¿Cuál es el carácter de tu relación con el cliente?...

Ya sabemos que en la base de la estrategia está el construir una vinculación con el cliente y que diferentes posiciones estratégicas reflejan distintos grados de intensidad de esa vinculación [Ver Posiciones Estratégicas (1) y siguientes]. Se trata por tanto de establecer una alianza con el cliente con el fin de desarrollar una relación estrecha basada en la confianza y el respeto mutuos. Pero al abordar el modo de establecer esta relación, no todos los participantes se comportan de la misma manera. Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn identifica en un artículo reciente (Connections with Integrity) cuatro categorías en las que agrupar el modo en que las personas buscan establecer alianzas con otras. Él defiende su utilidad para decidir si establecer una relación profesional o de negocio con terceros dependiendo de la motivación que demuestran. Las actitudes que describe son cuatro: “Haré algo por ti si tu haces algo por mí”. Es la actitud de personas que sólo buscan acuerdos en los que su beneficio inmediato es al menos tan grande como el de los demás. No suelen estar dispuestos a hacer nada por alguien a menos de que obtengan una compensación segura. Hacer negocios con gente así tiene sus riesgos. En cuanto surja un problema de intereses y no obtengan lo que esperan, la relación se deshará. No les interesarán tus explicaciones dado que en ningún momento se ha establecido una relación de confianza. “Haré algo por ti pero recuerda que me lo debes”. Estas personas tienen enfocan la vida como un sistema contable. Si te hacen un favor has de saber que estás en deuda con ellos y esperan su compensación en algún momento. No les urge tanto como a los primeros, pero no olvidan. Y en su mentalidad, cualquier cosa que les des...

Siempre aprendiendo

La necesidad de formarse es continua. Percibo últimamente en nuestro entorno económico y social una tendencia a pararse, a detenerse ante la posible puesta en marcha de nuevas iniciativas dada la incertidumbre imperante. Esta actitud, que pretende ser una muestra de prudencia, no está exenta de riesgos, y en particular si afecta a la necesidad de actualizar los propios conocimientos. Lo he preguntado alguna vez en estas notas. ¿Cuánto tiempo dedicas al estudio? Los sectores económicos son hoy mucho más dinámicos con competidores nuevos, con reglas cambiantes, y unos conocimientos que crecen de manera exponencial. Para mantenerse en una empresa con futuro, y mucho más si buscas trabajo, hay que demostrar una capacidad de aprendizaje extraordinaria, disponibilidad para adquirir nuevas competencias, y saber manejarse en la incertidumbre. Lo exige el entorno global y cambiante de cualquier sector. Los aspectos técnicos son importantes, pero las relaciones aún mucho más. La experiencia no sirve de mucha ayuda en unos contextos completamente nuevos y los más jóvenes pueden aparecer como mejor preparados para desenvolverse en las situaciones actuales. La necesidad de inventarse el futuro exige prepararse de manera continuada. Estar al día requiere dedicar tiempo y estar bien asesorado para no perderse. Si aún no lo haces… empieza a estudiar...

¿Tienes quién te recomiende?...

Tus propios clientes agradecidos son la mejor fuente de nuevos negocios. Parece obvio que sean aquellos que están satisfechos con tus productos o servicios los que hagan de embajadores de tu marca. Sin embargo, no les sueles pedir referencias o recomendaciones, e incluso tiendes a evitarlo. Te parece que podrías perderles como clientes o incomodarlos si les haces esa petición. Quizás ya lo comentaste en alguna ocasión y pedirlo de nuevo daría la impresión de estar muy desesperado. Deberías considerar este asunto de otra manera. A todos nos piden recomendaciones con el fin de ir más seguros a la hora de decidir, ya sea para acudir a un restaurante, reservar un hotel, seleccionar una universidad, o elegir una película… Seguro que en más de una ocasión te han llegado clientes por recomendaciones de terceros. Para ganar en eficacia, en vez de dejar esta cuestión al azar, deberías solicitar estas referencias de manera activa, si bien deberías tener en cuenta y cuidar algunos de los aspectos siguientes: Primero debes estar seguro de la singularidad de tu propuesta de valor para tus clientes. Si ni siquiera tu confías en ella, no puedes esperar que otros te recomienden. Debes saber cómo expresarla. Has de ser capaz de comunicar de manera clara el modo en que ayudas a hacer más fácil la vida de tus clientes, el modo en que utilizan tus productos y servicios, los problemas que resuelves. Elige a quien te diriges. Has de hablar con los clientes más habituales, con los que estén más satisfechos con tu trabajo y que mejor puedan hablar del modo en que les ayudas. Ten claro lo que les pides. Hazles saber que buscas a clientes como ellos, con quienes pueden compartir de manera específica unas mismas necesidades y problemas. Se...

Recapitulemos…

Al menos yo me obligo a hacerlo estos días. Me he de asegurar que estoy en lo correcto cuando dedico una parte significativa de mi tiempo a la redacción de esta nota diaria. Casi sin querer me he metido en este gustoso lío y ahora observo que no es muy habitual. ¿Me habré de replantear esta iniciativa…? En los últimos cinco años la vida me ha hecho un regalo excepcional. Profesionalmente he podido participar en la atención de las necesidades de formación rigurosa de centenares de profesionales y empresarios de toda España. Al tratarse de personas experimentadas y cualificadas, el reto académico resultó impresionante. Ha sido un regalo porque me ha permitido hacer lo que más me gusta, estudiar y enseñar. Y también porque me ha proporcionado una información de primera mano de los nuevos problemas y necesidades que profesionales y empresarios han de hacer frente en estos tiempos. No se trata de información procesada por terceros, sino que llega de primera mano. Y lo que llega no es agradable ni cómodo. Me cuentan, y soy testigo, de historias de gente que se queda sin empleo, que atraviesan por un fracaso empresarial, o de quienes incluso, a las circunstancias anteriores, se les une el padecer una grave enfermedad. Personas con la sensación de que el mundo se les hunde bajo los pies y teniendo que hacer frente a la falta de credibilidad para cualquier iniciativa que quieran desarrollar. ¿A quien acudir entonces? Estaréis de acuerdo en que los problemas compartidos parecen menores y más sencillos de resolver. Disponer de las orientaciones y puntos de vista de otros con mayores capacidades y abundante experiencia pueden ayudar a encontrar soluciones inesperadas. Esta página, y los recursos que a su alrededor se irán congregando este año, se...

Empresa extendida

Atender a cada cliente de manera individual, ser capaz de proporcionarle una solución específica y singular que satisfaga sus necesidades específicas, exige gestionar los pequeños detalles.Pero al mismo tiempo, lograrlo nos obliga contar con competencias y capacidades que no poseemos y que hemos de obtener de terceros. No podemos hacerlo solos y hemos de apoyarnos en recursos que encontraremos en las empresas de nuestra red. La empresa extendida incluye a tu propia empresa, tus clientes, tus proveedores y tus complementadores. Estos últimos son aquellas organizaciones ajenas que te proporcionan productos y servicios que complementan y mejoran tu oferta. Esto exige una visión panorámica, gestionar algo grande y complejo a la vez que atiendes de manera personalizada a tus clientes individuales. Para lograrlo habrás de ayudarte con el uso de las tecnologías y en particular de Internet. Esta manera de operar es lo que te permitirá para construir una vinculación firme y real con tus clientes. Les ofrecerás una propuesta de valor basada en un conocimiento individualizado de sus necesidades y problemas que resolverás mediante el apoyo que te proporcionarán la red de empresas que constituyen el ecosistema que habrás sido capaz de crear. Se corresponde con un modelo estratégico que sustituye la rivalidad y la competencia por la cooperación entre empresas y la vinculación e intimidad con el...

Equivócate 23Oct

Equivócate

En otras ocasiones pongo el acento en la fijación de objetivos, en la planificación y programación de las tareas para conseguirlos, en mantener la coherencia y estar centrados… Hoy defenderé la idea de explorar caminos nuevos, teóricamente absurdos, incoherentes o equivocados. Me parece encontrar algunas ventajas en hacerlo así: Te ayudan a reconocer y recordar que eres el dueño de tus decisiones. Quizás, por el paso del tiempo y las múltiples ocupaciones, se te ha olvidado quién estableció el plan que estás siguiendo. Igual incluso descubres que no fuiste tu. Te servirá para reorientar el camino. Te entrenará a manejarte en la incertidumbre. Capacidad poco común y a la vez que enormemente necesaria en los tiempos que corren. Si por alguna determinada circunstancia la vida que llevas es perfectamente predecible, más vale que corras a entrenarte, pues todo hace pensar que no durará mucho. Descubrirás lugares diferentes, afrontarás situaciones nuevas, conocerás gente distinta… Todo eso te enriquecerá. De hecho, ¿no es cierto que muchas amistades y experiencias importantes de tu vida nacieron en circunstancias imprevistas o decisiones inesperadas que otros consideraron erróneas? Si todo y todos señalan en la misma dirección, quizás es el momento de «equivocarse» de nuevo… P.D.: Prometo que no tienen nada que ver esta nota ni la imagen con la situación política inminente. Estaba escrita hace tiempo y pensaba que ya la había...

Ponla al día

Otra circunstancia muy habitual en estos tiempos que vivimos es la de encontrarnos en la necesidad de buscar un nuevo empleo por haberlo pedido, o nuevos clientes por tener que rehacer los que han marchado, o incluso encontrar a esos primeros clientes para tu nuevo negocio. ¿Quién no está en alguna de estas situaciones? Para resolverlas suelo observar que muchos emplean una vía fácil y directa pero de escasa eficacia.  Se suele acudir fundamentalmente a las amistades más próximas en busca de ayuda. Eso está bien, acepto que sea incluso obligado, pero debes saber que no es suficiente y ni siquiera lo más eficaz. La razón es obvia: esas personas se mueven con toda probabilidad en círculos similares a los tuyos por lo que la capacidad de impacto de sus acciones más allá de las tuyas propias resultará muy limitada. Aunque represente más esfuerzo, habrás de dedicar mucho más tiempo e iniciativas para recuperar la proximidad con todos los miembros de tu red de contactos. Enviarles correos explicando tu situación es algo lógico, en particular para aquellos más allegados. Pero no puedes conformarte con ello. Habrás de organizar encuentros personales en los que recuperes de nuevo la relación, para poder explicar más tarde o en otra ocasión tus necesidades. Llegará un momento en que te sentirás lo suficientemente cómodo como para explicar lo que buscas: trabajo, pedidos de clientes… Será la ocasión para ser concreto y claro; de otro modo no podrán saber cómo ayudar. Para que salga bien esta conversación, no improvises. Redacta el mensaje y practica en voz alta. Si en los primeros intentos te da cierto apuro verás como, en poco tiempo, al repetirlo te acaba saliendo de un modo natural y convincente. Por último, no olvides que habrás de hacer el...

Empieza a practicar

Si no sabes por donde empezar para construir unas relaciones estrechas con tus clientes actuales o potenciales he aquí algunas ideas que nos propone Michelle Tillis Lederman en su libro “The 11 Laws of Likability”: Se tú mismo. Y trata de mejorar cada día. No te ocultes tras un máscara pues te descubrirán y no generarás confianza. Descubre lo bueno de los demás y en toda circunstancia. Ten autoestima. Si tu no te aprecias, lo demás tendrán muy difícil valorarte. Reconoce tus logros. Causa buen impresión. Para quienes te rodean, tu eres como ellos te perciben. La primera impresión es determinante. Transmite energía. Si lo haces en todas tus acciones es lo que recibirás de los demás. Y especialmente en momentos de dificultad. Demuestra interés. Ten curiosidad por la vida, el trabajo, las opiniones, los intereses o las necesidades de tus clientes. Escúchales. Presta una sincera atención a lo que te están comunicando. No olvides de asegurar que el lenguaje corporal es coherente con tu actitud de escucha. Muéstrate como ellos. Pon de manifiesto las coincidencias en intereses, experiencias y modos de pensar. Y entre las coincidencias más potentes que se deberían compartir, según mi criterio, está la capacidad para discrepar respetuosamente. Crea buenos recuerdos. Da pie a que te asocien a circunstancias agradables y satisfactorias para ellos. Mantente en contacto. Haz el seguimiento de su trabajo, de los acontecimientos de su vida, de sus necesidades. Si estás “presente” se sentirán cercanos a ti. Da sin buscar reciprocidad. Te compensarán sin esperarlo. Sé paciente. No esperes un beneficio inmediato. Los resultados llegarán con el tiempo y de la manera más insospechada. ¡Empieza a...

Es un extraño… 14Sep

Es un extraño…

Es quizás el momento de revisar el comportamiento que solemos tener con personas extrañas. Como profesionales, son muchas con las nos cruzamos habitualmente, por la calle, en reuniones, en aeropuertos, restaurantes… Y los habitual es ignorarlas y seguir centrados en nuestras cosas. Las redes sociales, por el contrario, nos han abierto las puertas a la comunicación con muchas personas extrañas, con las que descubrimos que es posible coincidir o discrepar en un entorno de enriquecimiento mutuo. ¿Qué crees que ocurriría si probaras a establecer una conversación con esos extraños con los que compartes determinados momentos o circunstancias de la vida? Quienes se animan a hacerlo comprueban que la gente se alegra de veras por haber roto el hielo y aprovechar la oportunidad para conocerse. No nos debe extrañar esta reacción pues los seres humanos somos sociales por naturaleza. Lo habitual será que, si te abres a la comunicación con esa gente con la que te cruzas, acabes haciendo nuevas amistades que compensarán el esfuerzo de romper esos momentos de silencio tan pesados. ¿Hacemos la...

La vida misma…

Ayer perdí a un cliente. Diversas circunstancias personales, económicas y de salud, le han llevado a una situación de confusión y descontento (según mi criterio) que le hacen abandonar. Pese a que el impacto económico de esta pérdida no sea importante, no ahorro esfuerzos para poder recuperarlo… También ayer fui a ver un cliente amigo con el que hacía años que no tenía contacto. Como suele ser habitual, la amistad, si es sincera, desinteresada, resiste el paso del tiempo. La puesta al día en nuestras respectivas vidas y actividades dió pie a la identificación de oportunidades para trabajar de nuevo juntos en proyectos interesantes. En tres días le he de hacer llegar una propuesta para desarrollar un producto especialmente innovador y valioso para él. Y mientras trabajaba en ella, han surgido nuevas ideas de productos y servicios complementarios para él y para otros clientes. En fin, lo normal, lo de cada día. Las relaciones de amistad hay que buscarlas, hay que poner los medios para encontrarlas. Y después es preciso cultivarlas por encima del tiempo, de la distancia, e incluso de aquellas cosas que podrían tender a separar, como defectos personales, las diferencias de opiniones o de intereses… Conclusión: no te quejes tanto de lo mal que está todo y vete a visitar a tus clientes, consolida la relación y escúchales con atención. De ahí saldrán tus nuevos productos y futuros clientes. Hay que ponerse a ello. Sólo están a una llamada de distancia. ¡Llama...

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