¡Respira…!

Si puedes leer esto, parecería innecesaria esta indicación. Sin embargo se demuestra cada vez más extendido el síndrome de la “apnea de la pantalla”, descrito como la suspensión temporal de la respiración en quienes están sentados ante una pantalla de ordenador, dispositivo móvil, o la televisión.

Los estudios realizados confirman que este fenómeno es más común de lo que imaginas y se manifiesta especialmente en el momento de leer y contestar correos electrónicos. La postura inadecuada que suele acompañar a esta actividad contribuye a dificultar aún mas la respiración.

Nuestra relación con las tecnologías de la información es todavía inmadura y generadora de estrés. Los dispositivos actúan como unas muletas para la mente en ver de funcionar como herramientas que faciliten su creatividad. Han determinado cambios significativos en nuestros hábitos de vida y nos han vuelto extremadamente pasivos y sedentarios.

Ahorro aquí la descripción de los trastornos metabólicos observados que resultan de una respuesta fisiológica primaria, similar a la que prepara al organismo cuando ha de hacer frente a un peligro, preparándolo para luchar o huir. La atención se concentra en ahorrar recursos, se pierde la sensación de hambre o sed, y se sustituye la comida por la información, como si la última oportunidad de sobrevivir dependiera de lo que aparece en la pantalla del teléfono, que se consulta de forma compulsiva a la espera de correos y mensajes.

Es de justicia reconocer que el problema no es tanto de la tecnología como del uso que hacemos de ella. Los profesionales de cualquier ámbito, bien entrenados y acostumbrados a una correcta respiración, no padecen este síndrome. La respiración consciente, pausada, diafragmática, proporciona la necesaria calma y regula la respuesta neurohormonal a las situaciones de estrés mediadas por un mal uso de la tecnología.

No creo que se trate tanto de desarrollar una nueva y específica competencia profesional, sino más bien de ejercitar otras como la fuerza de voluntad, el aprovechamiento del tiempo, la disciplina, o la de trabajar a conciencia. Con ellas se puede dominar la atención, pensar con claridad y de forma creativa, y mostrarse implicado y lleno de energía.