No vale la pena

Eso es lo que muchos se dicen para no emprender las acciones que les permitirían avanzar, aprender, tomar el control sobre algo. Expresan de ese modo que han abandonado sus ideales y que están dispuestos a aceptar cualquier cosa que la vida les depare.

Esta actitud la encontramos también en quienes han experimentado contratiempos y que optan por evitar nuevas acciones que podrían conducirles a otras experiencias negativas. Piensan que defienden mejor sus intereses pasando desapercibidos. Y hacen lo justo para evitar enfrentarse a teóricos rechazos o fracasos.

Pero rendirse a la inacción o al pasotismo requiere mucha más energía, esfuerzo y trabajo de lo que parece. Quienes caen en el aburrimiento, la desidia, la falta de objetivos, dedican la mayor parte de su tiempo y energías a justificar su situación.

Se precisa ser muy creativo y poner mucho esfuerzo para encontrar las excusas que justifiquen esa situación de abandono. Y paradójicamente se les ve entregarse sin reservas a esos pasatiempos a los que prestan toda su atención y en los que se consume su escasa voluntad.

No es fácil vivir así. No se puede confundir y engañar a los demás demostrando lo contento que se vive acomodado y habiendo renunciado al alcanzar el verdadero potencial.

Si conoces a alguien en esa situación, te toca echarle una mano y ayudarle a salir de ella.