El sentido de trabajar a conciencia...

A diferencia del artesano manual, al trabajador intelectual le puede resultar difícil distinguir en qué modo su propio trabajo se diferencia y destaca del que hacen otros. Podría parecer que todo se reduce a contestar correos, preparar hojas de Excel o presentaciones de PowerPoint. Ese es un tipo de trabajo superficial, en muchos casos, al que es difícil encontrar significado. Y lo que es peor, quienes evitan ese tipo de tareas son observados con sospecha. Pero es posible encontrar el sentido a un trabajo intelectual realizado de manera concienzuda, capaz de generar una íntima satisfacción personal, incluso en esta era de la información. Ese significado se fundamenta desde diversos puntos de vista: neurológico, psicológico y antropológico. Fundamento neurológico: Tendemos a poner mucho énfasis en nuestras propias circunstancias, asumiendo que lo que nos ocurre determina el modo en que nos sentimos. Los pequeños detalles cotidianos no resultan significativos porque lo que parece importar son los grandes resultados, como obtener una promoción, o mudarse a un apartamento mejor. Sin embargo, la ciencia contradice esa afirmación. El cerebro construye su visión del mundo a partir de aquello a lo que prestamos atención. Si te centras en la enfermedad, vivirás una vida gris e infeliz, mientras que, si te fijas en los aspectos positivos de la vida, ésta, aun en las mismas las circunstancias, se vuelve más atractiva. Cualquiera que sea tu trabajo, si te vuelcas en él con suficiente dedicación, adquirirá gran importancia y significado. Esa intensidad evitará que percibas esos detalles menos placenteros que inevitablemente acompañan nuestras vidas. La concentración no deja lugar para atender a cosas irrelevantes o preocuparse por otros problemas. Fundamento psicológico: En contra de lo que pudiera esperarse, no son la relajación ni la ociosidad las que proporcionan una verdadera satisfacción. Hay...

Desconectando

Considera el esfuerzo mental necesario para procesar la sobrecarga de información a la que estás expuesto: noticias, correos, llamadas, tuits, blogs, foros, comentarios sobre opiniones, etc. Esta tensión se añade a la presión por las cosas que has de acabar. Concentrar la atención en un asunto requiere bloquear muchos otros. La mente ha de luchar contra múltiples intereses que reclaman su prioridad, tratando de separar lo importante de lo irrelevante. Ese esfuerzo genera fatiga, hasta llegar al agotamiento. Los signos de desgaste mental, como la pérdida de eficacia, la distracción frecuente o la irritabilidad, reflejan la pérdida de glucosa ocasionada por el excesivo ejercicio mental que deja al cerebro sin energías. El antídoto para esta fatiga es el mismo que para el agotamiento físico: el descanso. ¿Pero cómo hacer descansar un “músculo” mental…? Pues deteniendo esa actividad y relajando la mente en un entorno tranquilo, preferentemente en contacto con la naturaleza. Actuar así restaura la capacidad de atención. Esa recuperación se produce cuando se abandona la concentración necesaria para evitar las distracciones y se permite a la mente que discurra libremente. Pero esto no ocurre si se pasa a otras actividades más superficiales, como responder correos, embarcarse en videojuegos, o navegar por Internet. Conviene desconectar periódicamente para recuperar la concentración y el autocontrol. Éste es sólo el primer paso. Hay que volcarse en otras actividades que no vuelvan a reclamar capacidad de atención, como conducir o caminar por la calle en medio de una multitud. Se trata más bien de pasear por un parque o entrar en contacto con la naturaleza, desplazando la atención hacia algo relajante y evitando caer en las preocupaciones a las que espontáneamente conduce una mente ociosa....

Altibajos

Dicen que nunca tendrás dos días buenos consecutivos. Cada día trae su parte de negatividad que amenaza con desmoralizarte. Ya sabes que no debes permitirlo, como tampoco caer en la complacencia cuando las cosas te salgan bien. Para limitar el impacto de esos altibajos emocionales puedes practicar la regla de las 24 horas. Consiste en restringir a este período la duración de cualquier emoción que te afecte. Si tienes un éxito, a celebrarlo con tu equipo, pero mañana vuelta al trabajo ordinario, pues lo conseguido ayer no te traerá los logros de hoy. Analiza qué puede torcerse si no introduces mejoras o repasa los retos que tienes por delante… Del mismo modo, si experimentas una derrota, puedes darte 24 horas para sentirte mal y lamentarte. Pero después, busca la manera de recuperar la estabilidad emocional. Rodéate de amigos, céntrate en los aspectos positivos de la vida o busca ayudar a alguien… La clave está en evitar la pasividad. Ya se trate de éxitos o fracasos, la manera de recuperar el control emocional y mantenerse firme consiste en actuar de manera deliberada....

Amienemigos

Frenemies, es un neologismo inglés que se ha traducido al español utilizando también un solo término, Amienemigos. Se trata de personas con las que se tiene una relación amistosa, pese a mantener con ellos unas disputas o desacuerdos fundamentales. Se utiliza para describir situaciones tanto en lo personal, como vinculadas a la política o las relaciones comerciales, y se aplica tanto a individuos como a grupos o a instituciones. Sueles ser consciente que cuentas con amigos que te guardan las espaldas y con enemigos que trabajan activamente en tu contra. Pero además debes reconocer esas otras relaciones ambivalentes, que se manifiestan a la vez como positivas y negativas. Son tus amienemigos, que unas veces te defenderán y otras te destruirán. Tus enemigos son tan incómodos como predecibles; mantienes las distancias y esperas lo peor. Pero con los amienemigos siempre te ves en la necesidad de mantenerte en guardia, dudando si debes confiar en ellos o no. Su inconsistencia desgasta enormemente tus energías. Son más dañinos que los propios enemigos. Si cuentas con muchos de aquellos tendrás grandes probabilidades de padecer estrés, infelicidad y depresión. Tu instinto te lleva a cortar con los enemigos y salvar a los amienemigos. Sin embargo, deberías hacer lo contrario: abandonar a los amienemigos y intentar convertir a tus enemigos en amigos. Este conocimiento es importante cuando tratas de establecer alianzas. Tiendes a ignorar a tus oponentes, porque crees que no merece la pena perder el tiempo con ellos, y centrarte en reforzar los lazos con quienes ya te apoyan. Sin embargo, tus mejores aliados no son aquellos que siempre estuvieron de tu parte, sino quienes empezaron en posiciones contrarias y acabaron dándote la razón. Tus antiguos rivales se convierten en tus defensores más entusiastas. Además, quienes estuvieron en tu contra...

Enséñales a desobedecerte...

Una obviedad: para ser un buen directivo necesitas contar con gente a quien dirigir. Si careces de seguidores, por muy brillante que seas, no podrás dirigir. Son tus seguidores los que te hacen directivo, y sin embargo se valora más tu figura que la de ellos. El papel del seguidor reclama integridad y fortaleza. Exige coraje para construir una relación sólida con el directivo hasta convertirse en su colaborador. Es entonces cuando se trabaja de forma recíproca para conseguir el éxito de ambos, cuando se respetan los papeles de cada uno y se habla honestamente de las actuaciones que podrían afectar al resultado de trabajo conjunto, sin importar el rango. Un buen colaborador debe estar preparado para decir las verdades independientemente de que su jefe le invite a hacerlo o no. Pero un directivo inteligente debe saber que las presiones sociales en el lugar de trabajo son tan fuertes que pueden impedir que un colaborador pueda expresarse con naturalidad. No se trata de menoscabar la obediencia a la legítima, ética y eficaz autoridad, sino de transformar ese hábito en una decisión consciente acerca de si se debe obedecer o no en una determinada situación. La aplicación de este protocolo te ayudará a romper ese hábito cultural de la obediencia ciega entre tus colaboradores: Dales a conocer que pueden llegar a obedecer sólo por hábito. Nadie piensa que obedece ciegamente, por lo que hay que hacérselo ver en circunstancias concretas y demostrarles la necesidad de cambiar. Pon de manifiesto el perjuicio derivado de una obediencia no cuestionada. A muchos se les ha educado en el valor indiscutible de la obediencia y no son capaces de reconocer en qué circunstancias no puede esperarse que obedezcan ni es apropiado hacerlo. Asegúrales que no premiarás la obediencia ciega...

Sólo para mayores

Parecería que la creatividad y la innovación son cosa de jóvenes. Son capaces de formular con rapidez ideas grandes y originales, que aplican a la resolución de problemas a los que se enfrentan por primera vez. No precisan de años de investigación metódica y quizás por eso acaban por copiarse a ellos mismos en la manera de solucionar los problemas. Pero la creatividad también se encuentra entre los menos jóvenes y se describe como experimental. Los innovadores aquí trabajamos resolviendo los problemas mediante prueba y error, aprendiendo y evolucionando conforme progresamos. No tenemos de partida una solución específica en la cabeza; no somos sprinters sino corredores de fondo. La creatividad aquí es el resultado de años de acumular conocimientos y capacidades por lo que la originalidad suele ser más sólida. El abordaje experimental a la resolución de problemas lleva más tiempo, pero es más renovable. Para mantenerse original con la edad y acumular experiencia, no se trata tanto de planificar lo que se quiere crear como de probar diferentes opciones y soluciones. En vez de replicar ideas del pasado, la paciencia acaba proporcionando algo novedoso y útil. Esprintar está bien para los jóvenes genios, pero la maestría de la madurez se obtiene con el aguante propio de la carrera de maratón. Desarrolla esa curiosidad incansable, practica esa exploración continua, ejerce esa dedicación perseverante que no se deja deslumbrar por los destellos de las liebres. Nunca será tarde para producir algo original; algo nuevo acaba siempre por salir....

Los críticos

Que afirmen cosas desagradables, maliciosas o falsas sobre ti, no te tiene que gustar, pero debes asumirlo como parte del camino hacia el logro de tus objetivos. Quienes así actúan no deben conseguir nada más allá que proporcionar una motivación adicional a quien pretenden menospreciar. El verdadero peligro de los que sólo saben criticarte radica en que puedan hacerte descarrilar. Has de ser capaz de superar las dudas y confusión que te generarán o de otro modo te anularán. Asume sus quejas como indicadores de que estás en el buen camino. De hecho, sus críticas ayudan a promover tu nombre y tu marca; no les gustará lo que haces, pero desde luego que no les dejas indiferente y te dan conocer. Y aún arreciarán más cuando vean que haces posible sus imposibles. No podrás desarrollar una iniciativa verdaderamente relevante si te mantienes dentro de los márgenes que otros establecen. No puedes estar preocupado porque te concedan el premio a la popularidad o por llevar a cabo lo que la mayoría te sugiere, sino sorprendido por las limitadas aspiraciones de esos que dedican más tiempo a hablar que a hacer. Cuando vean que no les escuchas, se irritarán. Pero te has de sentir seguro, de forma que no les atiendas cuando pretendan confundirte y desviarte. Utiliza sus observaciones como acicate para llevar a cabo lo que crees que debes hacer. No luches contra ellos y mucho menos trates de reducir tus aspiraciones. No tienes que buscar su permiso ni su aprobación, ni esperes que que te propones alcanzar les suene bien. Entra sin pedir permiso, crea nuevos entornos, explora ideas, traspasa barreras, desafía lo convencional, y sal habiendo redefinido todo....

Obedecer o resistirse...

En sí mismo, obedecer no es bueno ni malo. Su valor depende del contexto en el que se desarrolla, lo que le da su sentido positivo o negativo. Obedecer puede ser un acto malvado si quien recibe la orden la ejecuta aun a sabiendas de las consecuencias adversas que derivarán en el deterioro manifiesto de la autoridad que emitió dicha orden. Por eso los directivos deben evitar crear un ambiente de inquebrantable obediencia. Lo mismo puede decirse de la desobediencia, que no es, por sí misma, ni buena ni mala. Aunque con frecuencia nos rebelemos contra la autoridad, se ha de reconocer que tiene muchas ventajas un sistema en el que está claro quien tiene la autoridad para establecer las reglas y dar órdenes; se evitan así los conflictos inacabables entre ideas contrapuestas. Es siempre saludable dialogar para disponer de la máxima información y tomar la mejor decisión posible. Pero una vez escuchadas todas las voces y tomada la decisión por la autoridad correspondiente, si no se violan principios fundamentales, lo correcto es actuar dando soporte a la decisión. En todo grupo operan unas reglas que facilitan a sus miembros tomar las decisiones. Son como dos algoritmos. El primero es el de la obediencia, el dominante, el que se utiliza las más de las veces y que evita verse atrapado en conflictos interminables: Recibo la orden de una fuente legítima y no es resultado del alzar. Comprendo la orden o la norma, su objetivo y lo que se espera de mi para alcanzar ese objetivo. La orden persigue un bien o al menos es neutra respecto al impacto que tendrá. Como no se producirá un perjuicio serio de la ejecución de la orden ni se violará un principio fundamental, obedeceré la orden. De manera...

Pesimistas

No son necesariamente personas que te deseen algo malo. Incluso podrás encontrarlos entre tus familiares y amigos más cercanos, pero sus observaciones tenderán a frenarte, al menos temporalmente. Les escucharás decir: Se prudente…, ten cuidado…, paciencia…, ve despacio…, porqué te arriesgas…, no necesitas hacerlo…, ya estás bien como estás… Se preocupan por ti, pero siempre, por defecto, sus posiciones son negativas. Quieren protegerte y protegerse, evitar todo lo que represente riesgo, de ahí que no siempre puedas contar con su apoyo. Responden bien a su papel de protectores, no de emprendedores. Tratan de dar sentido a su habitual falta de actuación; protegerse de sus propias justificaciones respecto a la vida que llevan y las decisiones que tomaron. Si les escuchas, el resultado será siempre el mismo: desanimarte, generarte duda y confusión respecto a los retos que afrontas, complicando así aún más tus propias dificultades. Pero no tienen derecho a distraerte de tus metas y aspiraciones. La mejor manera de tratar a estos pesimistas es perseguir una y otra vez tus objetivos hasta lograrlos, hasta que no les quede otro remedio que creer en ti....

Tiempo para deliberar...

Son incontables las situaciones con alta carga emocional por las que atraviesas cada día, y no eres consciente de todas de ellas. Sin embargo, en esa montaña rusa puedes verte obligado a tomar decisiones para las que el momento puede ser inapropiado. Si repasas tus decisiones más recientes quizás descubras que aquellas en las que te apresuraste no resultaron tan eficaces como las tomadas con más planificación y en momentos de más claridad. La única manera de asegurarse de que cuentas con el tiempo necesario para tomar decisiones acertadas es programar períodos concretos para la toma de decisiones. No debe ser complicado. Se trata de reservar unos 20 minutos para escaparse del teléfono y del ordenador y dedicarse sólo a pensar. Actuar así te dará ciertas garantías de que tus sentimiento y emociones no confunden tus decisiones....

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