No siempre tienes que estar en lo cierto. No quieras tener siempre razón. Estás firmemente convencido de tu posición. Te resulta muy difícil aceptar que no vas a ganar la discusión. Pero insistiendo en ella sólo vas a conseguir que la otra parte se consolide en su postura aún con más determinación. Es más fácil volver a establecer tu punto de vista y rendir después tu juicio para pacificar la situación. Deja que ganen la partida y que sea el tiempo el que les haga recuperar el sentido y volver a tu posición. Si quieres convencer a otros, no intentes cambiar su forma de pensar. Modifica la tuya....
Cállate
Tus ideas y actitud positiva, tu pasión y entusiasmo, son buenas cualidades capaces de contagiar a quienes te rodean. Y en ocasiones tienen unos efectos secundarios negativos: hablas sin cesar y nunca escuchas por mucho tiempo; no les dejas expresarse, les interrumpes de continuo. Has de saber cuándo callarte y escuchar. Paradójicamente, es la mejor manera de llegar a influir en los demás: Al escucharles pasas a comprenderles y descubres sus ambiciones y necesidades. Les das la oportunidad de sentirse atendidos, y, por tanto, apreciados y respetados. Te da ocasión para pensar y reformular lo que tenías en la cabeza con la información que te dan. La satisfacción que proporcionas es un sentimiento positivo más contagioso que tu natural entusiasmo. Demuestra un interés sincero por lo que te cuentan y las respuestas a tus preguntas. Cuando te corresponda hablar, convencerles te resultará extremadamente sencillo....
Con urgencia
Tanto para tener éxito como para sobrevivir, tu negocio tiene que cambiar de continuo. Pero para que cualquier innovación sea capaz de arrastrar, los directivos deben estar convencidos de que las tareas que llevan entre manos son todas urgentes y han de ser capaces de transmitir ese sentido de urgencia a toda la organización. Sólo cuando todos comparten las mismas conclusiones y asumen las soluciones como propias, el conjunto puede avanzar con la rapidez necesaria y en el sentido adecuado para alcanzar los objetivos. Por eso es importante incorporar, en el proceso de establecimiento de una nueva misión, las opiniones de proveedores, colaboradores y clientes. Y compartir esa urgencia es clave. Nadie se embarca un proceso de transformación si piensa que el nivel de amenaza es bajo. Sólo la existencia de unas señales de alerta claras e imperiosas, procedentes de fuentes diversas, externas e internas, servirán de acicate para pasar sin demora a la acción....
Inconformistas
Necesitas de ellos para que te alerten cuando tu negocio empiece a no funcionar. No puedes fiarte sólo de aquellos que se limitan a cumplir con su papel. Es siempre saludable contar con diversidad de personalidades. Los más contestatarios te ayudarán, con sus preguntas difíciles e incómodas, a generar debates productivos. No menosprecies a esos inconformistas agitadores, instigadores, incluso irritantes. Aunque en muchos lugares no sean bien aceptados, juegan un papel determinante en la generación del cambio institucional. Hacen esas preguntas imprescindibles para las que aún no tienes una respuesta clara. Te ayudan a abandonar los principios establecidos del negocio, a tener una visión de conjunto y articular una nueva visión. Escuchando a esos agitadores podrás descubrir la necesidad de cambiar de sentido. La obligada mutación de comportamientos puede resultar tan incómoda como ineludible si quieres mantenerte relevante; no puedes ignorar esa verdad por muy dolorosa que sea. Cualquiera puede transitar por el camino que otros han abierto, pero sólo los inconformistas son capaces de abrir su propia senda en un territorio inclemente....
Ser alguien
Nadie te pide lo imposible. Sólo esperan ver que aplicas tu talento, que tratas de dar lo mejor de ti mismo, que desarrollas las capacidades que necesitas para logras tus objetivos. No te creas en la disyuntiva de ser alguien o no ser nadie. Esa mentalidad no motiva ni sostiene a campeones. La condición de ser alguien no viene determinada por el hecho de ganar o perder. Algunos llegan a serlo porque se lo proponen con todas sus fuerzas e insisten en su propósito sin desfallecer. Si trabajas con suficiente intensidad en algo, obtendrás tanto como hayas puesto en ello. No te propongas ni te contentes con destacar, sino busca mejorar de continuo. Quienes solo compiten con la intención de ser alguien para evitar no ser nadie, nunca serán recordados....
Mejorando
Una cultura empresarial que sólo reverencie el talento está perdida. No se admitirán defectos ni se corregirán deficiencias. Ni se tolerarán las imperfecciones. En ese entorno, cuando alguien se sienta amenazado, responderá con la mentira. Y así no se puede crecer. Es preciso ser capaz de mirar a la cara a los fracasos y pensar en que al final se puede vencer. Creer en que es posible el desarrollo de las personas y las organizaciones. No se trata de probar de continuo que se es mejor que los demás, ni de apoyarse en la jerarquía para ponerse por delante de los otros, ni de atribuirse como propios los resultados de los demás, ni de menospreciar a los que te rodean para sentirse poderoso. Es inútil. Al contrario; piensa siempre en mejorar. Rodéate de los más capaces que puedas encontrar. Admite tus errores y deficiencias, y déjate orientar acerca de las competencias que necesitas desarrollar. Así avanzarás con seguridad y a partir de hechos y no de hipótesis imaginarias....
Principios en vez de reglas...
La percepción actual de estar en un entorno turbulento e incierto es muy superior a la experimentada en las últimas décadas. Aumentan los desastres naturales, crecen la violencia y el terrorismo, se incrementan las protestas y la inquietud social, a la vez que disminuye nuestra confianza en las instituciones que deberían contribuir a la calma y al equilibrio. Es responsabilidad de los directivos ayudar a sus colaboradores a sobrellevar esta incertidumbre proporcionando seguridad en aquellas áreas en las que pueden ejercer un cierto control. Es en la definición de unos principios institucionales, más que en la formulación de reglas, donde pueden contribuir a orientar el modo de pensar y de actuar. Los principios, a diferencia de las reglas, proporcionan una referencia clara a la vez que dan libertad para tomar decisiones autónomas y actuar de forma que se consigan los objetivos comunes. Mientras que las reglas son normativas y directivas, los principios son orientadores y, por tanto, más apropiados para los tiempos actuales. Para diseñar esos principios y asegurar su implantación es conveniente…: Pensar en la excelencia de la organización. Estudiar los comportamientos y las circunstancias que hacen que se trabaje bien, y definir unos principios que estimulen la iniciativa, una actitud positiva y la colaboración, a pesar de las dificultades. Asumir el compromiso con esos principios, particularmente cuando sea difícil. Las acciones dicen más que las palabras. Darlos a conocer. Hacerlos públicos a propios y ajenos. Animar a hacerlos explícitos cuando se tomen determinadas decisiones. Cuanto más presentes estén en la vida diaria, mayor será su impacto....
Muévete
La gente competente no se queda parada y espera que le pasen cosas. Se mueve y hace que tengan lugar. Eso requiere empeño, intencionalidad y concentración. Deberías centrar tus esfuerzos en lo que debes hacer, en lo que haces bien y en lo que te gusta hacer. Esto último siempre motiva, como también aquello que sabes hacer bien, mientras que lo que debes hacer no siempre resulta estimulante, a menos que esté alineado con los dos factores anteriores. Si lo logras, tu trabajo aparecerá continuamente muy atractivo. ¿Cómo conseguirlo? Reajustando lo que estás obligado a hacer, o identificando aquello que sólo tú puedes hacer, o cambiando de trabajo. Hoy has de ser creativo, poder comunicar y liderar a otros. Si consigues que esas cosas estén alineadas con tus capacidades y lo que te apasiona, no importará la edad que tengas....
El sentido del esfuerzo...
Socialmente parecen valorarse más los resultados que se consiguen de manera natural que los logros alcanzados con esfuerzo. Se aprecia a héroes con cualidades sobrehumanas mientras que el esfuerzo queda para aquellos seres insignificantes e incapaces, personas con limitaciones que no tienen nada que perder por intentarlo. Hay a quienes les asusta el esfuerzo, porque necesitar de él proyecta una sombra de duda sobre sus capacidades o porque ejercerlo te deja sin excusas cuando no alcanzas lo que deseas. La realidad es que incluso los genios han de trabajar muy duro para lograr sus metas. No hay nada de heroico en poseer un determinado don. Es más lógico admirar el esfuerzo pues es lo que transforma una capacidad potencial en un logro. El esfuerzo es determinante para cualquier logro sostenido, pero es verdad que no es lo único relevante. El acceso a diferentes recursos y oportunidades puede condicionar la eficacia del esfuerzo. En cualquier caso, has de poner el máximo sacrificio en las cosas que más te agraden y sostenerlo en medio de las dificultades. El resultado que alcances será, en muchas ocasiones, algo colateral o subordinado respecto a la pasión que pones en lo que haces. Te engañas cuando menosprecias tu talento y desdeñas el impacto que el esfuerzo puede tener para abrirte nuevas oportunidades. Ese esfuerzo te puede cambiar como persona....
¿Cómo andas de fuerzas?...
La medida última del impacto de tu vida no es el tiempo que hayas vivido sino la intensidad con la que lo has llenado. Tu desempeño, tu estado de salud, tu felicidad, se basan en el modo en que manejas la energía de que dispones. Las horas están contadas pero el esfuerzo que pones en ellas no tiene límites. Cuanto más te responsabilices de la fuerza que transmites, mayor será tu potencial y tu productividad. Deberías dedicar todas tus energías a marcar la diferencia, a seguir añadiendo valor a los demás, con un trabajo intenso. Para lograrlo necesitas hacer cuatro cosas: Comprometerte: Difícilmente podrás esforzarte si te sientes desenganchado de lo que quieres hacer. Empeñarte: Tendrás que invertir emocional y físicamente en lo que has de realizar. Reinventarte: Lo que te sirvió para ayer no te dará resultado mañana. Avivarte: Has de recuperar energías mediante el ejercicio, buena alimentación, entretenimiento y descansos. En cuanto te pongas a ello apreciarás los resultados: Aumentará tu fortaleza. Te compensa gestionar tu capacidad de empuje, sobre la que puedes influir, más que gestionar tu tiempo. Y además podrás contribuir a fortalecer y motivar a los que te rodean. ...