¿ Es que… o Hay que ?
En ocasiones tendemos a invertir demasiado tiempo en explicar a los demás (jefes, compañeros, colaboradores) porque no hemos conseguido o podemos conseguir algún hito, tarea u objetivo. Si nos paramos a pensar, la razón de invertir tanto esfuerzo en dar explicaciones, tiene que ver mucho con nuestro ego, ya que no nos gusta admitir errores o limitaciones y necesitamos dejar claro que, sea lo que sea, no es culpa nuestra. Otra razón es el miedo a represalias o eventuales consecuencias que el incumplimiento puede tener en nuestra evaluación o calificación como profesional.
La verdad es que si conseguimos controlar esos tics interiores y, una vez hemos incurrido o prevemos incurrir en un contratiempo, dedicamos todo el esfuerzo a trazar planes de acción para superarlos, con total seguridad estaremos realizando algo mucho más productivo y eficiente que la justificación. Se trata de convertir proactivamente nuestros “es que” en “hay que” y no caer en el laberinto de las excusas y lamentaciones. Seguro que detrás de cada problema o desafío hay un plan de acción potencial asociado para superarlo y llegar al objetivo.
Al fin y al cabo, como solía decir Henry Ford, un obstáculo es aquello que solo vemos cuando apartamos la mirada de la meta.