Enséñales a desobedecerte...

Una obviedad: para ser un buen directivo necesitas contar con gente a quien dirigir. Si careces de seguidores, por muy brillante que seas, no podrás dirigir. Son tus seguidores los que te hacen directivo, y sin embargo se valora más tu figura que la de ellos. El papel del seguidor reclama integridad y fortaleza. Exige coraje para construir una relación sólida con el directivo hasta convertirse en su colaborador. Es entonces cuando se trabaja de forma recíproca para conseguir el éxito de ambos, cuando se respetan los papeles de cada uno y se habla honestamente de las actuaciones que podrían afectar al resultado de trabajo conjunto, sin importar el rango. Un buen colaborador debe estar preparado para decir las verdades independientemente de que su jefe le invite a hacerlo o no. Pero un directivo inteligente debe saber que las presiones sociales en el lugar de trabajo son tan fuertes que pueden impedir que un colaborador pueda expresarse con naturalidad. No se trata de menoscabar la obediencia a la legítima, ética y eficaz autoridad, sino de transformar ese hábito en una decisión consciente acerca de si se debe obedecer o no en una determinada situación. La aplicación de este protocolo te ayudará a romper ese hábito cultural de la obediencia ciega entre tus colaboradores: Dales a conocer que pueden llegar a obedecer sólo por hábito. Nadie piensa que obedece ciegamente, por lo que hay que hacérselo ver en circunstancias concretas y demostrarles la necesidad de cambiar. Pon de manifiesto el perjuicio derivado de una obediencia no cuestionada. A muchos se les ha educado en el valor indiscutible de la obediencia y no son capaces de reconocer en qué circunstancias no puede esperarse que obedezcan ni es apropiado hacerlo. Asegúrales que no premiarás la obediencia ciega...

Nuevos profesionales

La nueva economía en la que operamos precisa de nuevos profesionales con perfiles distintos y variados. Es fácil identificar que se necesitan tres tipos de ellos: Los más capaces. Se precisan hoy unos profesionales altamente capacitados, aptos para trabajar con máquinas “inteligentes”. Se les exige disponer de un conocimiento abstracto y poder tomar decisiones apoyadas en abundancia de datos. Los “estrellas”. Herramientas como el correo electrónico y las reuniones virtuales han condicionado la deslocalización de muchos empleos basados en el conocimiento. La tecnología hace que cada vez sean más productivas las tareas desarrolladas de forma remota. Al crearse así un mercado mundial y accesible del talento, quienes destacan en él progresan, mientras que el resto tiene dificultades. Compensa ser el mejor, incluso aunque la ventaja que proporcione el talento sea pequeña. La tecnología ha transformado los mercados locales en un bazar universal y cada vez son más las personas que compiten con las estrellas mundiales de sus sectores. Los «capitalistas». Este grupo lo componen aquellos que disponen del capital para invertir en las nuevas tecnologías que condicionan la reestructuración del mercado de trabajo. En la medida en que la tecnología digital reduce la necesidad de mano de obra en muchos sectores, quienes son propietarios de las máquinas “inteligentes” obtienen retornos económicos más altos. Por eso es posible que empresas de capital riesgo ganen miles de millones vendiendo empresas que sólo emplean a una docena de personas. En resumen, en esta nueva economía hay tres grupos de profesionales que cuentan con una ventaja singular: aquellos capaces de trabajar bien y de manera creativa con máquinas “inteligentes”; aquellos que destacan por ser los mejores en lo que hacen; y aquellos con acceso al capital. Ciertamente no serán los únicos importantes, pero sí los que progresarán más....

Obedecer o resistirse...

En sí mismo, obedecer no es bueno ni malo. Su valor depende del contexto en el que se desarrolla, lo que le da su sentido positivo o negativo. Obedecer puede ser un acto malvado si quien recibe la orden la ejecuta aun a sabiendas de las consecuencias adversas que derivarán en el deterioro manifiesto de la autoridad que emitió dicha orden. Por eso los directivos deben evitar crear un ambiente de inquebrantable obediencia. Lo mismo puede decirse de la desobediencia, que no es, por sí misma, ni buena ni mala. Aunque con frecuencia nos rebelemos contra la autoridad, se ha de reconocer que tiene muchas ventajas un sistema en el que está claro quien tiene la autoridad para establecer las reglas y dar órdenes; se evitan así los conflictos inacabables entre ideas contrapuestas. Es siempre saludable dialogar para disponer de la máxima información y tomar la mejor decisión posible. Pero una vez escuchadas todas las voces y tomada la decisión por la autoridad correspondiente, si no se violan principios fundamentales, lo correcto es actuar dando soporte a la decisión. En todo grupo operan unas reglas que facilitan a sus miembros tomar las decisiones. Son como dos algoritmos. El primero es el de la obediencia, el dominante, el que se utiliza las más de las veces y que evita verse atrapado en conflictos interminables: Recibo la orden de una fuente legítima y no es resultado del alzar. Comprendo la orden o la norma, su objetivo y lo que se espera de mi para alcanzar ese objetivo. La orden persigue un bien o al menos es neutra respecto al impacto que tendrá. Como no se producirá un perjuicio serio de la ejecución de la orden ni se violará un principio fundamental, obedeceré la orden. De manera...

Tiempo para deliberar...

Son incontables las situaciones con alta carga emocional por las que atraviesas cada día, y no eres consciente de todas de ellas. Sin embargo, en esa montaña rusa puedes verte obligado a tomar decisiones para las que el momento puede ser inapropiado. Si repasas tus decisiones más recientes quizás descubras que aquellas en las que te apresuraste no resultaron tan eficaces como las tomadas con más planificación y en momentos de más claridad. La única manera de asegurarse de que cuentas con el tiempo necesario para tomar decisiones acertadas es programar períodos concretos para la toma de decisiones. No debe ser complicado. Se trata de reservar unos 20 minutos para escaparse del teléfono y del ordenador y dedicarse sólo a pensar. Actuar así te dará ciertas garantías de que tus sentimiento y emociones no confunden tus decisiones....

Test para desobedecer...

Disfrutar de las ventajas de vivir en sociedad exige obedecer las normas, a veces de manera voluntaria y a veces involuntaria. Pero para que sea apropiado obedecer se deben cumplir tres condiciones: Formar parte de un sistema razonablemente justo y que funcione. Que la autoridad que establece la norma o da las órdenes sea legítima y razonablemente competente. Que el orden que se persigue sea razonablemente constructivo. El término “razonable” forma parte de las tres condiciones porque somos imperfectos, como también lo son los sistemas en los que nos movemos. Este es el mejor test que puedes aplicar para saber si debes desobedecer de manera inteligente: dada la información de que dispones y en el contexto en el que se te ha dado la orden, si obedecer causa más daño que beneficio, lo apropiado es desobedecer, al menos hasta que la situación o la orden recibida se clarifiquen. Sin embargo, seguir dichas reglas no resulta sencillo en muchas ocasiones porque estamos programados para obedecer. Es el resultado de una adaptación evolutiva que ha permitido alcanzar la compleja organización social que disfrutamos. Primero obedecías porque te dijeron que la autoridad siempre acierta. Después porque observaste las ventajas de obedecer y los castigos asociados al no hacerlo. Más tarde obedeciste por comprender la conveniencia y la tranquilidad que acompañan al cumplimiento de las normas y leyes. Finalmente, si no tienes limitado tu desarrollo moral, obedeces porque eres consciente del valor intrínseco de cada norma en el contexto en el que se aplica. Puedes preguntarte ahora si existen algunos valores superiores que sirvan de guía común para todos en la toma de decisiones. Y la respuesta no parece sencilla si se observa el cambio de valores a lo largo de la historia, dependiendo de las culturas, e...

Responsables

Ser una persona responsable es una cualidad de lo más importante en el ámbito familiar, profesional y social. Es tan crítica como difícil de desarrollar pues afecta múltiples dimensiones de la persona. Incluye tanto la capacidad de confiar en uno mismo, de tener iniciativa y una gran motivación, de ser organizado y gestionar la propia agenda, controlar el estrés, o llevar una vida equilibrada y saludable. Carecer de algunas de estas capacidades no debe significar más que el reconocimiento de que se ha de trabajar por adquirirlas, ya que en determinadas personas no surgen de manera natural. Para desarrollar esas competencias es de gran ayuda disponer de alguien que sea un ejemplo a imitar y del que poder aprender. Busca a alguien que consideres como una persona sólidamente responsable, invítale a comer o a un café, y explícale las razones por las que deseas mejorar en determinadas competencias. Si consigues contar con su colaboración, descríbele los objetivos concretos que te propones alcanzar, pregúntale sobre el modo en que se conduce para actuar de forma responsable y la manera en que podría ser de utilidad para progresar también tu. Asegúrate de mencionar las situaciones o dificultades que más problemas te ocasionan. Podrá enseñarte iniciativas singulares y eficaces para desarrollar esa capacidad para comportarte de forma responsable y que de otro modo no hubieras descubierto. No olvides anotarlas y empezar a practicarlas de inmediato, y asegúrate de cerrar la siguiente cita para evaluar tu progresión....

Desobedeciendo

Todo desafío de la autoridad establecida mueve a actuar corrigiendo o penalizando dicha desobediencia. Pero, aunque en ocasiones la rebeldía resulte molesta, no siempre debe considerarse como peligrosa; incluso puede demostrarse eficaz y beneficiosa. El peligro nace de lo bien que te han enseñado a obedecer, lo que te lleva a no plantearte desobedecer cuando ya eres adulto pese a que la situación lo reclame. Vemos los efectos en tantos trabajadores de empresas y organismos oficiales, que se rinden a las presiones para actuar de forma que se escondan los problemas y se creen riesgos innecesarios. Por no mencionar los graves crímenes cometidos bajo la excusa de la “obediencia debida”. Es necesario desobedecer más y saber cómo hacerlo. Sobre este tema ya hace años que escribí (Desobedece con inteligencia, Saltarse las reglas, Desobedece), pero me da que cada día se hace más necesario recordarlo. Todo directivo o persona con autoridad, en cualquier entorno, debe reconocer el valor de la desobediencia inteligente y fomentarla. Se trata de una competencia que hay que desarrollar para saber cómo actuar correctamente en medio de las presiones que te empujan a hacer lo que está mal. Hay que prepararse específicamente para saber cuándo desobedecer dado que: La ocasión se te puede presentar de forma repentina y exigirte un gran aplomo para responder de forma adecuada en situaciones urgentes. Al decidir sobre la acción más adecuada a seguir, tendrás que dar la misma validez a tus propia formación, percepciones y valores, que a las de la autoridad de la que dependes. Deberás reconocer que hay opciones distintas a las de obedecer o desobedecer y que conducen a mejores resultados. Si te detienes a pensar, muy posiblemente encontrarás opciones creativas que satisfagan a la autoridad y que respondan mejor a las...

Seguidores

El término “seguidor” tiene connotaciones incómodas para algunos. Lo asocian a docilidad, conformidad, debilidad o incapacidad para destacar. Pero nada de esto es cierto. Se necesita contar con unos grandes seguidores para llegar a ser un buen directivo. Es preciso reconocer la responsabilidad que cada uno tiene respecto a la institución y las personas a las que se sirve. Para eso se necesita: Comprender qué es el poder y cómo usarlo. Como seguidor tienes más poder del que imaginas. Debes comprender la naturaleza de ese poder, a quién sirves, y las herramientas con las que cuentas para sacar adelante la misión del grupo. Apreciar el valor de quien te dirige y felicitarle por su contribución a que tu puedas lograr lo que deseas. Y conocer las cosas que limitan su creatividad, su buen humor o su capacidad para decidir; de ese modo podrás intervenir para minimizarlas. Destacarán así sus capacidades y servirá mejor al bien de todos. Reconocer los inconvenientes del poder, su capacidad para seducir y corromper, y saber cómo contrarrestarlos. La imagen de unos directivos dominantes y unos seguidores obedientes es algo del pasado. En la era de la información las cosas son distintas. El paternalismo ha desaparecido y no son los directivos ni la organización los que deben ocuparse de todo. Cada uno debe asumir su propia responsabilidad para cuidarse de sí mismo y de los que le rodean. Los seguidores son ahora colaboradores que han de ejercitar el coraje para tener razón, para equivocarse y para ser singulares. Cada uno tiene su propia visión e interpretación del mundo, y ha de saber defenderla a la vez que aprender del valor de la opinión de los otros. Pensar que la interpretación del directivo debe ser la dominante es un peligro para...

Tu “dream team”

No importa cuál sea tu ideal, habrás de aprender a relacionarte con muchas otras personas. Dependiendo de lo que quieras lograr, su impacto será más o menos determinante, pero, en cualquier caso, deberás contar con los demás para alcanzar tus metas. Aquello a lo que aspiras es también la expresión de lo que serás incapaz de lograr si no cuentas con la ayuda de otros. Si miras atrás, la lista de personas que han dejado huella en tu vida es larga. Han marcado la diferencia y te han añadido valor de modos diversos y seguramente difíciles de expresar. Cada una de ellas ha sido especial y estás agradecido por su ayuda. De ahí la necesidad de reconocer de nuevo que debes contar con un equipo que te ayude a lograr lo que te propones. Son muchas las cosas que pueden hacer por ti: Te facilitarán que puedas dar lo mejor de ti mismo. Podrás ayudar a otros a desarrollar su potencial. Te harán ganar tiempo. Te acompañarán. Multiplicarán tu esfuerzo. Te ayudarán a lograr tus metas. Si careces de ese equipo, tu ideal se volverá inalcanzable; será difícil que logres algo significativo. Con un mal equipo, tu sueño se convertirá una pesadilla. Si cuentas con buenos colaboradores, tu aspiración tiene potencial. Y si tienes un gran equipo, tus metas serán indefectibles. Necesitas un “dream team” y estas son las cualidades de las personas que han de formar parte de ese equipo: Están comprometidas con que tu trabajo tenga impacto. Aprovechan toda oportunidad de aprendizaje y mejora. Te responden con respeto y honestidad. Están dispuestos a decirte la verdad. Te animan a perseverar. Te motivan, que te empujan a progresar, a pensar mejor, trabajar con más intensidad y arriesgar más. Sólo se conforman con la...

Nunca menos de cinco veces...

Los buenos vendedores saben que el 80% de las ventas se consiguen en la quinta presentación, y, sin embargo, sólo el 10% de ellos insiste más de tres veces. Lo más habitual es no hacer un seguimiento diligente, ni consistente, ni durante el tiempo suficiente. Despliega toda tu artillería cuando andes a la caza de nuevos clientes: llamadas, mensajes, correos, visitas en persona… Nunca abandones. Mantener el contacto es más importante que la venta. Si no te compró ahora, seguramente volverá a hacerlo y conocerá a algún otro interesado en comprar. Con cuantas más personas te mantengas en contacto, más gente conocerás y más te conocerán ellos a ti. Tu agenda es una mina de oro que nunca debes dejar de explotar. La única diferencia entre un contacto y un contrato, aparte de una letra, es el grado de relación existente. Si no mantienes el contacto nunca desarrollarás la relación necesaria para que se concrete en un contrato. Y hay entre tus competidores quienes tras cerrar el acuerdo abandonan el contacto, lo que te abre las puertas para lograr la oportunidad que buscas. Por tanto, trabaja tus contactos hasta que se conviertan en clientes. No importa tanto el interés que ellos manifiesten por ti como el interés que tu tengas en ellos. Quienes se sienten ganadores nunca abandonan y los que se dan por vencidos nunca ganan....

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