Ineficiencias

No es extraño descubrir en las organizaciones la puesta en marcha de proyectos sin un problema o misión que los justifique. La consecuencia es que esos activos o competencias desarrolladas quedan sin utilizar. Alguien con responsabilidades directivas acabará por descubrir esos recursos desperdiciados y tratará de compensarlos con recortes y despidos, lo que afectará negativamente las operaciones. Esto no significa condenar la puesta en marcha de proyectos científicos o de ingeniería. Al contrario, buena parte de los logros futuros dependerán de los avances e innovaciones en la manera de operar. Pero si no hay un problema que los justifique, alguien se lo inventará y las cosas se liarán. Te sorprenderá saber cuantas iniciativas, equipos de trabajo, o reuniones se crean sin haber definido antes el problema del que ocuparse. Parecería que sólo obedecen al deseo de ampliar el curriculum, de figurar como responsables. Es tentador inventarse un objetivo sólo por el deseo de tenerlo, especialmente si se trata de un proyecto estimulante o lucrativo. El éxito de una organización se reconoce por su eficiencia. Has de usar las personas y los equipos adecuados. Disponer sólo de aquellos que verdaderamente necesites y respaldados por evidencias concretas. Los recursos que se malgastan en tareas innecesarias se están detrayendo de áreas necesarias para cumplir la misión, lo que directa o indirectamente daña a la organización....

Amienemigos

Frenemies, es un neologismo inglés que se ha traducido al español utilizando también un solo término, Amienemigos. Se trata de personas con las que se tiene una relación amistosa, pese a mantener con ellos unas disputas o desacuerdos fundamentales. Se utiliza para describir situaciones tanto en lo personal, como vinculadas a la política o las relaciones comerciales, y se aplica tanto a individuos como a grupos o a instituciones. Sueles ser consciente que cuentas con amigos que te guardan las espaldas y con enemigos que trabajan activamente en tu contra. Pero además debes reconocer esas otras relaciones ambivalentes, que se manifiestan a la vez como positivas y negativas. Son tus amienemigos, que unas veces te defenderán y otras te destruirán. Tus enemigos son tan incómodos como predecibles; mantienes las distancias y esperas lo peor. Pero con los amienemigos siempre te ves en la necesidad de mantenerte en guardia, dudando si debes confiar en ellos o no. Su inconsistencia desgasta enormemente tus energías. Son más dañinos que los propios enemigos. Si cuentas con muchos de aquellos tendrás grandes probabilidades de padecer estrés, infelicidad y depresión. Tu instinto te lleva a cortar con los enemigos y salvar a los amienemigos. Sin embargo, deberías hacer lo contrario: abandonar a los amienemigos y intentar convertir a tus enemigos en amigos. Este conocimiento es importante cuando tratas de establecer alianzas. Tiendes a ignorar a tus oponentes, porque crees que no merece la pena perder el tiempo con ellos, y centrarte en reforzar los lazos con quienes ya te apoyan. Sin embargo, tus mejores aliados no son aquellos que siempre estuvieron de tu parte, sino quienes empezaron en posiciones contrarias y acabaron dándote la razón. Tus antiguos rivales se convierten en tus defensores más entusiastas. Además, quienes estuvieron en tu contra...

Prepárate

Algo significativamente distinto va a ocurrirte en las próximas semanas o meses: tus clientes cambiarán de opinión y marcharán; tu colaborador te abandonará y se llevará su cartera de contactos; tu mejor cliente, el que te proporciona el 35% de tus ingresos, cerrará; se producirá un incendio en tus oficinas… No te deseo ninguna de esas situaciones ni te pronostico que te afecten todas a la vez. Dos actitudes caracterizan a las empresas más destacadas: Anticipan la aparición de problemas y se preparan lo mejor posible para desarrollar las futuras soluciones. Nadie sabe con certeza qué nueva empresa, tecnología o tendencia social adquirirá protagonismo en los tiempos venideros, pero los más inteligentes acumulan ahora gran cantidad de recursos para poder afrontar cualquier situación que se pueda presentar....

Enséñales a desobedecerte...

Una obviedad: para ser un buen directivo necesitas contar con gente a quien dirigir. Si careces de seguidores, por muy brillante que seas, no podrás dirigir. Son tus seguidores los que te hacen directivo, y sin embargo se valora más tu figura que la de ellos. El papel del seguidor reclama integridad y fortaleza. Exige coraje para construir una relación sólida con el directivo hasta convertirse en su colaborador. Es entonces cuando se trabaja de forma recíproca para conseguir el éxito de ambos, cuando se respetan los papeles de cada uno y se habla honestamente de las actuaciones que podrían afectar al resultado de trabajo conjunto, sin importar el rango. Un buen colaborador debe estar preparado para decir las verdades independientemente de que su jefe le invite a hacerlo o no. Pero un directivo inteligente debe saber que las presiones sociales en el lugar de trabajo son tan fuertes que pueden impedir que un colaborador pueda expresarse con naturalidad. No se trata de menoscabar la obediencia a la legítima, ética y eficaz autoridad, sino de transformar ese hábito en una decisión consciente acerca de si se debe obedecer o no en una determinada situación. La aplicación de este protocolo te ayudará a romper ese hábito cultural de la obediencia ciega entre tus colaboradores: Dales a conocer que pueden llegar a obedecer sólo por hábito. Nadie piensa que obedece ciegamente, por lo que hay que hacérselo ver en circunstancias concretas y demostrarles la necesidad de cambiar. Pon de manifiesto el perjuicio derivado de una obediencia no cuestionada. A muchos se les ha educado en el valor indiscutible de la obediencia y no son capaces de reconocer en qué circunstancias no puede esperarse que obedezcan ni es apropiado hacerlo. Asegúrales que no premiarás la obediencia ciega...

El papel de la atención...

La atención funciona como un músculo que, si no la practicas, se atrofia; y que, si se trabaja bien, crece y se desarrolla. La atención la puedes centrar en tres ámbitos: La interior, que te sintoniza con tus intuiciones, orientando tus valores y decisiones. La que se dirige a los demás, que facilita o suaviza las relaciones con ellos. La atención al exterior, que te permite navegar con fluidez por el ancho mundo. Quizás percibes tu entorno como abrumador y desmoralizante, cargado de tensiones, contratiempos y tentaciones. La atención, que en su origen terminológico significa alcanzar algo, te conecta con el mundo y conforma y define el modo en que lo experimentas. La atención que prestes a cada uno de aquellos ámbitos te ayudará a encontrar un equilibrio en el que ser productivo y feliz. La falta de atención, las distracciones que proporcionan hoy los medios digitales, te alejan de la interacción cara a cara con las personas, y te impiden apreciar la comunicación no verbal. Adicionalmente afectan a la capacidad para seguir una historia, desarrollar el aprendizaje y la creatividad, o ver cómo progresa una tarea hasta el final....

Nuevos profesionales

La nueva economía en la que operamos precisa de nuevos profesionales con perfiles distintos y variados. Es fácil identificar que se necesitan tres tipos de ellos: Los más capaces. Se precisan hoy unos profesionales altamente capacitados, aptos para trabajar con máquinas “inteligentes”. Se les exige disponer de un conocimiento abstracto y poder tomar decisiones apoyadas en abundancia de datos. Los “estrellas”. Herramientas como el correo electrónico y las reuniones virtuales han condicionado la deslocalización de muchos empleos basados en el conocimiento. La tecnología hace que cada vez sean más productivas las tareas desarrolladas de forma remota. Al crearse así un mercado mundial y accesible del talento, quienes destacan en él progresan, mientras que el resto tiene dificultades. Compensa ser el mejor, incluso aunque la ventaja que proporcione el talento sea pequeña. La tecnología ha transformado los mercados locales en un bazar universal y cada vez son más las personas que compiten con las estrellas mundiales de sus sectores. Los «capitalistas». Este grupo lo componen aquellos que disponen del capital para invertir en las nuevas tecnologías que condicionan la reestructuración del mercado de trabajo. En la medida en que la tecnología digital reduce la necesidad de mano de obra en muchos sectores, quienes son propietarios de las máquinas “inteligentes” obtienen retornos económicos más altos. Por eso es posible que empresas de capital riesgo ganen miles de millones vendiendo empresas que sólo emplean a una docena de personas. En resumen, en esta nueva economía hay tres grupos de profesionales que cuentan con una ventaja singular: aquellos capaces de trabajar bien y de manera creativa con máquinas “inteligentes”; aquellos que destacan por ser los mejores en lo que hacen; y aquellos con acceso al capital. Ciertamente no serán los únicos importantes, pero sí los que progresarán más....

Los críticos

Que afirmen cosas desagradables, maliciosas o falsas sobre ti, no te tiene que gustar, pero debes asumirlo como parte del camino hacia el logro de tus objetivos. Quienes así actúan no deben conseguir nada más allá que proporcionar una motivación adicional a quien pretenden menospreciar. El verdadero peligro de los que sólo saben criticarte radica en que puedan hacerte descarrilar. Has de ser capaz de superar las dudas y confusión que te generarán o de otro modo te anularán. Asume sus quejas como indicadores de que estás en el buen camino. De hecho, sus críticas ayudan a promover tu nombre y tu marca; no les gustará lo que haces, pero desde luego que no les dejas indiferente y te dan conocer. Y aún arreciarán más cuando vean que haces posible sus imposibles. No podrás desarrollar una iniciativa verdaderamente relevante si te mantienes dentro de los márgenes que otros establecen. No puedes estar preocupado porque te concedan el premio a la popularidad o por llevar a cabo lo que la mayoría te sugiere, sino sorprendido por las limitadas aspiraciones de esos que dedican más tiempo a hablar que a hacer. Cuando vean que no les escuchas, se irritarán. Pero te has de sentir seguro, de forma que no les atiendas cuando pretendan confundirte y desviarte. Utiliza sus observaciones como acicate para llevar a cabo lo que crees que debes hacer. No luches contra ellos y mucho menos trates de reducir tus aspiraciones. No tienes que buscar su permiso ni su aprobación, ni esperes que que te propones alcanzar les suene bien. Entra sin pedir permiso, crea nuevos entornos, explora ideas, traspasa barreras, desafía lo convencional, y sal habiendo redefinido todo....

Pesimistas

No son necesariamente personas que te deseen algo malo. Incluso podrás encontrarlos entre tus familiares y amigos más cercanos, pero sus observaciones tenderán a frenarte, al menos temporalmente. Les escucharás decir: Se prudente…, ten cuidado…, paciencia…, ve despacio…, porqué te arriesgas…, no necesitas hacerlo…, ya estás bien como estás… Se preocupan por ti, pero siempre, por defecto, sus posiciones son negativas. Quieren protegerte y protegerse, evitar todo lo que represente riesgo, de ahí que no siempre puedas contar con su apoyo. Responden bien a su papel de protectores, no de emprendedores. Tratan de dar sentido a su habitual falta de actuación; protegerse de sus propias justificaciones respecto a la vida que llevan y las decisiones que tomaron. Si les escuchas, el resultado será siempre el mismo: desanimarte, generarte duda y confusión respecto a los retos que afrontas, complicando así aún más tus propias dificultades. Pero no tienen derecho a distraerte de tus metas y aspiraciones. La mejor manera de tratar a estos pesimistas es perseguir una y otra vez tus objetivos hasta lograrlos, hasta que no les quede otro remedio que creer en ti....

Tiempo para deliberar...

Son incontables las situaciones con alta carga emocional por las que atraviesas cada día, y no eres consciente de todas de ellas. Sin embargo, en esa montaña rusa puedes verte obligado a tomar decisiones para las que el momento puede ser inapropiado. Si repasas tus decisiones más recientes quizás descubras que aquellas en las que te apresuraste no resultaron tan eficaces como las tomadas con más planificación y en momentos de más claridad. La única manera de asegurarse de que cuentas con el tiempo necesario para tomar decisiones acertadas es programar períodos concretos para la toma de decisiones. No debe ser complicado. Se trata de reservar unos 20 minutos para escaparse del teléfono y del ordenador y dedicarse sólo a pensar. Actuar así te dará ciertas garantías de que tus sentimiento y emociones no confunden tus decisiones....

Test para desobedecer...

Disfrutar de las ventajas de vivir en sociedad exige obedecer las normas, a veces de manera voluntaria y a veces involuntaria. Pero para que sea apropiado obedecer se deben cumplir tres condiciones: Formar parte de un sistema razonablemente justo y que funcione. Que la autoridad que establece la norma o da las órdenes sea legítima y razonablemente competente. Que el orden que se persigue sea razonablemente constructivo. El término “razonable” forma parte de las tres condiciones porque somos imperfectos, como también lo son los sistemas en los que nos movemos. Este es el mejor test que puedes aplicar para saber si debes desobedecer de manera inteligente: dada la información de que dispones y en el contexto en el que se te ha dado la orden, si obedecer causa más daño que beneficio, lo apropiado es desobedecer, al menos hasta que la situación o la orden recibida se clarifiquen. Sin embargo, seguir dichas reglas no resulta sencillo en muchas ocasiones porque estamos programados para obedecer. Es el resultado de una adaptación evolutiva que ha permitido alcanzar la compleja organización social que disfrutamos. Primero obedecías porque te dijeron que la autoridad siempre acierta. Después porque observaste las ventajas de obedecer y los castigos asociados al no hacerlo. Más tarde obedeciste por comprender la conveniencia y la tranquilidad que acompañan al cumplimiento de las normas y leyes. Finalmente, si no tienes limitado tu desarrollo moral, obedeces porque eres consciente del valor intrínseco de cada norma en el contexto en el que se aplica. Puedes preguntarte ahora si existen algunos valores superiores que sirvan de guía común para todos en la toma de decisiones. Y la respuesta no parece sencilla si se observa el cambio de valores a lo largo de la historia, dependiendo de las culturas, e...

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