te permitirá alcanzar tus ideales. Como puedes ver, no son las limitaciones externas las que impiden el desarrollo de tu potencial sino la falta de compromiso interior....

Inmersión

Alimenta tus sueños si quieres que se hagan realidad. Ignorarlos o negarlos te volverá cobarde, inseguro y dolido. Céntrate en aquello que te hace crecer y no pierdas tiempo ni energías en aquello que te lo impida. Todo lo que te frena, la falta de autoestima, la introversión, el miedo al éxito o al fracaso, sentimientos de incapacidad, desaparecen cuando te dedicas a las cosas buenas que te motivan. Tu atención ya no admite distracciones. Tus objetivos no son buenas intenciones que anotas de tanto en cuanto, sino factores críticos para llevar una vida plena y satisfactoria. No puedes dejar de alimentarlos pues te proporcionan la fuerza para alcanzar tus ideales. Si los apartas de tu vista te perderás en la vorágine del mundo. Si dejas de considerarlos caerás en el círculo vicioso de un trabajo sin sentido. La mejor manera de alimentar tus sueños es dedicando tiempo a aprender algo nuevo o cómo mejorar lo que ya haces. Busca el modo de lograrlo a través de mentores, libros, conferencias, cursos, audios…, de forma que llenen el tiempo que dedicas a tu desarrollo personal. ¡Sumérgete en conocimientos…!...

La estabilidad

La toma de decisiones de los directivos se ve condicionada de manera habitual por sesgos que condicionan la naturaleza del conocimiento disponible en el momento de ejercitarla. Un tipo de sesgo particularmente influyente en momentos de incertidumbre es el de la estabilidad. Se caracteriza por la tendencia a dejarse llevar por la inercia en situaciones de inseguridad y puede adoptar diversas formas: Enrocarse. La decisión se fija en un punto de partida inicial, sin querer considerar nueva información que llevaría a realizar algunos ajustes. Aversión a las perdidas. Se produce cuando se perciben de manera más clara y negativa los efectos de las pérdidas que las ventajas obtenidas por unas ganancias del mismo orden. La falacia de los costes incurridos. Por ella se presta toda la atención a costes del pasado no recuperables cuando se trata de decidir sobre posibles acciones futuras. El status quo. Lleva a preferir mantener la situación actual si no hay presiones excesivas para cambiar. Es particularmente importante vigilar y corregir estos sesgos en los entornos tan cambiantes en los que nos movemos. Se pueden contrarrestar estableciendo objetivos ambiciosos para la organización, imposibles de lograr si se mantiene la manera acostumbrada de operar. O también reduciendo el presupuesto disponible, lo que obliga a decisiones complicadas de redistribución de los recursos y búsqueda de nuevas oportunidades....

Los misiles

Lamentablemente vuelven a aparecer en las noticias, lo que da ocasión para recordar alguna lección acerca de su comportamiento. Lo natural es que se aparten del curso establecido y por eso necesitan sistemas de guía que introduzcan las correcciones necesarias. Pero no puede corregirse el rumbo si no se mueven hacia un objetivo. Para aprender y recordar: Has de tener un objetivo claro y dirigirte hacia él. En ese proceso cometerás frecuentes errores. Habrás de reconocerlos como tales o no apreciarás la necesidad de cambiar. Tendrás que corregir cada error sin pararte a considerar la posible vergüenza acompañante. Ni los misiles ni las personas son perfectos ni avanzan en línea recta hacia sus objetivos. Por tanto, progresa siempre; no te detengas ni dudes por la preocupación de caer en un error. Cuando lo cometas, rectifica mientras avanzas incansable....

Nuestra intención

El porqué, el propósito del jefe o de la Dirección, es la referencia que orienta con claridad el camino y la intención. Es, en términos militares, el commander’s intent, que expresa de manera breve y directa a los responsables operativos, lo que deben llevar a cabo. Estos habrán de elaborar los planes correspondientes y comunicarlos a sus colaboradores. Y a la vez los deberían explicar al jefe para asegurar la alineación con sus intenciones. Esta última parte, lamentablemente, no suele realizarse, pese a que es un paso obligado para convertir la estrategia en resultados. Conocer el propósito del jefe despeja incertidumbres, no deja lugar a interpretaciones ni confusión, y permite ganar un tiempo precioso para diseñar iniciativas innovadoras que hagan ganar en eficacia. Esta definición del propósito puede establecerse al más alto nivel de la organización y también en el nivel de la dirección de los equipos de proyecto o de trabajo. Es aconsejable contar con esas reuniones en las que se compartan las líneas generales de los planes a desarrollar. En ellas se pondrán de manifiesto las posibles desviaciones respecto a las intenciones perseguidas. El rechazo a recibir indicaciones sobre lo que se debe hacer es universal. Cualquier profesional competente considera degradante que alguien le defina y controle sus tareas hasta el más mínimo detalle. Este comportamiento es desagradable e ineficiente. Y además ineficaz pues, por mucho detalle que se proporcione, nunca es posible dar respuesta a toda posible contingencia. En un entorno tan volátil como el actual, esa actitud conduce inevitablemente a la parálisis y al fracaso. Por eso dar a conocer el propósito del jefe es una manera mejor de delegar. Se trata de transmitir el porqué se han de hacer las cosas. Cuanto más se comprendan las razones que justifican las...

Hombre rico, hombre pobre...

Abundantes investigaciones y experiencias personales demuestran que la abundancia de cosas materiales no es un indicador de bienestar. Por el contrario, poseer tiempo, disponer de él para reflexionar, para dedicarlo al entretenimiento, a actividades que contribuyan al desarrollo personal, te convierte en un hombre rico. En consecuencia, es un hombre pobre quien anda siempre apresurado, desbordado, estresado, rezagado… Mira a tu alrededor y a ti mismo y date cuenta de la elevada prevalencia de esta pobreza debida a la escasez de tiempo. Y observa la paradoja de la repentina riqueza que manifiestan aquellas personas a las que les diagnostican un cáncer avanzado. Pero este recurso llamado tiempo no es un capital que puedas acumular. Sólo lo podrás emplear si lo sabes encontrar. Simplifica tu vida y descubre horas cada día que puedas dedicar a actividades que te proporcionen bienestar. O te convertirás en un pobre hombre pobre… Nota relacionadas: Fin de semana El tiempo Sin tiempo ¿Necesitas más...

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