Tu controlas

No dejes que te domine aquello que no puedes controlar. Es la manera sacar algo bueno de una mala situación y centrarte en lo que puedes hacer más que en lo que ha ocurrido. Las circunstancias no pueden determinar tus emociones. Quienes traten de menospreciarte no pueden determinar tu valía. Controla aquello que puedas y no pierdas energías en aquello que se escape a tu control. Has de comprender la diferencia entre “las cosas de la vida” y los “problemas”. Las primeras escapan a tu control y no puedes arreglarlas; los problemas, sí puedes resolverlos. No pierdas energías cuando te encuentres en un atasco, te pierdan el equipaje, o mientan en una declaración. Son factores que están fuera de tu control. Y, al contrario, asume la responsabilidad por esas cosas que sí puedes controlar: Tu actitud: De ti depende tu manera de pensar o sentir. Tu pasión: Tu identificas lo que deseas y te motiva. Tu vocación: Tu eliges libremente tu propósito fundamental. Tu tiempo: Tu decides a qué dedicarlo y con quién emplearlo. Tus prioridades: Tu estableces lo que es importante. Tu potencial: Tu determinas aquello a lo que te comprometes para crecer. Son estas las cosas a las que debes dedicar tus esfuerzos. Eso hará que en ocasiones algunos no se muestren muy contentos contigo, pero tu te sentirás satisfecho....

Lo más fácil

Lo cosa más fácil del mundo es ser uno mismo. Y la más difícil, ser lo que otros quieren que seas. No te dejes arrastrar a esa posición. La gente disfuncional quiere que los demás funcionen como ellos. La gente mediocre quiere que todos sean igual de mediocres. Los que buscan alcanzar sus objetivos quieren que otros les acompañen. Busca modelos positivos de liderazgo, de crecimiento y logro de objetivos. Examina lo que hacen, sus prioridades, cómo alcanzan sus aspiraciones, como tratan a los demás… La gente que admiras te señala el camino a seguir. Aprende de ellos y sigue su modelo. Cuanto más lo hagas menos querrás complacer a aquellos que te proponen unos objetivos y unas metas que no son las tuyas. En ocasiones, eso podría obligarte a abandonar viejas amistades y adoptar un nuevo sistema de vida. Has de hacer honor a tus relaciones y al mismo tiempo defenderte de aquellos que traten de controlarte, especialmente en relaciones complicadas....

Bloqueados

Es la situación en la que caen quienes piensan que el éxito llega como consecuencia de poseer un talento natural. No es que sean unos vagos e incompetentes; es que se sienten paralizados ante la perspectiva de presentar algo que no se valore como muy bueno. A diferencia de aquellos a quienes les gustan los retos, estos miran de evitarlos por miedo a fracasar. Pero la alternativa para escapar del fracaso no es la comodidad sino la nada. Si no fracasas no aprendes y no haces nada. No conviene que te pase a ti. El miedo a que descubran tu posible incompetencia y te vean como “realmente” crees que eres tiene un nombre: el “síndrome del impostor”. Es llamativo el número de personas destacadas que piensan que no se merecen la posición que han alcanzado y que piensan que corren el riesgo de que descubran en cualquier momento su fraude. (Claro que también hay quienes niegan la evidencia y se aferran a sus puestos cuando les han descubierto…) Para librarse de la incomodidad que aquellos experimentan, se embarcan en tareas sencillas, donde puedan salir airosos fácilmente y evitan asumir problemas complejos. Y cuando se ven forzados a afrontar un reto que les supera, se autoexcluyen deliberadamente haciendo cosas que reducen su desempeño, y tener así la excusa que justifique el no hacer algo bien. Un trabajo sólo sale adelante cuando el miedo de no hacerlo supera al miedo de hacerlo mal. Y para muchos, esa situación nunca se alcanza pues lo que más temen es reconocer que no tienen la capacidad necesaria....

¿Todos contra ti?

No te autocompadezcas. Ciertamente es exagerado, ¡no eres tan conocido…! No puedes quejarte y al mismo tiempo liderar con eficacia. Raramente se dan a la vez el lamentarse por los contratiempos y avanzar en la dirección adecuada. La mayoría de las molestias de la vida sólo merecen ser ignoradas. Eso no significa desdeñar o negar el enojo que ocasionan. Cuando causen un dolor grave habrá que afrontarlas directamente. Pera la capacidad de resistencia se desarrolla según el modo en que se aprenda a distinguir entre las contradicciones que hay que olvidar y aquellas de las que hay que ocuparse. Tratar a todas por igual y lamentarse todo el tiempo te convierte en un quejica. En cualquier circunstancia puedes preguntarte qué es lo peor que te puede ocurrir. Si te prepararas para aceptarlo, puedes tener la seguridad de recuperarte. Si ocurre lo peor, sabrás qué hacer, y si no resulta tan grave como esperabas, tanto mejor. El modo en que respondes a las dificultades te hace singular. Tu decides cómo responder ante lo que no funciona; si dejas que te rompa y arruine tu actitud, o si optas por sacar lo mejor de la situación....

Aprender fracasando

La mayoría de las percepciones acerca del fracaso son equivocadas. Se supone que alcanzar el éxito es el resultado de una buena y prudente planificación que proporciona victorias significativas y continuadas. Sin embargo, planificar no enseña, mientras que hacer pruebas y equivocarse, sí. Fracasar no es sólo un modo de aprender más rápido; es, de hecho, la única manera de aprender. Es mediante la práctica repetida como se ganan las capacidades y no mediante la mera observación de lo que hacen otros o la elaboración de profundas teorías. Todo consiste en equivocarse pronto y muchas veces, de fracasar estrepitosamente. En las organizaciones destacadas, la evaluación de los colaboradores ha de poner énfasis en conocer los fallos cometidos. Es algo positivo si se reconocen, si se admite que se han equivocado lo suficiente, si se ha compartido el aprendizaje con los demás. Es un reflejo de que asumen riesgos calculados, pequeños y manejables, y que tras los fracasos, no muy costosos, se recuperan con rapidez y avanzan de nuevo. Son incontables los estudios y las experiencias que demuestran que ésta es la mejor manera de descubrir lo que verdaderamente funciona. Fracasar es, por razones obvias, muy difícil. Hace sentir mal y genera en el cerebro un mensaje muy fuerte de no volver a repetirlo. De ahí la necesidad de insistir en los aspectos positivos. Si queremos tener una sociedad innovadora, con gente bien formada y capacitada, se ha de trabajar en persuadir a las personas de que el dolor del fracaso no es distinto del de las ampollas en los pies de los corredores o en las manos de los tenistas: Una señal de que se pone el esfuerzo suficiente para mejorar....

Capacidad emocional

Esta es una competencia que te permite manejar la adversidad, el fracaso, las críticas o las presiones, de manera positiva. Son muchos los que se muestran incapaces de hacer frente al estrés o escapar a presiones emocionales, y se rompen o se rinden. Mientras que otros, con más capacidad emocional, gestionan mejor sus emociones y dificultades, avanzando en la realización de su potencial. La característica principal de aquellos emocionalmente fuertes es que afrontan las emociones de manera activa. Nunca se sienten víctimas de sus propios sentimientos. Las mociones son precursoras de las emociones, lo que quiere decir que puedes hacer cosas que influyan en el modo en que te sientes. Quizás no puedas controlar completamente tus emociones, pero sí cambiarlas a través de tus actos: Si te sientes inseguro, alza tu voz; si deprimido, canta; si estás triste, ríe; si te consideras insignificante, actualiza tus objetivos; si te ves incompetente, recuerda tus éxitos. En muchas ocasiones querrás gritar lo injusto que es este mundo. Pero la negación, maldiciones, berrinches, quejas, culpabilizar a otros, o hacerse ilusiones, no te sacarán del barranco. Cuanto antes te liberes del shock de la emoción, lo proceses y te pongas en marcha, más rápida será tu recuperación y mayor será tu fortaleza emocional. Tu eliges: O trabajas por dominar tus emociones o ellas te controlarán a ti continuamente....

Convencido

No podrás convencer a nadie si antes no estás tu convencido. No vale engañarse. Sólo se gana cuando se está decidido a ganar llevando a cabo las acciones correspondientes. No puedes excusarte por tus colaboradores ni suele ser posible cambiar de equipo. Has de sacar todo el partido posible a los activos y capacidades disponibles. Cualquiera que sea el reto al que te enfrentes en la vida, céntrate en lograrlo. Convéncete de lo que debes hacer hoy y realízalo de forma destacada. Y aplícalo a las relaciones que has de mantener y a todo lo que contribuya a alcanzarlo. David no venció a Goliat porque tuviera todo a su favor sino porque estaba absolutamente convencido de lo que tenía que hacer. Su supervivencia dependía de ello. Tienes que estar convencido y comprometido con el hecho de que tu oferta, tu producto o servicio, son imbatibles. Has de estar tan seguro de ello como para poder transmitir tal convicción que nadie se plantee siquiera discutírtelo. De lo contrario no pasarías de ser un mercenario errante que se vende en cada momento al mejor postor....

¡No es mi trabajo!

Si escuchas decir esto a alguien de tu equipo, tienes un problema. Es señal de que tus colaboradores no se comunican ni asumen la responsabilidad de hacer lo que la empresa necesita, lo que incluye el ayudarse mutuamente. Si la cultura fuera la correcta, les importaría el avance de la organización en vez de mostrar esa actitud defensiva y displicente. Cuando detectes estos signos que impiden que las personas puedan desarrollar un trabajo destacado y disfruten realizándolo, estás obligado a actuar. Tienes estas tres opciones: Tomar cartas en el asunto. Habla con tus colaboradores y descubre si su descontento es general o específico. Si es gente identificada con la empresa, pero frustrada por el trabajo que desarrollan, mira de cambiarles de puesto y ponerles en uno en el que puedan progresar. Investiga. Estudia la cultura que empuja a los directivos y si identificas algún problema, cámbiala. No puede establecerse una teórica escala de valores y luego actuar como si no existieran. Esto no pasa desapercibido. Los colaboradores observan a sus directivos e imitan su comportamiento. La falta de coherencia destroza el entorno de trabajo. Si no estás en una posición directiva y observas esa cultura tóxica, tu mejor opción es marcharte, pues cambiar la organización desde abajo y en solitario es una tarea imposible. Despedir a quien corresponda. Es la opción más radical, y complicada cuando afecta a un cargo directivo. No importa lo bien que le vaya a la empresa; un mal entorno de trabajo puede desencadenar una espiral de degradación que cause un daño irreparable. Es necesario prescindir del agente tóxico por el bien del conjunto. No contar con una cultura saludable impide construir una organización duradera y viable. Necesitas que la gente acuda a trabajar con la ilusión de poder realizar...

Gestionando la suerte...

La complejidad del mundo en el que te mueves hace que te tropieces de continuo con el riesgo y la suerte. La suma de todas tus actuaciones no proporciona ni explica la totalidad de tus resultados, que se ven condicionados por innumerables factores. Reconocemos y definimos como riesgo cuando tomamos decisiones que consideramos acertadas pero que dan malos resultados, y la suerte cuando haciendo algo malo o imperfecto logramos un gran resultado totalmente inesperado. El riesgo y la suerte son, de hecho, dos caras de una misma moneda y deberían recibir el mismo nivel de reconocimiento. El primero es fácil de identificar al ver que hay cosas escapan a tu control, lo que te enseña y ayuda a ajustar tu estrategia. Sin embargo, eso no ocurre con la suerte, al generar un falso sentimiento de control por pensar que hiciste algo bien y lograr lo que esperabas. No te ayudará a tomar buenas decisiones de forma repetida en el futuro. Este distinto reconocimiento se debe en parte al propio ego y en parte al deseo de descubrir patrones de éxito para aplicarlos y repetir victorias. Por eso es importante aplicar también a la suerte algunas cosas que nos enseña la gestión de riesgos: Aprender a cuantificarla. Has de saber medir qué parte del éxito se debe a la suerte y por tanto no puedes esperar que se repita. No todos están dispuestos a aceptarlo pues darle cualquier protagonismo a la suerte les parece un insulto y un desprecio al esfuerzo que pusieron. Pero, así como al riesgo no le importa el esfuerzo que pongas para condicionar tus resultados, lo mismo puede decirse de la suerte. Ambos te enseñan humildad, aunque el riesgo lo hace de inmediato y la suerte sólo cuando te abandona. Saber...

Sin vacaciones

Todos dicen necesitar unas vacaciones, un tiempo de descanso para relajarse y desconectar; pero lo cierto es la mayoría no está en condiciones de poder permitirse una vacación lo suficientemente larga para verdaderamente lograrlo. Y aunque ese descanso pueda proporcionar algún alivio, la verdadera razón para tomarlo debería ser la de reactualizar las propias metas. El simple hecho de obsesionarse con realizar una contribución significativa y dar lo máximo de uno mismo son motivos suficientes para recuperarse y recargar energías, mientras que de muchas vacaciones se regresa con menos fuerzas que cuando se empezaron. Muchos ansían esas vacaciones porque creen que les cambiarán cuando lo que verdaderamente renueva es el compromiso con un propósito superior. Por eso hay quienes no consideran el trabajar como una carga. Corres el peligro de frenar tu progresión si escuchas a quienes te dicen que no trabajes tanto, que descansar sería bueno para ti, que te mereces unas vacaciones. Disfrutar trabajando no te hace imperfecto sino productivo. Quienes te animan a relajarte no persiguen lo mismo que tu. No te disculpes por luchar por tus aspiraciones ni te dejes influir por aquellos que ya se dan por contentos pese a no haber logrado nada....

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