Podriamos decir que estamos ante una semana drámatica por los nuevos datos de paro publicados, tanto por la EPA del último trimestre como el paro registrado del mes de octubre.
Queremos detenernos en partícular en el contexto, cada vez mas habitual, del paro forzado como consecuencia de un despido. Esta situación, además del drama humano que lleva asociado, suele tener un impacto psicológico importante en la moral y autoestima de las personas afectadas.
Conviene por tanto realizar algunas reflexiones que contribuyan a relativizar esas sensaciones:
1.- En primer lugar, recordar que las empresas son organizaciones con ánimo de lucro orientadas a alcanzar unos determinados niveles de rentabilidad. Cuando una empresa decide desincorporar a un profesional, normalmente es como consecuencia de la necesidad de cambiar un perfil, amortizar un puesto, reorganizar un área o cerrar total o parcialmente el negocio.
Es decir, el despido es una consecuencia de esas necesidades, no el fin en si mismo que persigue la organización. Por eso debemos tratar de despersonalizar esa decisión y no pensar que se trata de una acción particular contra nosotros.
2.- Igualmente debemos tratar de eliminar sensaciones de resentimiento e incluso odio, que una afrenta así nos puede provocar en primera instancia. Obviamente esa reacción es muy humana y difícil de controlar, especialmente si consideramos que somos víctimas de una injusticia.
Pero esto, además de consumirnos, no nos van a ayudar ni a trasladar nuestra mejor imagen a nuestro entorno ni a pasar página de una forma ágil, que es lo que necesitamos.
3.- Los managers, directivos o accionistas toman decisiones con la información disponible, no siempre perfecta, y como consecuencia de determinadas dinámicas internas, en ocasiones difíciles de entender y controlar hasta por ellos mismos. Esto implica que pueden acertar y cometer errores.
Y muchas veces están sometidos a niveles de presión que les lleva a tomar decisiones drásticas no siempre acertadas. Por lo tanto, si piensas que tu empresa o manager se ha equivocado al despedirte, es posible que tengas razón.
Esto puede ser un buen consuelo psicológico muy necesario en estos momentos. Pero a continuación conviene aceptar y asumir la nueva realidad cuanto antes y, sobretodo, no zambullirnos en el mar de los lamentos y la frustración.
4.- La dinámica de reducción de costes en las que, en el contexto económico actual, están inmersas múltiples organizaciones, está llevando a procesos acelerados de reducción de plantillas. Este es un hecho ampliamente conocido que hace que el impacto de quedarse sin empleo a nivel de imagen externa cada vez sea menor.
Es mas, la experiencia adquirida en determinadas situaciones de crisis vividas, puede haber contribuido a fortalecer y hacer crecer a un determinado profesional que se ha quedado en paro, otorgándole un valor adicional.
5.- Y muy por encima de todo, una persona es mucho mas que un profesional. Por ello, hay que intentar impedir por todos los medios que una mala experiencia en el ámbito profesional genere frustraciones derivadas en el ámbito personal y familiar. En este sentido, conviene ser lo mas pragmático posible y reducir el revés sufrido al ámbito exclusivamente porfesional.
De hecho, la nueva situación pude convertirse en una oportunidad para potenciar otros ámbitos de realización (familia, amigos, espíritu, salud, ocio) que la vorágine de la actividad profesional nos haya impedido atender adecuadamente.