Improductivos

Los esfuerzos por aumentar tu productividad pueden resumirse en una palabra: concentración. Existen dos tipos de esa concentración que has de dominar: La que te permite manejar las distracciones, de forma que puedas centrarte en cada momento en la tarea que llevas entre manos, y la capacidad para abstraerse en lo que es verdaderamente importante para ti, de modo que no pierdas el día en cosas absurdas. Ponte en serio a evitar las distracciones. Reconoces tu adicción al teléfono, mensajes, correos…, pero parar te parece imposible. Sabes que deberías desconectar las alertas, dejar de comprobar el correo cada cinco minutos, poner en silencio el móvil, pero advertirlo no te lleva a cambiar de comportamiento. No tienes que desearlo, sino obligarte a hacerlo. Asume que las distracciones matan tu productividad y decide que los objetivos que persigues son más importantes que los avisos que te llegan. Así de sencillo. Suprímelas. No es que sea fácil, pero en el momento en que desconectes y te centres en las cosas que te importan, descubrirás su enorme utilidad....

Sé hiperrealista

Nada mejor que hacer realidad los sueños. Trabajar por conseguirlos le da emoción a la vida. Pero quienes alcanzan grandes logros no son unos soñadores ociosos, sino que están profundamente anclados en la realidad. Ser hiperrealista te ayuda a escoger sabiamente tus ideales y conseguirlos. Para poder progresar hay que comprender bien las relaciones causa-efecto que gobiernan la realidad y saber usarlas para obtener lo que se persigue. Ya seas de los que quieren saborear la vida o de los que buscan dejar huella, has de decidir qué es lo que más valoras y elegir el camino para lograrlo. Habrás de trabajar con intensidad, sin duda, pero sobretodo, habrás de trabajar con eficacia ya que es lo que multiplicará tu productividad....

¿Qué te desgasta y agota?...

Si tenías la idea de que puedes conseguir cualquier cosa si la trabajas con la suficiente intensidad, puede que ya hayas descubierto que no eso no es del todo cierto. Tu potencial es tan ilimitado cuanto inasequible en aquellas áreas para las que careces de las cualidades apropiadas. El creer que se puede alcanzar cualquier cosa en el puesto de trabajo, hace que algunos pierdan años luchando batallas para las que no están capacitados y que les llevan al desencanto. Tiene más sentido dedicar la vida a aquello que te resulta más propio. Descubre cuáles son tus cualidades naturales y desarróllalas para beneficio tuyo y de los demás. No necesitas nadar contracorriente sino dejarte empujar por ella para ganar en eficacia y motivación, y llegar así más lejos. El tener que afrontar cambios es otra de las causas que generan mayor desgaste. Consume más energías físicas, mentales y emocionales de las que uno podría imaginar. El secreto para gestionarlo bien es no detenerse a luchar contra lo obsoleto sino contribuir a construir lo nuevo. Presta atención a aquellas actividades y circunstancias que contribuyen a tu agotamiento y trata de evitarlas o mira de defenderte de ellas....

Desconecta

Tienes que encontrar momentos para recomponerte, pensar, respirar con tranquilidad. Serán ocasiones en las que puedas dedicarte a esas actividades que ayuden a desarrollarte. Si sobrecargas tu agenda, en el corto plazo aparecerás como muy productivo, pero al mismo tiempo dejarás escapar oportunidades pues no tendrás ocasión de acceder a ellas. Has de reservar espacios para recuperarte de dificultades y emociones. Lo necesitas para tu salud y eficacia, pues de lo contrario te volverás irritable, impaciente, ansioso e inseguro. Adoptarás una actitud negativa y se deteriorarán tus relaciones con terceros. Es importante que no tengas toda tu agenda organizada hasta el extremo. Deja huecos para atender a lo inesperado y para tener ocasión de recuperarte psicológica y emocionalmente. Ábrete a la sorpresa para que esas oportunidades se te presenten como por casualidad....

¿Cuántas capacidades tienes?...

Son sin duda muchas; quizás se cuenten por docenas. Unas tienen que ver con tu empuje físico y otras con la gestión de tus emociones; con tu capacidad de pensar y de relacionarte; con tu creatividad y con el desempeño que puedes alcanzar; con tu cualidad para ejercer de líder. Cada una de esas competencias se construye a partir de tus talentos y decisiones. No se desarrollan de forma aislada, sino que se apoyan unas a otras. Cada vez que alguna de ellas crece las otras se refuerzan y aumentan tu potencial. Constituyen un soporte sólido sobre el que construyes tu vida y te hacen capar de soportar grandes cargar y dificultades....

Apagafuegos

Trabajar en modo “apagafuegos” elimina distracciones y ayuda a completar proyectos importantes. Se sabe lo que se ha de hacer a continuación y se ejecuta. Estar obligados por lo urgente e inmediato minimiza la necesidad de planificación. No hay lugar para las dudas acerca de qué hay que hacer, quién debe participar, o qué significa acertar. Vivimos en una sociedad dominada por lo urgente, lo que lleva a ser muy eficaces viviendo, trabajando y pensado de manera reactiva. Esto es una suerte si únicamente se ha de reaccionar a una sola cosa urgente, pero lo ordinario es tener que atender a varias urgencias a la vez. Pensar en sacar tiempo para uno mismo es visto como el colmo del egoísmo. Te reclaman que hagas algo de inmediato; pero para preocuparte por algo has de ser consciente de que existe el problema y eso requiere pausa y reflexión, tiempo del que no dispones. El peaje que se paga por este estilo de vida es elevado. Perjudica al cuerpo, a la mente, a las relaciones, al espíritu. La tiranía de lo urgente no funciona. Cada vez son más los afectados y tienen mayor conciencia de ello. Escapar de ese círculo vicioso de lo urgente requiere esfuerzo. Adquirir el hábito de planificar implica alterar el modo de vida que alimenta esos fuegos continuados. Como no tienes un momento, no sacas tiempo para disponer de él y por tanto siempre andas rezagado, sin energía, exhausto y dolorido, sin fuerzas para hacer ejercicio o comer bien, sin capacidad para establecer o renegociar barreras y compromisos. El vórtice de lo urgente te arrastra al abismo. Y cuando más tardes en tratar de escapar de él, más difícil te será. Afortunadamente, puedes librarte de las urgencias interminables mediante el ejercicio de...

Fin de semana

Es difícil desconectar del trabajo durante el fin de semana. O al menos así lo ha sido para mí durante demasiado tiempo. Y parece que también para muchos directivos. Esto se debe a la inercia del propio trabajo que, a menos que planifiques la desconexión, te tienta con mantener la rutina laboral diaria. No sé si te has parado a pensar que cada año viene con 104 días de fin de semana, lo que equivale a un 28,5% de los días. Un tiempo considerable que, bien aprovechado, puede dar mucho de sí. Siempre y cuando lo aproveches para desconectar, que es la clave para ser mucho más productivo el resto de la semana. Pero esos fines de semana capaces de hacerte sentir descansado y recuperado no aparecen por azar, sino que se han de diseñar. Para dar los primeros pasos para lograrlo piensa…: ¿Cómo te gustaría sentirte al concluir el fin de semana? ¿Qué te gustaría recordar de él? ¿La realización de qué actividades te haría pensar que has aprovechado bien ese tiempo? Quizás te ayude el seguir estas reglas: No pienses en el trabajo No hagas nada del trabajo habitual No hables del trabajo No leas asuntos del trabajo Lo cierto es que no es fácil cumplir a rajatabla esas reglas, pero puedes acercarte a ellas si encuentras algo con que sustituir al trabajo. Se trata de decidir qué cosas hacer en vez de qué cosas evitar. Tendrás muchas opciones que habitualmente se encuadrarán en alguno de estos apartados: El fin de semana es una buena ocasión para recuperarse, para dormir algo más o al menos lo que te corresponde. Disfrutar con una comida especial, cocinando en casa o salir a un lugar especial, para variar. Participar en actividades que estimulen la creatividad...

En qué te ocupas

Preocuparte por esas pequeñas cosas te impide centrarte en lo relevante y difícil. No es que los detalles no sean importantes. Lo son. Pero con frecuencia, te entretienes con la lista de cosas por hacer como manera de evitar eso verdaderamente importante en lo que te deberías ocupar. Te preocupa una reacción inmediata en vez de considerar el atractivo futuro que se derivará. Las preocupaciones te dan algo en qué pensar pero no te llevan a  ninguna parte. Suelen ser el modo de evitar la visión de conjunto. Si estás preocupado por un detalle, déjalo ya. Abandónalo y piensa en lo que tratas de...

¡Respira…! 03Abr

¡Respira…!

Si puedes leer esto, parecería innecesaria esta indicación. Sin embargo se demuestra cada vez más extendido el síndrome de la “apnea de la pantalla”, descrito como la suspensión temporal de la respiración en quienes están sentados ante una pantalla de ordenador, dispositivo móvil, o la televisión. Los estudios realizados confirman que este fenómeno es más común de lo que imaginas y se manifiesta especialmente en el momento de leer y contestar correos electrónicos. La postura inadecuada que suele acompañar a esta actividad contribuye a dificultar aún mas la respiración. Nuestra relación con las tecnologías de la información es todavía inmadura y generadora de estrés. Los dispositivos actúan como unas muletas para la mente en ver de funcionar como herramientas que faciliten su creatividad. Han determinado cambios significativos en nuestros hábitos de vida y nos han vuelto extremadamente pasivos y sedentarios. Ahorro aquí la descripción de los trastornos metabólicos observados que resultan de una respuesta fisiológica primaria, similar a la que prepara al organismo cuando ha de hacer frente a un peligro, preparándolo para luchar o huir. La atención se concentra en ahorrar recursos, se pierde la sensación de hambre o sed, y se sustituye la comida por la información, como si la última oportunidad de sobrevivir dependiera de lo que aparece en la pantalla del teléfono, que se consulta de forma compulsiva a la espera de correos y mensajes. Es de justicia reconocer que el problema no es tanto de la tecnología como del uso que hacemos de ella. Los profesionales de cualquier ámbito, bien entrenados y acostumbrados a una correcta respiración, no padecen este síndrome. La respiración consciente, pausada, diafragmática, proporciona la necesaria calma y regula la respuesta neurohormonal a las situaciones de estrés mediadas por un mal uso de la tecnología. No...

Inflexibles

A lo largo de la jornada se te presentan innumerables ocasiones en las que te ves tentado a renegociar contigo mismo los compromisos asumidos y que son la base de tu productividad. Esas seducciones se presentan como excepciones en apariencia muy razonables: Una crisis inesperada, el cansancio acumulado, una oportunidad sobrevenida… Tanto, que te ves muy predispuesto a saltarte las rutinas establecidas. El problema es que esas excepciones tienden a acumularse y ceder a ellas significa renunciar a lo que tú mismo considerabas como lo más importante. Una supuesta flexibilidad te empuja a renegociar tus prioridades, lo que puede llegar a destrozar tu capacidad de rendimiento. Si quieres alcanzar una productividad destacada y lograr esos objetivos que te has propuesto estás obligado a mostrarte inflexible, comprometiéndote con un régimen sin excepciones. Te toca determinar esos objetivos innegociables y establecer las barreras que no querrás saltarte....

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