El papel de la atención...

La atención funciona como un músculo que, si no la practicas, se atrofia; y que, si se trabaja bien, crece y se desarrolla. La atención la puedes centrar en tres ámbitos: La interior, que te sintoniza con tus intuiciones, orientando tus valores y decisiones. La que se dirige a los demás, que facilita o suaviza las relaciones con ellos. La atención al exterior, que te permite navegar con fluidez por el ancho mundo. Quizás percibes tu entorno como abrumador y desmoralizante, cargado de tensiones, contratiempos y tentaciones. La atención, que en su origen terminológico significa alcanzar algo, te conecta con el mundo y conforma y define el modo en que lo experimentas. La atención que prestes a cada uno de aquellos ámbitos te ayudará a encontrar un equilibrio en el que ser productivo y feliz. La falta de atención, las distracciones que proporcionan hoy los medios digitales, te alejan de la interacción cara a cara con las personas, y te impiden apreciar la comunicación no verbal. Adicionalmente afectan a la capacidad para seguir una historia, desarrollar el aprendizaje y la creatividad, o ver cómo progresa una tarea hasta el final....

Obedecer o resistirse...

En sí mismo, obedecer no es bueno ni malo. Su valor depende del contexto en el que se desarrolla, lo que le da su sentido positivo o negativo. Obedecer puede ser un acto malvado si quien recibe la orden la ejecuta aun a sabiendas de las consecuencias adversas que derivarán en el deterioro manifiesto de la autoridad que emitió dicha orden. Por eso los directivos deben evitar crear un ambiente de inquebrantable obediencia. Lo mismo puede decirse de la desobediencia, que no es, por sí misma, ni buena ni mala. Aunque con frecuencia nos rebelemos contra la autoridad, se ha de reconocer que tiene muchas ventajas un sistema en el que está claro quien tiene la autoridad para establecer las reglas y dar órdenes; se evitan así los conflictos inacabables entre ideas contrapuestas. Es siempre saludable dialogar para disponer de la máxima información y tomar la mejor decisión posible. Pero una vez escuchadas todas las voces y tomada la decisión por la autoridad correspondiente, si no se violan principios fundamentales, lo correcto es actuar dando soporte a la decisión. En todo grupo operan unas reglas que facilitan a sus miembros tomar las decisiones. Son como dos algoritmos. El primero es el de la obediencia, el dominante, el que se utiliza las más de las veces y que evita verse atrapado en conflictos interminables: Recibo la orden de una fuente legítima y no es resultado del alzar. Comprendo la orden o la norma, su objetivo y lo que se espera de mi para alcanzar ese objetivo. La orden persigue un bien o al menos es neutra respecto al impacto que tendrá. Como no se producirá un perjuicio serio de la ejecución de la orden ni se violará un principio fundamental, obedeceré la orden. De manera...

Tiempo para deliberar...

Son incontables las situaciones con alta carga emocional por las que atraviesas cada día, y no eres consciente de todas de ellas. Sin embargo, en esa montaña rusa puedes verte obligado a tomar decisiones para las que el momento puede ser inapropiado. Si repasas tus decisiones más recientes quizás descubras que aquellas en las que te apresuraste no resultaron tan eficaces como las tomadas con más planificación y en momentos de más claridad. La única manera de asegurarse de que cuentas con el tiempo necesario para tomar decisiones acertadas es programar períodos concretos para la toma de decisiones. No debe ser complicado. Se trata de reservar unos 20 minutos para escaparse del teléfono y del ordenador y dedicarse sólo a pensar. Actuar así te dará ciertas garantías de que tus sentimiento y emociones no confunden tus decisiones....

Test para desobedecer...

Disfrutar de las ventajas de vivir en sociedad exige obedecer las normas, a veces de manera voluntaria y a veces involuntaria. Pero para que sea apropiado obedecer se deben cumplir tres condiciones: Formar parte de un sistema razonablemente justo y que funcione. Que la autoridad que establece la norma o da las órdenes sea legítima y razonablemente competente. Que el orden que se persigue sea razonablemente constructivo. El término “razonable” forma parte de las tres condiciones porque somos imperfectos, como también lo son los sistemas en los que nos movemos. Este es el mejor test que puedes aplicar para saber si debes desobedecer de manera inteligente: dada la información de que dispones y en el contexto en el que se te ha dado la orden, si obedecer causa más daño que beneficio, lo apropiado es desobedecer, al menos hasta que la situación o la orden recibida se clarifiquen. Sin embargo, seguir dichas reglas no resulta sencillo en muchas ocasiones porque estamos programados para obedecer. Es el resultado de una adaptación evolutiva que ha permitido alcanzar la compleja organización social que disfrutamos. Primero obedecías porque te dijeron que la autoridad siempre acierta. Después porque observaste las ventajas de obedecer y los castigos asociados al no hacerlo. Más tarde obedeciste por comprender la conveniencia y la tranquilidad que acompañan al cumplimiento de las normas y leyes. Finalmente, si no tienes limitado tu desarrollo moral, obedeces porque eres consciente del valor intrínseco de cada norma en el contexto en el que se aplica. Puedes preguntarte ahora si existen algunos valores superiores que sirvan de guía común para todos en la toma de decisiones. Y la respuesta no parece sencilla si se observa el cambio de valores a lo largo de la historia, dependiendo de las culturas, e...

Responsables

Ser una persona responsable es una cualidad de lo más importante en el ámbito familiar, profesional y social. Es tan crítica como difícil de desarrollar pues afecta múltiples dimensiones de la persona. Incluye tanto la capacidad de confiar en uno mismo, de tener iniciativa y una gran motivación, de ser organizado y gestionar la propia agenda, controlar el estrés, o llevar una vida equilibrada y saludable. Carecer de algunas de estas capacidades no debe significar más que el reconocimiento de que se ha de trabajar por adquirirlas, ya que en determinadas personas no surgen de manera natural. Para desarrollar esas competencias es de gran ayuda disponer de alguien que sea un ejemplo a imitar y del que poder aprender. Busca a alguien que consideres como una persona sólidamente responsable, invítale a comer o a un café, y explícale las razones por las que deseas mejorar en determinadas competencias. Si consigues contar con su colaboración, descríbele los objetivos concretos que te propones alcanzar, pregúntale sobre el modo en que se conduce para actuar de forma responsable y la manera en que podría ser de utilidad para progresar también tu. Asegúrate de mencionar las situaciones o dificultades que más problemas te ocasionan. Podrá enseñarte iniciativas singulares y eficaces para desarrollar esa capacidad para comportarte de forma responsable y que de otro modo no hubieras descubierto. No olvides anotarlas y empezar a practicarlas de inmediato, y asegúrate de cerrar la siguiente cita para evaluar tu progresión....

Consulta la almohada

Hay situaciones que se acompañan de tanta inquietud e insatisfacción, tan cargadas de ansiedad, que te empujan a actuar de inmediato, aunque sólo sea para aliviar esa agitación interior. Pero el tiempo y la paciencia son dos poderosos aliados para corregir esas situaciones, calmar ese dolor y proporcionar claridad. Date un tiempo extra, días, semanas o incluso un mes, para reconsiderar esas circunstancias antes de actuar. Mientras esperas pueden surgir nuevos aspectos que hagan mucho más fácil y clara la decisión a tomar. El tiempo contribuye al desarrollo de tu capacidad de auto control al proporcionarte nuevas perspectivas que ordenen los miles de ideas y pensamientos que llenan tu cabeza cuando te enfrentas a decisiones importantes. También te ayuda a sujetar las emociones que podrían conducirte por el camino equivocado si las dejas campar a sus anchas. No es complicado. Fuérzate a esperar a que se tranquilicen las cosas antes de actuar....

Tu “dream team”

No importa cuál sea tu ideal, habrás de aprender a relacionarte con muchas otras personas. Dependiendo de lo que quieras lograr, su impacto será más o menos determinante, pero, en cualquier caso, deberás contar con los demás para alcanzar tus metas. Aquello a lo que aspiras es también la expresión de lo que serás incapaz de lograr si no cuentas con la ayuda de otros. Si miras atrás, la lista de personas que han dejado huella en tu vida es larga. Han marcado la diferencia y te han añadido valor de modos diversos y seguramente difíciles de expresar. Cada una de ellas ha sido especial y estás agradecido por su ayuda. De ahí la necesidad de reconocer de nuevo que debes contar con un equipo que te ayude a lograr lo que te propones. Son muchas las cosas que pueden hacer por ti: Te facilitarán que puedas dar lo mejor de ti mismo. Podrás ayudar a otros a desarrollar su potencial. Te harán ganar tiempo. Te acompañarán. Multiplicarán tu esfuerzo. Te ayudarán a lograr tus metas. Si careces de ese equipo, tu ideal se volverá inalcanzable; será difícil que logres algo significativo. Con un mal equipo, tu sueño se convertirá una pesadilla. Si cuentas con buenos colaboradores, tu aspiración tiene potencial. Y si tienes un gran equipo, tus metas serán indefectibles. Necesitas un “dream team” y estas son las cualidades de las personas que han de formar parte de ese equipo: Están comprometidas con que tu trabajo tenga impacto. Aprovechan toda oportunidad de aprendizaje y mejora. Te responden con respeto y honestidad. Están dispuestos a decirte la verdad. Te animan a perseverar. Te motivan, que te empujan a progresar, a pensar mejor, trabajar con más intensidad y arriesgar más. Sólo se conforman con la...

Razones y emociones

De manera inconsciente permites, en muchas ocasiones, que tus emociones te empujen en una dirección contraria a la que te señala la razón. Cuando te encuentres en medio de esta batalla puedes seguir el consejo de elaborar una lista en la que separes los argumentos de una y otra parte. Esa lista te permite aclarar la mente y apoyarte en tu propio saber para considerar la importancia de tus emociones sin dejarles que asuman el control. Elaborar esa lista es sencillo. Se trata de escribir en dos columnas separadas por una línea central, lo que te sugieren las emociones, a la izquierda, y lo que te dice la razón, a la derecha. Y preguntarte después: ¿En qué modo tus emociones te nublan el juicio? ¿Cómo ignora la razón las pistas importantes que le aportan las emociones? Estas últimas te generarán problemas si dejas que te empujen sin razón, pero lo mismo te sucederá si tratas de funcionar como un robot sin emociones. Concretar emociones y razones te obligará a reconocerlas, en vez de dejarlas que operen de forma inadvertida. Con esa lista delante podrás asumir mayor protagonismo a la hora de tomar una decisión en circunstancias difíciles....

Lo más fácil

Lo cosa más fácil del mundo es ser uno mismo. Y la más difícil, ser lo que otros quieren que seas. No te dejes arrastrar a esa posición. La gente disfuncional quiere que los demás funcionen como ellos. La gente mediocre quiere que todos sean igual de mediocres. Los que buscan alcanzar sus objetivos quieren que otros les acompañen. Busca modelos positivos de liderazgo, de crecimiento y logro de objetivos. Examina lo que hacen, sus prioridades, cómo alcanzan sus aspiraciones, como tratan a los demás… La gente que admiras te señala el camino a seguir. Aprende de ellos y sigue su modelo. Cuanto más lo hagas menos querrás complacer a aquellos que te proponen unos objetivos y unas metas que no son las tuyas. En ocasiones, eso podría obligarte a abandonar viejas amistades y adoptar un nuevo sistema de vida. Has de hacer honor a tus relaciones y al mismo tiempo defenderte de aquellos que traten de controlarte, especialmente en relaciones complicadas....

Bloqueados

Es la situación en la que caen quienes piensan que el éxito llega como consecuencia de poseer un talento natural. No es que sean unos vagos e incompetentes; es que se sienten paralizados ante la perspectiva de presentar algo que no se valore como muy bueno. A diferencia de aquellos a quienes les gustan los retos, estos miran de evitarlos por miedo a fracasar. Pero la alternativa para escapar del fracaso no es la comodidad sino la nada. Si no fracasas no aprendes y no haces nada. No conviene que te pase a ti. El miedo a que descubran tu posible incompetencia y te vean como “realmente” crees que eres tiene un nombre: el “síndrome del impostor”. Es llamativo el número de personas destacadas que piensan que no se merecen la posición que han alcanzado y que piensan que corren el riesgo de que descubran en cualquier momento su fraude. (Claro que también hay quienes niegan la evidencia y se aferran a sus puestos cuando les han descubierto…) Para librarse de la incomodidad que aquellos experimentan, se embarcan en tareas sencillas, donde puedan salir airosos fácilmente y evitan asumir problemas complejos. Y cuando se ven forzados a afrontar un reto que les supera, se autoexcluyen deliberadamente haciendo cosas que reducen su desempeño, y tener así la excusa que justifique el no hacer algo bien. Un trabajo sólo sale adelante cuando el miedo de no hacerlo supera al miedo de hacerlo mal. Y para muchos, esa situación nunca se alcanza pues lo que más temen es reconocer que no tienen la capacidad necesaria....

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