Master Oficial en Creación y Dirección de Empresas 18Ene

Master Oficial en Creación y Dirección de Empresas...

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Lecciones de artillería para innovar (1)...

La relación entre innovación y la viabilidad de una empresa es un tema de indudable interés. El libro de Collins trata de este asunto y da algunas orientaciones de gran utilidad que  paso a comentar. En cada sector es posible reconocer un determinado nivel mínimo de innovación exigible a las empresas que quieran permanecer en él. No alcanzarlo las hace inviables y desaparecen. Pero una vez superado ese umbral, no parece que el éxito de la empresa sea directamente proporcionar a su capacidad de innovación. Especialmente en entornos muy cambiantes y turbulentos, ser el más innovador no parece importar demasiado. Para tener éxito y convertirse en una empresa destacada se precisa además de una combinación acertada de creatividad y disciplina. La innovación, sin disciplina, suele conducir al desastre. Se observa una tendencia desde los grupos de I+D a prometer más de lo que son capaces de entregar lo que tiene un coste prohibitivo para la empresa. Lo que hace grande a una empresa es una combinación de una creatividad intensa con una disciplina incansable. Y cuando se unen la capacidad de innovación y una excelencia en las operaciones se multiplica el valor de la creatividad. Por tanto, si como consecuencia de un entorno incierto e inestable las empresas se obsesionan con la innovación por sí misma, pueden incurrir en apuestas equivocadas  que les conduzcan a sonados fracasos o dejen a la empresa en una posición muy frágil. Pero a la vez, si la empresa se queda parada y no hace nada significativo o nuevo, corre el riesgo de desaparecer. La solución a este dilema pasa para Collins por un símil del arma de artillería, consistente en “disparar primero balas de fusil, para disparar después la bala del cañón”. Con seguridad el ejemplo es políticamente incorrecto...

Tienes que leerla

Tardé en ponerme a hacerlo por no parecer “snob”, y me equivoqué. En efecto se trata de la biografía de Steve Jobs escrita por Walter Isaacson. Tras años siguiendo al personaje y sus actividades por un interés profesional, pensé que no había necesidad de correr a leerla. No he querido consultar opiniones de terceros, por lo que no estoy influenciado por ellas. Mi impresión tras haberla concluido es que no te la puedes perder. No suelo leer biografías, y mucho menos memorias. Sin embargo, la biografía de Steve Jobs me parece tremendamente aconsejable por lo mucho que enseña. Quizás mi valoración esté sesgada por mis intereses en los temas de estrategia empresarial y desarrollo personal y directivo, pero quizás eso hace más obligada su lectura para quienes seguís estas notas. Parte de su interés nace de que esta biografía no pretende encumbrar a un personaje. Más bien lo contrario. La manera en que se ha redactado y el hecho de que el protagonista no quisiera revisarla, le da un carácter docente y ejemplificador. Enseña aspectos que pueden hacernos mejores profesionales y directivos y muestra aquellos comportamientos que no se deben imitar. Las virtudes y defectos aparecen de forma tan destacada y notoria que no quedan dudas acerca del camino correcto a seguir. Desde el punto de vista de la estrategia empresarial y del desarrollo de nuevos modelos de negocios es un manual obligado por la descripción de éxitos y fracasos, de sus causas y sus efectos. Y no cuento más para no estropearte las sorpresas. Y contiene además un mensaje personal, a modo de legado del propio Steve. Ya seas profesional o empresario, emprendedor o directivo, usuario de PC o de Mac, padre de familia o adolescente, hijo legítimo o natural, ateo o creyente,…...

Eficaces tomadores de decisiones...

El deber de todo directivo es el de ser eficaz. De él se espera que lleve a cabo lo que es correcto. Sin embargo, si bien es habitual encontrar directivos inteligentes, con grandes conocimientos e imaginación, los propiamente eficaces suelen brillan por su ausencia. Parece que nadie les ha explicado que su perspicacia sólo se traduce en eficacia mediante su aplicación a un esfuerzo intenso y sistemático. La inteligencia, la imaginación y el conocimiento son recursos esenciales pero sólo la eficacia es capaz de convertirlos en resultados.   Del trabajo manual nos interesa la eficiencia, lo que puede entenderse como la habilidad de hacer bien las cosas. Estos es distinto de la habilidad de hacer lo correcto, es decir, de hacer las cosas que se han de hacer. En las organizaciones actuales, la mayoría de los empleados trabajan con sus conocimientos, más que con sus habilidades manuales. Esto hace que los sistemas de control desarrollados para los trabajos predominantemente manuales no sirvan para evaluar a los profesionales. Para determinar su eficacia debemos fijarnos en si el trabajador está haciendo lo correcto, lo que se ha de hacer, lo que es apropiado. Tradicionalmente, en la formación de directivos se ha prestado poca atención al desarrollo de la eficacia, cuando ésta podría considerarse como la tecnología propia a utilizar por quienes trabajan con sus conocimientos. Es importante caer en las siguientes consideraciones: A los profesionales actuales no se les puede supervisar estando muy encima de ellos. Sólo se les puede ayudar. Son ellos quienes deben ser capaces de dirigirse a sí mismos para poder ofrecer su mejor contribución y alcanzar su mejor desempeño, esto es, ser eficaces. Conseguirlo es importante. Su motivación depende de su capacidad para ser eficaz, para alcanzar determinados logros. Si no es...

Cuéntame un gran historia...

Podemos seguir con el tema de ayer en la búsqueda de los modos de establecer y comunicar la identidad propia de la empresa. Un instrumento para lograrlo es mediante la narración de historias que ayudan a dar a conocer esa identidad y a crear esa alineación y compromiso con la empresa. Una buena historia entretiene e inspira, te ayuda a conectar. Es una herramienta muy utilizada por los líderes más destacados. Tiene un poder motivador innegable por la emoción que puede llegar a transmitir, mucho más eficaz que pasar toda una montaña de información. Toda historia, ya sea edificante o trágica, sirve para captar el interés de la audiencia, aunque su verdadero poder en la empresa radica en su capacidad para mostrar los valores y principios de la misma en acción. Por ejemplo, una cosa es decir que se es capaz de generar confianza, y otra distinta el explicar cómo los empleados aceptaron no cobrar durante un tiempo para salvar una situación apurada, porque sabían que la solución acabaría por llegar. Toda empresa debería encontrar y repetir unas cuantas historias básicas que ayuden a transmitir su identidad entre las que podrían estar: La historia de una pasión. La relativa a la fundación de la empresa, sobre quién la inició y por qué, o cómo la empresa vive su propia misión, o qué mueve a los empleados a dar lo mejor de ellos mismos. La historia de un fin superior. Es la historia que relata por qué haces unas cosas y dejas de hacer otras. Lo que orienta la misión del negocio, la descripción de a quién deseas servir y por qué. La historia de una aspiración. Esta es la historia que ilustra la manera en la que deseas  que te vean y te reconozcan los demás. Describe el objetivo que aún no tienes pero que, con lo...

Revisitando los Valores...

Hace tiempo escribí una nota específica sobre la definición de los valores de la empresa. Después de algunas lecturas recientes me parece bueno retomarla y completar hoy algunos aspectos. Los valores son un elemento central de la empresa para poner de manifiesto su identidad y generar el compromiso de su personal. De manera explícita o implícita, toda empresa los tiene y no pueden ocultarse. Se manifiestan en la manera de tomar decisiones, en el modo en que se trata a empleados y clientes, en el modo de reaccionar ante las dificultades. El proceso para establecer cuáles son esos valores, difundirlos a la organización y que sean vividos no es sencillo.  Establecimiento de los valores La clave para definir esa lista de valores comienza por descartar ideas preconcebidas sobre los que deberían ser y reconocer las características más valiosas y propias de tu empresa. Esto incluye pensar en las personas e identificar a quienes mejor encarnan lo que la empresa representa. El equipo directivo debe dedicar tiempo a reflexionar y recopilar esos atributos inspiradores que pueden circular entre el personal e incluso ser reconocidos por los clientes, a quienes también se les ha de preguntar. Una vez obtenida esa lista, se trata de seleccionar los principios más esenciales. Su número puede variar pero cuantos menos mejor. No deberían ser más de seis o siete. No es una lista de los valores que deberían ser y que infunda respeto. Sino una relación de los que son en la actualidad, aunque aún no se hayan desarrollado plenamente. Por ejemplo, así los enumeraba una determinada organización: Actúa como piensas – predica con el ejemplo Busca la simplicidad – la sencillez por encima de la complejidad Genera confianza – Gánatela Progresa – No importa cometer errores Lidera – enseña y...

Una “lluvia de ideas” con dirección asistida...

El método más utilizado por las empresas para generar ideas son las sesiones en grupo de lluvia de ideas. Dado que su desarrollo tradicional suele ser disfuncional se han buscado enfoques más prácticos y más productivos. Un nuevo método más eficaz, conocido como “brainsteering”, requiere una mejor preparación que las sesiones de lluvia de ideas tradicionales, pero sus resultados merecen el esfuerzo. Estas son algunas de sus características: 1. Conoce los criterios de la organización para la toma de decisiones Las ideas generadas en estas sesiones suelen acabar en nada porque caen fuera del ámbito de lo que la organización está dispuesta a aceptar. Abrir la mente puede ser inútil si las circunstancias externas o las políticas de la empresa no favorecen dicha apertura. Si quieres despertar el pensamiento creativo en tus equipos habrás de comenzar por establecer el criterio para la toma decisiones respecto a las ideas resultantes. 2. Haz las preguntas correctas No se trata tanto de la cantidad  como de la calidad de las ideas. Para conseguirla es muy útil partir de unas preguntas. La sesión se desarrolla en torno a una serie de “preguntas correctas” que el equipo tratará de responder en pequeños grupos. El truco es identificar preguntas con estas dos características: En primer lugar, las preguntas deben forzar a los participantes a adoptar una perspectiva nueva y desconocida. Buscas alejarte de los patrones e ideas que funcionaron en el pasado. El cambio de perspectiva de los participantes revolucionará su manera de pensar. En segundo lugar, la pregunta debe limitar el espacio a explorar por el equipo, sin que llegue a establecer restricciones que condicionen las respuestas. Por ejemplo: ¿cuál es la mayor complicación que nuestros clientes soportan y podríamos evitarles?, ¿quién utiliza nuestro producto de manera que no esperábamos? Lo ideal es...

Abandona el «yo»

No pienses ni hables en primera persona. Utiliza el “nosotros”. Como directivo sabes que te corresponde la responsabilidad última, aquella que no puedes ni compartir ni delegar. Pero tu verdadera autoridad proviene de la confianza que te otorga el resto de los miembros de la organización. Esto significa que debes pensar en las necesidades de la organización y en sus oportunidades antes que en las tuyas propias. Esta actitud debe ponerse de manifiesto en todas tus declaraciones, por ejemplo: «Trabajaremos juntos para superar este reto…» «Esta será la manera en que trataremos a cada uno de nuestros clientes…» «Lo acabaremos a tiempo y por debajo del presupuesto…» «Con nuestro esfuerzo alcanzaremos el objetivo deseado…» ¿Qué no te gusta hacer declaraciones…? Es frecuente observar esta reticencia, pero no puedes prescindir de ellas. Si no haces esos anuncios formales, si no declaras tus expectativas, dejas al resto de la organización a la deriva. En todo caso, para asegurar su impacto, cuida estas otras características: Que sean elevadas pero realistas. Que transmitan seguridad. Cuida el lenguaje corporal y las palabras que utilizas. Que contengan una carga emocional apropiada. Que incluyan las acciones específicas a desarrollar.   En los últimos días hemos revisado diversas prácticas que caracterizan al directivo eficaz. Es lógico encontrar diferencias en las personalidades, fortalezas, flaquezas, valores y creencias de los directivos. Pero lo que tienen en común es que tratan de hacer lo correcto. La eficacia es una disciplina que puede aprenderse y se debe...

Ambición extrema

Tras analizar las características observables en los líderes más destacados y comentadas en días anteriores (disciplina, creatividad, paranoia), seguro que te planteas algunas preguntas. Por ejemplo: Si estos líderes destacan por su paranoia, su independencia, comportamiento concienzudo, obsesivo y monomaníaco, etc… ¿por qué alguien querría trabajar con ellos?La respuesta parece estar en la intensa atracción que ejerce su capacidad de ambición. Esa increíble ambición es quizás su característica más destacada. Estos líderes canalizan su ego y su intensidad personal en algo mayor y más duradero que ellos mismos. Son ambiciosos, es cierto, pero su propósito va más allá de ellos y se centra en la construcción de una gran empresa, en cambiar el mundo, o en alcanzar algún gran objetivo que en último término no tiene que ver con ellos mismos. Pero la ambición es, por encima de todo, por una causa, por la compañía, por el trabajo y no por ellos mismos. Buscan algo más que alcanzar el éxito. Se definen a sí mismos en relación al impacto y la contribución de sus actuaciones, al propósito que pretenden alcanzar. Paradójicamente, buscan alejar la atención de ellos mismos, tratan de mantener un perfil bajo y discreto, y dirigen a los demás buscando compartir el compromiso con unos principios inspiradores más que por el culto a una personalidad hiperdesarrollada. Te deseo una sana ambición… Y una eficaz actuación para...

Paranoia provechosa

Otra característica que se observa en los directivos de las empresas más destacadas (Great by Choice), y que les diferencia de sus colegas menos exitosos, es el modo en que mantienen una alerta y vigilancia extrema tanto en tiempos de bonanza económica como en tiempos de crisis. Incluso en condiciones de aparente calma, cuando los negocios marchan bien y las perspectivas son claras, estos directivos trabajan de manera continuada con la conciencia de que los acontecimientos se pueden volver en su contra en cualquier momento. De hecho piensan, con una certeza absoluta, que las condiciones cambiarán a peor sin avisar, de manera impredecible y en el momento más inconveniente. Por eso persiguen estar siempre lo mejor preparados posible. Lo que distingue a estos personajes no es sólo ese rasgo paranoico de su carácter sino que sean capaces de emprender acciones eficaces como consecuencia de su obsesión. Dicho comportamiento puede ser enormemente útil si el miedo se canaliza hacia una preparación más profunda y una actuación más clarividente y calmada. De ahí que se califique la paranoia como provechosa. Por ejemplo, este tipo de directivos se caracterizan por mantener una posición financiera conservadora, acumulando tesorería para protegerse frente a las posibles consecuencias negativas de unos cambios no hubieran acertado a prever. Esta paranoia provechosa no tiene nada que ver con pasar por la vida tratando de evitar peligros y buscando el camino más cómodo y seguro. Al contrario, en su actuación como líderes se proponen grandes objetivos, metas ambiciosas y nobles. Buscan cambiar el mundo o manifiestan el deseo de ser útiles de manera extrema. De hecho, no se comportan como si trataran de proteger lo que tienen sino que buscan crear y construir algo verdaderamente grande, superior a ellos mismos. Sacudámonos la comodidad y...

Decide y actúa (2)

Céntrate en las oportunidades Un buen directivo se centra antes en las oportunidades que en los problemas. Por supuesto que te has de ocupar de los problemas, pero resolverlos ayuda más bien a evitar perjuicios y no necesariamente garantiza avanzar en resultados. Es del aprovechamiento de las oportunidades de donde se derivan los resultados. Debieras considerar las circunstancias de cambio como oportunidades y no como amenazas. Ante los cambios que observes dentro y fuera de la empresa deberías preguntarte en qué medida pueden ser una oportunidad para tu empresa. Procura evitar que las reuniones directivas comiencen con la enumeración o discusión de problemas. Salvo casos de extrema gravedad o catástrofe, lo inteligente es comenzar por el tratamiento de las oportunidades.Una oportunidad de importancia excepcional es la gestión de las personas. Tu eficacia crecerá si pones a las más capacitadas como responsables de las oportunidades antes que al frente de los problemas. Para lograrlo, asegúrate periódicamente de actualizar tu conocimiento de las capacidades de tus colaboradores y tener bien identificadas las oportunidades. Mantén reuniones productivas Lo más probable es que la mayor parte de la jornada laboral te la ocupen reuniones con otras personas. De ahí la importancia de asegurar que sean verdaderamente productivas. Te ayudará a conseguirlo el identificar por adelantado el tipo de reunión en la que vas a participar. Una reunión cuya única una función fuera que los participantes se encontraran con su jefe sería del todo improductiva. Soy consciente de que, en nuestro entorno cultural, conseguir unas reuniones eficaces requiere mucha auto-disciplina. Pero has de ser exigente en establecer la naturaleza de la reunión y adecuar su desarrollo de manera apropiada. Y es obligado acabarla tan pronto se haya cumplido el propósito de la misma o se haya consumido el tiempo asignado....

Decide y actúa (1)

Veíamos en una nota anterior las características de un plan de acción eficaz. A continuación, para pasar de la planificación a la acción habrás de tomar en consideración los siguientes ámbitos: la toma de decisiones, la comunicación, el aprovechamiento de las oportunidades y la gestión de las reuniones. Vamos con cada uno de ellos. Toma decisiones responsables: Propiamente, no puedes hablar de haber tomado una decisión mientras no hayas concretado: el nombre de la persona encargada de llevarla a cabo, la fecha de finalización de la misma, quienes son las personas a las que afecta tu decisión y que, por tanto, han de estar al corriente de la misma, entenderla y aprobarla, o al menos no oponerse fuertemente a ella, a quienes se ha de informar de la decisión pese a que no les afecte directamente.   De entre las decisiones más cruciales y difíciles que has de tomar se encuentran las relativas a la contratación y promoción de tus colaboradores. No puedes permitirte gente incompetente desempeñando puestos importantes. Quizás no sean ellos responsables de esa falta de competencia, pero en todo caso no deberían continuar en esos puestos. Les habrás de ofrecer la posibilidad de recuperar su posici anterior y la remuneración correspondiente. Y tan importante como tomar una decisión es comprometerse a revisarla periódicamente en unos plazos establecidos. De este modo podrás corregir una mala decisión antes de que cause mayores perjuicios. Esta revisión debería incluir tanto los resultados de la decisión como los supuestos que llevaron a tomarla. La práctica de revisar de manera sistemática tus decisiones es enormemente útil para tu propio desarrollo. Al evaluar los resultados de tus decisiones con respecto a lo que esperabas de ellas: Podrás averiguar dónde están tus capacidades y en qué asuntos debes mejorar. Te ayudará a identificar cuándo...

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