Como si controlaras

Actuar con confianza te lleva a ganar seguridad. Mostrar confianza es importante porque, como todas las emociones, es contagiosa y se difunde entre tus colaboradores. Está demostrado que las convicciones suceden a los comportamientos. El fingir algo hasta que lo logres es una manera de hacer real lo que te propones. El actuar como si mantuvieras el control, aunque no sea cierto inicialmente, desencadena una imagen de seguridad que se extiende entre quienes te rodean y les lleva a desarrollar su verdadero potencial. Algunos directivos han nacido con la capacidad de transmitir confianza, pero no son la mayoría. Se ha de aprender a desarrollarla con formación y experiencia. También aquí son las pequeñas cosas, como el no interrumpir, el delegar asuntos sencillos, las que ayudan a generar confianza y a que ésta se transmita. La confianza incrementa las posibilidades de éxito, pero no es una solución universal. Debes contar con más cosas, como recursos, tecnología, clientes para tus productos y servicios, etc. En cualquier caso, nunca pares de buscar la manera de lograr tus objetivos y todos serán testigos de tu compromiso con tus colaboradores y con tu empresa. Muéstrate siempre abierto y realista respecto a los riesgos que asumes, pero confiado en tu capacidad. Mientras que otros se apoyan sólo en su poder para ejercer el control, tú destaca por tu confianza....

Cínicos

El cínico se caracteriza por desconfiar de las intenciones de los demás, por dudar de la sinceridad o la bondad de los motivos o acciones de aquellos con quienes se relaciona. Y parece que el cinismo está en alza entre directivos y colaboradores. Si no recuerdas tener que hacer frente a la actitud negativa de algunos que siempre recelan y se manifiestan excépticos contra toda lógica, es que no estás dirigiendo cómo debieras. Me sugieren algunas ideas a poner en práctica y que te podrían ayudar con ellos: No trates de convencerles de que las cosas “no están tan mal” como piensan o que están “exagerando”. Interrumpe sus discursos, reconociendo sus sentimientos y mostrando empatía (que suene auténtica). Después oriéntales a que vuelvan a las tareas encomendadas. Se honesto. No engañes a un cínico. Si descubre que no les dices la verdad, ya nunca más te creerá. Juega limpio. El cínico espera siempre injusticia. Si le demuestras su error, si le tratas bien o le salvas la cara en situaciones comprometidas, te repagará con lealtad y un buen trabajo. Haz lo que digas que vas a hacer. Si no creen al mensajero, menos creerán el mensaje. Evita el sarcasmo que desvía la atención de lo importante. Destaca el papel de cada uno, las capacidades y motivación necesarias para lograr los objetivos. No temas la discusión. Evadirse no resuelve nada. Se crecen y empeora la situación. El grupo debe saber que no es la opinión de los cínicos la que gobierna las decisiones. Plantea preguntas y ofrece sugerencias. Al forzarles a concretar abandonan su autosuficiencia y se obligan a realizar su contribución. Muéstrate abierto a sugerencias e incluso a las críticas, y a la vez deja claro que no se discute tu exigencia de que...

Dar la cara

Un buen directivo da la cara por su gente, aunque hacerlo pueda perjudicarle. ¿Eres de los que cuidan y protegen a los suyos, y pelean por ellos si fuera necesario? ¿O te parece excesiva la molestia de solicitar los recursos que precisan, o quizás piensas que arriesgas demasiado…? ¿Cuándo tu gente se equivoca…, te enfureces y les destrozas? ¿Cuando eres tú el que se equivoca…, les señalas a ellos y les echas la culpa?...

¿Y si estuvieras equivocado?...

Esta es una gran pregunta que no te la haces con la frecuencia necesaria. No puedes dejar que tus preocupaciones te impidan hacer lo que debes, dar lo mejor de ti mismo. No puedes tolerarlo. Incluso cuando lo que hagas resulte un desastre, puedes decirte ¿y qué…? Al menos lo has intentado. El cómo te haya afectado es irrelevante. Lo que importa es la capacidad para moverte a la acción. No puedes evitar el preocuparte por algo, pero sí puedes evitar que esas ansiedades bloqueen tu mente y te paralicen. Puedes pensar en positivo y mirar, de inmediato, de progresar para lograr lo que buscas. Es una tontería quedarse a la espera de que llegue la ocasión propicia....

Coraje

Cada día te trae momentos inciertos y difíciles. Hacerles frente y aprovechar las oportunidades acompañantes requiere un gran coraje. Esas ocasiones te enseñan que no son las grandes decisiones las que cambian la vida sino las pequeñas y cotidianas. El coraje es ese tipo de empujón que te das a ti mismo cuando decides destacar, expresarte, darte a conocer, salir el primero, levatar la mano o hacer todo aquello que te parece difícil, incierto o temible. No estás hecho de una pasta diferente a la de los héroes. El coraje es un patrimonio. Está dentro de cada uno de nosotros. Naciste con él y puedes usar de él siempre que quieras. No es un asunto de confianza, educación, personalidad, profesión o nivel social. Sólo se trata de que sepas encontrarlo cuando lo necesitas. Cuando menos te lo esperes algo se torcerá y se despertarán tus instintos. Sentirás la urgencia de actuar y tus convicciones te señalarán lo que debes hacer. Tus sentimientos jugarán a la contra y se resistirán. Es el momento entonces de dar el empujón. No precisas disponer de todas las respuestas; sólo tienes que lanzarte a la decisión de inmediato. Cuando te exiges en esas circunstancias, aunque no consigas cambiar el mundo, sin duda lograrás algo de igual importancia: te cambiarás a ti mismo....

Tu marca es tu voz

Esa idea tan extendida últimamente del desarrollo de la marca personal, no siempre se expresa de manera acertada. Las personas no se reducen a marcas. No eres un producto que necesita ser empaquetado y presentado de manera atractiva, limpia, nítida… Te describen muchas cosas: tu familia, tu trabajo, tus relaciones, tus intereses… Difícilmente pueden resumirse o integrase en una marca personal. Pero lo que te sobretodo te define es tu voz. Debes centrarte en desarrollar tu propia voz, decidir lo que es importante para ti y estar dispuesto a manifestarla por aquello que consideras verdaderamente importante y valioso. No te quedes en esos elementos vacíos e interesados de una pretendida marca personal que no te sacarán de la medianía. Cultiva esa reputación que nace de tus opiniones, de tu integridad y tu inteligencia, de tus deseos de cambiar el mundo....

Esfuerzos por mejorar...

Aunque la mayoría de la gente piensa que esforzarse por conseguir determinadas cosas, (como coches, casas, dinero, posición social) les hará felices, la realidad es que esas cosas no proporcionan ni de lejos la satisfaccion estable y de larga duración que genera el ser mejor en algo que se hace. Por el contrario, la motivación continuada por aprender y mejorar hace que superarse sea infinitamente más divertido y satisfactorio. Cuando se consiguen aquellas cosas materiales, raramente se siente uno satisfecho. En sí mismas son sólo un cebo. Perseguirlas te obliga a crecer y es ese crecimiento, no la recompensa directa, lo que importa. Esto significa que, para muchos, el éxito está en esforzarse y crecer tan eficazmente como sea posible, es decir aprendiendo rápidamente acerca de uno mismo y de lo que les rodea y entonces cambiar para mejorar....

Arremángate

Ahora que tienes un nuevo trabajo, arremángate y trabaja duro, con coraje y determinación, en cosas que supongan verdaderos retos. No hay otra opción válida. El futuro está en manos de quienes asumen su responsabilidad y se arremangan sin titubear. Con esa actitud podrás alcanzar lo que te propongas. Pero no pienses en logros personales sino en la contribución que puedes hacer a tu organización. Acude a trabajar con la mentalidad de descubrir qué puedes hacer por tu empresa. Pregunta en qué puedes colaborar y encontrarás mentores que te ayuden. Y obtendrás resultados destacados y oportunidades de crecimiento y desarrollo. Lamentablemente no son muchos los que se caracterizan por presentarse a trabajar cada día con esa actitud. ¡Mejor para ti!...

Elige aprender

Las diferentes convicciones y los conflictos de intereses impiden ver las cosas con los ojos de los demás. Si lo piensas, no ponerse en el lugar de los otros, carece de sentido y no trae nada bueno. Se puede entender que te guste sólo lo que te beneficia y que te desagrade todo lo que te perjudica, pero esto no significa que puedas calificar las cosas de modo absoluto como buenas o malas según el modo en que te afecten. Sería aceptar que tus deseos individuales son más importantes que el bien común. Las personas y las organizaciones son imperfectas, pero capaces de mejorar. Por eso es mejor no esconder los errores, aparentando ser impecables, sino reconocer los defectos y ocuparse de ellos. O aprendes las lecciones que te enseñan de tus errores y perseveras, o te verás abocado al fracaso. La clave está en equivocarse, aprender y mejorar de inmediato. Si aprendes y mejoras de continuo, progresarás. Lo que alcances a ser dependerá del modo en que decidas abordar las cosas y de las relaciones personales que establezcas. Habrás de decidir hasta qué punto pones tus intereses por delante de los ajenos, y lo tendrás que hacer de continuo, pues las circunstancias habituales te obligarán siempre a elegir....

Intuición

¿Debes fiarte de tus intuiciones a la hora de tomar decisiones? No puedes evitar que influyan en tu juicio, pero sí identificar cuando lo están sesgando y tenerlo presente para asegurar que reduces el riesgo de tu toma de decisiones. Tus intuiciones se construyen como una sístesis de la experiencia que has acumulado y te llevan a formular juicios y emprender acciones sin hacer consideraciones conscientes ni lógicas. Parece que esas valoraciones que haces responden a una evaluación inconsciente de las emociones asociadas a recuerdos más que a un análisis racional de pros y contras. Dada la influencia de esas emociones positivas y negativas, podría defenderse que los directivos nunca deberían confiar en sus intuiciones y basarse únicamente en un análisis lógico y objetivo. Sin embargo, no puedes escapar de su influencia: Condicionan el modo en que ves una situación, las opciones que eliges analizar, a quién buscas consultar y a quién no, si reclamas más información o no, si debes dedicar más tiempo a su estudio, etc. Para saber cuándo fiarte de las intuiciones puedes seguir estas reglas: El grado de familiaridad con la situación. Esto se determina revisando las principales incertidumbres de la situación y decidiendo si cuentas con la suficiente experiencia. Esas inquietudes las puedes concretar identificando qué cosas pueden fallar y determinar después si tienes experiencia como para juzgarlas. Si cuentas con información de los resultados de situaciones anteriores. Toda experiencia previa es útil si te enseñó algo. A quedado asociada entonces a una emoción positiva y a un juicio acertado. Reconocer si tus emociones están sesgadas. Has de separar lo que a ti te ocurrió en una determinada ocasión de lo que habitualmente experimenta la mayoría de la gente. Identificar influencias inapropiadas. Tu conveniencia o intereses personales pueden inconscientemente...

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