La profesionalidad es una condición que se exige hoy en todo puesto de trabajo, no importa su especie. Actuar profesionalmente no tiene que ver con titulaciones o posiciones de autoridad; tampoco basta con trabajar bien y cumplir el horario; hace referencia a la manera de comportarse ante clientes y colaboradores. Pueden identificarse algunos rasgos comunes en aquellos que reconocemos que actúan con profesionalidad: Fiabilidad: Los demás saben que pueden depender y apoyarse en ellos. Competencia: Disponen de los conocimientos y capacidades para hacer bien su trabajo. Honestidad e integridad: Dicen la verdad y se muestran consistentes con sus principios. Respeto y apoyo a los demás: Los tratan con educación y encuentran tiempo para colaborar con el trabajo de otros. Actualización: Se preocupan de mantener al día sus conocimientos. Actitud positiva: Dispuestos siempre a resolver problemas y superar dificultades. Concentración: No se dispersan en otros temas y ocupaciones. Estos comportamientos se concretan de manera práctica de muchas maneras y en muy variadas circunstancias cada día en el lugar de trabajo y en la relación con terceros. En esencia, la actitud profesional se demuestra en la pasión por la excelencia, por dejar huella en todo aquello que se emprende, por aportar iniciativa y compromiso a los proyectos y por asumir las responsabilidades. En todo lo anterior siempre existe la oportunidad de crecer....
Lo básico
Lo que caracteriza las empresas más destacadas es su atención a los pequeños detalles, a los aspectos básicos y fundamentales del negocio. Mientras que para otras pasan desapercibidos, quienes los cuidan consiguen incrementar sus ventas y beneficios. La razón se encuentra en que para los clientes, las pequeñas cosas son las importantes, las que establecen la diferencia. Algunos de esos aspectos fundamentales son comunes a muchos negocios, como por ejemplo: La limpieza. No se limita su importancia a los servicios de restauración y hostelería. Cualquiera que sea la actividad, influirá en la decisión de volver de los clientes. El cuidado de la apariencia e higiene personal. Cada empresa tendrá sus políticas pero en cualquier caso habrán de ser coherentes con la imagen que se desea mostrar a los clientes. La comunicación. La capacidad de comunicación es un buen indicador de la profesionalidad y la preparación. No basta con que sea clara, además ha de ser coherente y oportuna. La cortesía. Obliga a centrarse en las necesidades de cada cliente y ser capaz de ir más allá de lo esperado para atenderlas. El conocimiento. Se trata de disponer con certeza de las capacidades adecuadas para proporcionar un buen servicio al cliente Debes identificar en qué modo se cuidan estos aspectos fundamentales en tu negocio y si existen otros particulares que deberías sumar a esta lista....
¿En qué piensas?
Lo que dirige tus pensamientos está determinado en gran medida por todo aquello que oyes y ves. De la misma manera que cuidamos lo que comemos para preservar una buena salud, debemos extremar la vigilancia para prevenir que nuestra mente se vea inundada por información irrelevante o contraproducente. No es tarea fácil. El cerebro parece programado para prestar especial atención a todo aquello que tiene un carácter negativo, a lo que puede convertirse en una fuente de peligro. Lamentablemente nos bombardean con imágenes e informaciones acerca de corrupción, crisis económica, robos, entradas y salidas de la cárcel, conflictos políticos,… Todas ellas malas noticias que generan preocupación y desasosiego. La buena noticia es que se puede luchar contra esas influencias cambiando de comportamientos. Para que la mente dé lo mejor de sí misma, hay que cambiar de dieta y alimentarla con: Informaciones positivas, historias de superación, de retos alcanzados, de grandes logros. Ideas inspiradoras, estrategias de éxito, de creatividad y desarrollo personal y colectivo. Tú mismo eres responsable de las decisiones que tomas y las acciones que emprendes. Mide con rigor el tiempo que dedicas a escuchar noticias en la radio y la televisión, o a seguir programas intrascendentes o antiestéticos y te asombrarás del número de horas perdidas y de la contaminación que aportan a tu mente. Aunque la decisión pueda parecerte drástica, opta por reducir o eliminar del todo el tiempo dedicado a esos programas y medios de comunicación y gánalo para leer o escuchar libros y audios de los temas que te estimulen, que te ayuden a desarrollar competencias, a generar nuevas ideas. Decídete a poner en marcha esas iniciativas que pueden aportarte sugerencias e información enriquecedora y orientadas a alcanzar tus objetivos....
¿Por qué no tu?
Repasábamos hace pocos días las características de tu nuevo plan. Eran unas orientaciones muy precisas para ayudarte a afrontar nuevos retos personales y profesionales. Pero no pareces muy convencido… Te preguntas aún por qué deberías hacerlo. La respuesta es sencilla: pues porque tienes aspiraciones, porque quieres ser más y llegar a más. Y a menos que cambies tu modo de ser siempre tendrás y serás lo que ahora tienes y eres. La clave principal de tu futuro eres tu. Si quieres alcanzar tus objetivos y vivir una vida excepcional debes invertir en ti, desarrollar la mentalidad y los hábitos que te llevarán a donde deseas. Quizás deberías hacerte más bien la pregunta ¿por qué no? ¿Por qué no hacer los esfuerzos necesarios y formarte más, aprender más, ayudar más, conocer a otros, exponerte a nuevas situaciones…? ¿Qué otra cosa querrías hacer con tu vida? Descubre qué tan lejos puedes llegar en cada uno de esos ámbitos que te interesan; experimenta la satisfacción de conseguir esos retos, de tener impacto en la vida de otros. ¿Por qué no tu? Otros, en nada diferentes a ti, han progresado notablemente y partían de posiciones muy desventajosas. Han desarrollado esos hábitos que deseas, han alcanzado esos objetivos increíbles que te propones, han participado en esas experiencias que imaginas… ¿Y por qué no ahora? No hay razones para pospongas tu futuro. No valen excusas. Empieza hoy....
Tu nuevo plan
Se acerca el final del año y quizás no te sientas muy animado, como en otras ocasiones, a evaluar cómo ha ido. No cedas a esa tentación y saca tiempo para reflexionar. Seguro que será una buena fuente de aprendizaje. Y a partir de ahí empieza a construir tu nuevo plan. Puedes comenzar de inmediato; no has de esperar al nuevo año. Esa será una ventaja adicional con la que puedes contar. Con carácter general, tu plan deberías considerar estos puntos: Céntrate. Eso te exigirá disciplina para decir que no a muchas cosas. Haz sólo una de ellas y dedícale toda tu energía. El resto puedes delegarlas. Sé exigente y persevera. Abandona la comodidad y pon el esfuerzo necesario para superarte. No importa tu talento, lo determinante será tu laboriosidad. Rodéate de buenos colaboradores. No has de saber de todo ni ser el mas listo. Asume tus limitaciones y busca un equipo que las supere. Aprende a fracasar. Es normal y fuente de aprendizaje. Las oportunidades surgen acto seguido. Por tanto nunca abandones. Insiste en crecer. Asume riesgos, rompe barreras. No te vuelvas complaciente. Aún no has dado todo lo que puedes llegar a ofrecer. Invierte en tu desarrollo que es tu mejor activo. Sé ambicioso. Llegarás tan lejos como grandes sean los problemas que te propones resolver. Piensa a lo grande y las recompensas serán proporcionadas. La incertidumbre no ha desaparecido ni las demandas sobre tu productividad son menores. Tu futuro no empieza el uno de Enero sino mañana. No lo retrases ni un día más. P.S.: Si necesitas ayuda para concretar tu plan, te puede ser de utilidad descargarte el libro X-Personas o apuntarte al programa Coaching 7×52....
Tu no debes
Que lo hagas todo tu es una pérdida de tu tiempo y una manera de malgastar tu talento. La clave de tu éxito está en el número de cosas que eres capaz de abandonar. Madura y deja de ocuparte de la limpieza, de llevar la contabilidad, de contestar al teléfono, de entregar los productos. Tienes que trabajar menos y liderar más. Si, pero… No me lo puedo permitir. Compara costes. No te puedes permitir gastar tu tiempo en esas tareas. Dejas de hacer tareas tediosas y haces lo que es productivo y valioso para ti. Yo lo puedo hacer mejor. No es cierto. Tienes mejores profesionales que tu para esas tareas. No me puedo fiar. Si no confías en ellos nadie confiará en ti. Si no puedes confiar, despídelos. No está cualificado. ¡Fórmalo!. No tengo tiempo para enseñarle cómo hacerlo. Saca tiempo ahora o nunca lo encontrarás. No quiero dejar esta tarea porque me gusta. ¿Seguro que es eso lo que te gustaría estar haciendo el fin semana o en vez de estar con amigos? Como no es así, eso es que no te gusta tanto y debes dejar de hacerlo. Soy la única persona que sabe cómo hacerlo. Más vale entonces que no te ocurra un accidente… Consigue de inmediato que aprenda a hacerlo otro. Se equivocó la última vez y no quiero que vuelva a ocurrir. Quizás se debió a las instrucciones que le diste o las que no recibió. Asegúrate de hacerlo bien ahora, de animar a que haga preguntas, que resuelva dudas… Construye por tanto una lista de las cosas que no debes hacer. Abandona todas esas tareas improductivas, de baja prioridad, aburridas. Delégalas o elimínalas. Tu productividad aumentará y tu estrés disminuirá. Como adicto al trabajo que eres sabes que...
No vale la pena
Eso es lo que muchos se dicen para no emprender las acciones que les permitirían avanzar, aprender, tomar el control sobre algo. Expresan de ese modo que han abandonado sus ideales y que están dispuestos a aceptar cualquier cosa que la vida les depare. Esta actitud la encontramos también en quienes han experimentado contratiempos y que optan por evitar nuevas acciones que podrían conducirles a otras experiencias negativas. Piensan que defienden mejor sus intereses pasando desapercibidos. Y hacen lo justo para evitar enfrentarse a teóricos rechazos o fracasos. Pero rendirse a la inacción o al pasotismo requiere mucha más energía, esfuerzo y trabajo de lo que parece. Quienes caen en el aburrimiento, la desidia, la falta de objetivos, dedican la mayor parte de su tiempo y energías a justificar su situación. Se precisa ser muy creativo y poner mucho esfuerzo para encontrar las excusas que justifiquen esa situación de abandono. Y paradójicamente se les ve entregarse sin reservas a esos pasatiempos a los que prestan toda su atención y en los que se consume su escasa voluntad. No es fácil vivir así. No se puede confundir y engañar a los demás demostrando lo contento que se vive acomodado y habiendo renunciado al alcanzar el verdadero potencial. Si conoces a alguien en esa situación, te toca echarle una mano y ayudarle a salir de ella....
Dormir
Una manera de estirar el tiempo disponible es la de reducir las horas dedicadas a dormir. Pero esta actividad es más importante de lo que queremos reconocer. Juega un papel determinante en la adquisición de conocimientos mediante la fijación de la memoria reciente y su integración con las experiencias previas. Los nuevos conceptos e informaciones que adquirimos son procesadas y practicadas mientras dormimos, lo que aumenta la posibilidad de resolver los problemas al día siguiente. También ayuda en el metabolismo neuronal, contribuyendo a eliminar los residuos tóxicos acumulados durante los períodos de vigilia. Pero nuestra sociedad no valora adecuadamente el dormir. En ocasiones habrás pensado en dormir menos para poder hacer más cosas. Grave error. Dormir es un factor crítico para lograr un buen desempeño, mejorar la productividad, la memoria y regular el sistema inmune y el estado de ánimo. La falta de sueño ha demostrado ser un factor determinante en multitud de accidentes causantes de graves desastres naturales, y su impacto económico es brutal medido en términos de absentismo y pérdida de productividad. Además se asocia con mayor riesgo de enfermedad coronaria, obesidad, ictus y cáncer. Seguir estas indicaciones te será de gran utilidad: Vete a la cama a la misma hora cada noche. Y si te has de quedar un día hasta más tarde, es mejor que te levantes a la hora acostumbrada. La consistencia es más importante que la cantidad de sueño. Duerme en una habitación fresca y en oscuridad. Duerme la siesta. Basta con que dure 10 o15 minutos. Contribuye a mejorar la creatividad, la memoria, la eficiencia y la productividad. Cuanto más intelectual sea el trabajo que realices, mayor será su efecto beneficioso. También ayuda a restablecer el equilibrio emocional, reduce la incidencia de patología cardiovascular, diabetes, y accidentes vasculares...
Resistencia
Hace tiempo que le tengo ganas a la palabra “resiliencia”. No me ocurre sólo con ella. En el ámbito de la empresa y del desarrollo personal o profesional son muchos los términos que, perezosamente, más que traducirse se castellanizan, sin dedicar mucho tiempo ni neuronas a encontrar la palabra adecuada. No soy lingüista, pero aún así me incomoda tener que adoptar expresiones artificiales y que suenan extrañas en las conversaciones entre profesionales. Mucho más en el ámbito de la docencia, donde se complican innecesariamente las explicaciones cuando se adoptan términos de oscuro significado. Nadie se extraña del uso de palabras como resistencia, adaptación o recuperación para describir la capacidad de superar con esfuerzo una y otra vez situaciones adversas. Y sin embargo algunos emplean “resiliencia” para tratar de hacer énfasis en el gran valor que representa aquella recuperación. El caso es que además, la “resiliencia”, en su origen tecnológico, describe la vuelta al estado normal de los sistemas a que los se aplica como espontánea y sin alteraciones. Cuando nos referimos a personas o instituciones que superan circunstancias difíciles, se ha de reconocer que habitualmente las reacciones no son espontáneas ni automáticas sino que exigen trabajo y sacrifico y de ellas no se suele salir incólume. Por tanto, resistencia describe incluso mejor la actitud y capacidades de los resistentes, por lo que seguiré resistiéndome al uso de aquella palabra....
Ideales
He caído en la cuenta de que esta palabra la tenía olvidada. Para los de mayor edad les puede recordar a una vieja marca de cigarrillos. Pero en el mundo de la empresa éste ha sido un término abandonado. Lo hemos sustituido por otros con menos fuerza, como objetivos, propósitos o metas. Una posible razón de su caída en desuso quizá esté en la percepción de que se trata de algo que sólo existe en el pensamiento y que resultará inalcanzable. Pero también pudiera ocurrir que no se hable de ideales porque se carezca de ellos. Sería una desgracia no disponer de ideales. Significaría que hemos perdido la motivación para realizar cualquier sacrificio y que sólo ansiamos alcanzar espejismos que proporcionen gratificaciones inmediatas. Son muchas las razones que justifican recuperar los ideales en lo profesional y lo personal: Nos describen un modelo a alcanzar que sirve de norma en las decisiones ordinarias. Son los patrones que ayudan a construir el mundo profesional o personal en el que deseamos vivir. Sin ideales, el sentido de nuestro trabajo se queda meramente en lo cuantitativo. Trabajaremos más o menos pero carecerá de interés su calidad o su finalidad. Carecer de ellos significa reconocerse perdedor por naturaleza pues no hay empresa que tenga sentido ser abordada. Los ideales aúnan esfuerzos colectivos para su definición y ejecución pues somos conscientes de que solos no podemos lograrlos. No solamente son alcanzables los ideales, sino que como resultado de nuestra experiencia y crecimiento pueden superarse para redefinir otros más ambiciosos. Los ideales marcan el rumbo de nuestras acciones a la vez que nos transmiten un sentido de urgencia pues no estamos seguros de disponer del tiempo necesario para alcanzarlos. Apuesto por recuperar esta palabra y su sentido. No puedes pasar un día...