Enséñales a desobedecerte
Una obviedad: para ser un buen directivo necesitas contar con gente a quien dirigir. Si careces de seguidores, por muy brillante que seas, no podrás dirigir. Son tus seguidores los que te hacen directivo, y sin embargo se valora más tu figura que la de ellos.
El papel del seguidor reclama integridad y fortaleza. Exige coraje para construir una relación sólida con el directivo hasta convertirse en su colaborador. Es entonces cuando se trabaja de forma recíproca para conseguir el éxito de ambos, cuando se respetan los papeles de cada uno y se habla honestamente de las actuaciones que podrían afectar al resultado de trabajo conjunto, sin importar el rango.
Un buen colaborador debe estar preparado para decir las verdades independientemente de que su jefe le invite a hacerlo o no. Pero un directivo inteligente debe saber que las presiones sociales en el lugar de trabajo son tan fuertes que pueden impedir que un colaborador pueda expresarse con naturalidad.
No se trata de menoscabar la obediencia a la legítima, ética y eficaz autoridad, sino de transformar ese hábito en una decisión consciente acerca de si se debe obedecer o no en una determinada situación.
La aplicación de este protocolo te ayudará a romper ese hábito cultural de la obediencia ciega entre tus colaboradores:
- Dales a conocer que pueden llegar a obedecer sólo por hábito. Nadie piensa que obedece ciegamente, por lo que hay que hacérselo ver en circunstancias concretas y demostrarles la necesidad de cambiar.
- Pon de manifiesto el perjuicio derivado de una obediencia no cuestionada. A muchos se les ha educado en el valor indiscutible de la obediencia y no son capaces de reconocer en qué circunstancias no puede esperarse que obedezcan ni es apropiado hacerlo.
- Asegúrales que no premiarás la obediencia ciega y que tampoco penalizarás la desobediencia inteligente.
- Ofréceles respuestas alternativas a la obediencia ciega. Clarifica qué respuestas podrían darte y confirma que serán aceptadas, preferidas e incluso premiadas por ti.
- Entrena con ellos esas respuestas alternativas, antes de que se vean en las situaciones reales en las que deberán aplicarlas.
- Practica hasta que te respondan de manera segura y firme con una desobediencia inteligente, y no como si leyeran un guión preestablecido.
- Elogia el uso de la desobediencia inteligente cuando se produzca. Demuestra que estás preparado para aceptar que, por principio, discrepen. Te juegas aquí la credibilidad pues decidirán si eres digno de confianza o no.
- Protege al colaborador que muestre una desobediencia oportuna. No todos compartirán tu defensa de ese tipo de desobediencia, por lo que debes demostrar a quienes te secundan que no son penalizados por fiarse de ti.