Abandona el «yo»

No pienses ni hables en primera persona. Utiliza el “nosotros”. Como directivo sabes que te corresponde la responsabilidad última, aquella que no puedes ni compartir ni delegar. Pero tu verdadera autoridad proviene de la confianza que te otorga el resto de los miembros de la organización.

Esto significa que debes pensar en las necesidades de la organización y en sus oportunidades antes que en las tuyas propias.

Esta actitud debe ponerse de manifiesto en todas tus declaraciones, por ejemplo:

  • «Trabajaremos juntos para superar este reto…»
  • «Esta será la manera en que trataremos a cada uno de nuestros clientes…»
  • «Lo acabaremos a tiempo y por debajo del presupuesto…»
  • «Con nuestro esfuerzo alcanzaremos el objetivo deseado…»

¿Qué no te gusta hacer declaraciones…? Es frecuente observar esta reticencia, pero no puedes prescindir de ellas. Si no haces esos anuncios formales, si no declaras tus expectativas, dejas al resto de la organización a la deriva.

En todo caso, para asegurar su impacto, cuida estas otras características:

  • Que sean elevadas pero realistas.
  • Que transmitan seguridad. Cuida el lenguaje corporal y las palabras que utilizas.
  • Que contengan una carga emocional apropiada.
  • Que incluyan las acciones específicas a desarrollar.

 

En los últimos días hemos revisado diversas prácticas que caracterizan al directivo eficaz. Es lógico encontrar diferencias en las personalidades, fortalezas, flaquezas, valores y creencias de los directivos. Pero lo que tienen en común es que tratan de hacer lo correcto.

La eficacia es una disciplina que puede aprenderse y se debe adquirir.