Experto o amateur

Aprender a mejorar cualquier competencia requiere capacidad de concentración; y su ejecución práctica exige prestar toda la atención. Si ésta estuviera centrada en otro lugar, el cerebro no será capaz de fijar esas rutinas concretas necesarias para desarrollarla. Cuando ya se domine el modo de ejecutarlas, la atención deliberada deja de ser necesaria y pueden ejecutarse sin pensar, de manera automática e inconsciente. Es en este punto donde se separan los caminos del amateur y del experto. El primero se contenta con un nivel de desempeño razonablemente bueno, pongamos que después de unas 50 horas de práctica, y no siente la necesidad de seguir ejercitándose de forma deliberada, concentrando toda su atención. Se contenta con ir pasando con lo que ha aprendido. Por mucho que practique, su mejora será insignificante. El experto, por el contrario, peleará activamente contra esa tendencia al automatismo, buscando ejercitarse de forma consciente para alcanzar unos niveles de desempeño superiores. Cuanto más tiempo permanezca en esa práctica realizada con toda la atención concentrada, mayor y más completo será el desempeño que se alcance. La intensidad de ese esfuerzo de concentración ocasiona fatiga. De ahí que los expertos limiten este tipo de práctica a unas cuatro horas al día. Este régimen de entrenamiento debe incluir períodos de descanso para la recuperación física y mental....

El mito de las 10.000 horas...

Te lo habrán contado repetidas veces. Este es el tiempo de práctica que, en cualquier campo debes alcanzar para convertirte en un experto. Pero esto es solo parcialmente cierto. Como bien puedes comprender, en cualquier deporte, si lo practicas cometiendo un error básico en su técnica, por muchas horas que le dediques, si arrastras ese error, nunca alcanzarás la profesionalidad. De la repetición mecánica, por sí misma, no se deriva ningún beneficio. Sólo vale la continua rectificación para lograr acercarse al objetivo. A fuerza de empujar puedes alterar cualquier sistema, sabiendo que cada vez que superes tus propios límites cometerás, al inicio, más errores. El secreto del éxito está en esa práctica deliberada en la que alguien te acompaña, durante meses o años, con un sistema de entrenamiento bien diseñado, siempre y cuando le dediques toda tu atención. Las muchas horas de práctica son necesarias, pero no suficientes para alcanzar un desempeño excelente. Es la concentración para mejorar de determinados detalles lo que permite alcanzar la condición de experto....

El valor de las ideas...

No todos piensan de la misma manera y eso establece notables diferencias en el desarrollo de las personas. Aquello que pienses determinará en lo que te conviertes y lo que haces. Esas ideas definirán tu destino y tu legado. Pero se puede cambiar la manera de pensar y ejercitarse en la generación nuevas y buenas ideas, capaces de mejorar la propia vida si se ponen en práctica. Muchos parecen no dar ningún valor a lo que piensan. Tienen ideas y las dejan perder sin hacer nada con ellas. Pero si les das la importancia que les corresponde, reconocerás su utilidad y aumentará tu capacidad de pensar. Si lo haces así, te harás constantemente preguntas que te servirán para descubrir y desarrollar nuevas ideas, del tipo: ¿Dónde puedo encontrar una idea? Para pensar mejor tendrás que desarrollar la mentalidad adecuada. Habrás de estar siempre dispuesto a “picar piedra” para incrementar tu capacidad de pensar. ¿Cómo puedo usarla? Los hay que se tropiezan con una idea, reconocen sus cualidades, pero no hacen nada con ella. No la trabajan, lo que es una pena porque si no se ejercitan, se pierden. ¿Cómo puedo sacarle el máximo partido? Raramente una idea se muestra inicialmente en toda su potencialidad. Cualquier idea puede puede elevarse a un nivel superior y dar mucho más de sí. Cuando se te ocurra una idea que añada valor a los demás, anótala y decide dedicarle más tiempo a reflexionar sobre ella. Analiza con atención si es acorde al momento vital en que te encuentras, si te ayuda mejorar tus cualidades, si te ayuda a crecer y completarte....

Enséñales a desobedecerte...

Una obviedad: para ser un buen directivo necesitas contar con gente a quien dirigir. Si careces de seguidores, por muy brillante que seas, no podrás dirigir. Son tus seguidores los que te hacen directivo, y sin embargo se valora más tu figura que la de ellos. El papel del seguidor reclama integridad y fortaleza. Exige coraje para construir una relación sólida con el directivo hasta convertirse en su colaborador. Es entonces cuando se trabaja de forma recíproca para conseguir el éxito de ambos, cuando se respetan los papeles de cada uno y se habla honestamente de las actuaciones que podrían afectar al resultado de trabajo conjunto, sin importar el rango. Un buen colaborador debe estar preparado para decir las verdades independientemente de que su jefe le invite a hacerlo o no. Pero un directivo inteligente debe saber que las presiones sociales en el lugar de trabajo son tan fuertes que pueden impedir que un colaborador pueda expresarse con naturalidad. No se trata de menoscabar la obediencia a la legítima, ética y eficaz autoridad, sino de transformar ese hábito en una decisión consciente acerca de si se debe obedecer o no en una determinada situación. La aplicación de este protocolo te ayudará a romper ese hábito cultural de la obediencia ciega entre tus colaboradores: Dales a conocer que pueden llegar a obedecer sólo por hábito. Nadie piensa que obedece ciegamente, por lo que hay que hacérselo ver en circunstancias concretas y demostrarles la necesidad de cambiar. Pon de manifiesto el perjuicio derivado de una obediencia no cuestionada. A muchos se les ha educado en el valor indiscutible de la obediencia y no son capaces de reconocer en qué circunstancias no puede esperarse que obedezcan ni es apropiado hacerlo. Asegúrales que no premiarás la obediencia ciega...

Sólo para mayores

Parecería que la creatividad y la innovación son cosa de jóvenes. Son capaces de formular con rapidez ideas grandes y originales, que aplican a la resolución de problemas a los que se enfrentan por primera vez. No precisan de años de investigación metódica y quizás por eso acaban por copiarse a ellos mismos en la manera de solucionar los problemas. Pero la creatividad también se encuentra entre los menos jóvenes y se describe como experimental. Los innovadores aquí trabajamos resolviendo los problemas mediante prueba y error, aprendiendo y evolucionando conforme progresamos. No tenemos de partida una solución específica en la cabeza; no somos sprinters sino corredores de fondo. La creatividad aquí es el resultado de años de acumular conocimientos y capacidades por lo que la originalidad suele ser más sólida. El abordaje experimental a la resolución de problemas lleva más tiempo, pero es más renovable. Para mantenerse original con la edad y acumular experiencia, no se trata tanto de planificar lo que se quiere crear como de probar diferentes opciones y soluciones. En vez de replicar ideas del pasado, la paciencia acaba proporcionando algo novedoso y útil. Esprintar está bien para los jóvenes genios, pero la maestría de la madurez se obtiene con el aguante propio de la carrera de maratón. Desarrolla esa curiosidad incansable, practica esa exploración continua, ejerce esa dedicación perseverante que no se deja deslumbrar por los destellos de las liebres. Nunca será tarde para producir algo original; algo nuevo acaba siempre por salir....

Obedecer o resistirse...

En sí mismo, obedecer no es bueno ni malo. Su valor depende del contexto en el que se desarrolla, lo que le da su sentido positivo o negativo. Obedecer puede ser un acto malvado si quien recibe la orden la ejecuta aun a sabiendas de las consecuencias adversas que derivarán en el deterioro manifiesto de la autoridad que emitió dicha orden. Por eso los directivos deben evitar crear un ambiente de inquebrantable obediencia. Lo mismo puede decirse de la desobediencia, que no es, por sí misma, ni buena ni mala. Aunque con frecuencia nos rebelemos contra la autoridad, se ha de reconocer que tiene muchas ventajas un sistema en el que está claro quien tiene la autoridad para establecer las reglas y dar órdenes; se evitan así los conflictos inacabables entre ideas contrapuestas. Es siempre saludable dialogar para disponer de la máxima información y tomar la mejor decisión posible. Pero una vez escuchadas todas las voces y tomada la decisión por la autoridad correspondiente, si no se violan principios fundamentales, lo correcto es actuar dando soporte a la decisión. En todo grupo operan unas reglas que facilitan a sus miembros tomar las decisiones. Son como dos algoritmos. El primero es el de la obediencia, el dominante, el que se utiliza las más de las veces y que evita verse atrapado en conflictos interminables: Recibo la orden de una fuente legítima y no es resultado del alzar. Comprendo la orden o la norma, su objetivo y lo que se espera de mi para alcanzar ese objetivo. La orden persigue un bien o al menos es neutra respecto al impacto que tendrá. Como no se producirá un perjuicio serio de la ejecución de la orden ni se violará un principio fundamental, obedeceré la orden. De manera...

Test para desobedecer...

Disfrutar de las ventajas de vivir en sociedad exige obedecer las normas, a veces de manera voluntaria y a veces involuntaria. Pero para que sea apropiado obedecer se deben cumplir tres condiciones: Formar parte de un sistema razonablemente justo y que funcione. Que la autoridad que establece la norma o da las órdenes sea legítima y razonablemente competente. Que el orden que se persigue sea razonablemente constructivo. El término “razonable” forma parte de las tres condiciones porque somos imperfectos, como también lo son los sistemas en los que nos movemos. Este es el mejor test que puedes aplicar para saber si debes desobedecer de manera inteligente: dada la información de que dispones y en el contexto en el que se te ha dado la orden, si obedecer causa más daño que beneficio, lo apropiado es desobedecer, al menos hasta que la situación o la orden recibida se clarifiquen. Sin embargo, seguir dichas reglas no resulta sencillo en muchas ocasiones porque estamos programados para obedecer. Es el resultado de una adaptación evolutiva que ha permitido alcanzar la compleja organización social que disfrutamos. Primero obedecías porque te dijeron que la autoridad siempre acierta. Después porque observaste las ventajas de obedecer y los castigos asociados al no hacerlo. Más tarde obedeciste por comprender la conveniencia y la tranquilidad que acompañan al cumplimiento de las normas y leyes. Finalmente, si no tienes limitado tu desarrollo moral, obedeces porque eres consciente del valor intrínseco de cada norma en el contexto en el que se aplica. Puedes preguntarte ahora si existen algunos valores superiores que sirvan de guía común para todos en la toma de decisiones. Y la respuesta no parece sencilla si se observa el cambio de valores a lo largo de la historia, dependiendo de las culturas, e...

Desobedeciendo

Todo desafío de la autoridad establecida mueve a actuar corrigiendo o penalizando dicha desobediencia. Pero, aunque en ocasiones la rebeldía resulte molesta, no siempre debe considerarse como peligrosa; incluso puede demostrarse eficaz y beneficiosa. El peligro nace de lo bien que te han enseñado a obedecer, lo que te lleva a no plantearte desobedecer cuando ya eres adulto pese a que la situación lo reclame. Vemos los efectos en tantos trabajadores de empresas y organismos oficiales, que se rinden a las presiones para actuar de forma que se escondan los problemas y se creen riesgos innecesarios. Por no mencionar los graves crímenes cometidos bajo la excusa de la “obediencia debida”. Es necesario desobedecer más y saber cómo hacerlo. Sobre este tema ya hace años que escribí (Desobedece con inteligencia, Saltarse las reglas, Desobedece), pero me da que cada día se hace más necesario recordarlo. Todo directivo o persona con autoridad, en cualquier entorno, debe reconocer el valor de la desobediencia inteligente y fomentarla. Se trata de una competencia que hay que desarrollar para saber cómo actuar correctamente en medio de las presiones que te empujan a hacer lo que está mal. Hay que prepararse específicamente para saber cuándo desobedecer dado que: La ocasión se te puede presentar de forma repentina y exigirte un gran aplomo para responder de forma adecuada en situaciones urgentes. Al decidir sobre la acción más adecuada a seguir, tendrás que dar la misma validez a tus propia formación, percepciones y valores, que a las de la autoridad de la que dependes. Deberás reconocer que hay opciones distintas a las de obedecer o desobedecer y que conducen a mejores resultados. Si te detienes a pensar, muy posiblemente encontrarás opciones creativas que satisfagan a la autoridad y que respondan mejor a las...

Reflexionando

Lo lógica señala que repetir las mismas acciones conduce a los mismos resultados. Sin embargo, son muchas las personas que se aferran a hacer lo que siempre han hecho esperando conseguir unos resultados diferentes. Esto sucede porque nunca dedican el tiempo necesario a reflexionar sobre las razones de su falta de eficacia y cambiar de sentido. Pero quienes cuentan con la suficiente madurez emocional son capaces de evitar esa trampa. Cometen errores, como todos, pero no se resignan hasta haber aprendido de ellos. La reflexión transforma la experiencia en inteligencia. Actuar así te ayudará a crecer, a ser más sabio. ¿Cómo puedes lograrlo…?: Evalúate. Reserva un momento al final de cada día para preguntarte qué errores has cometido. Piensa en ti. Mírate a ti mismo y descubre lo que debes cambiar. No te excuses en los demás o en las circunstancias y aprende de tus errores. Habla contigo. Es tu principal conversación y la de más impacto. Te obliga a mantenerte positivo y a poner el esfuerzo que te llevará a ser la persona que deseas. Reorientate. Ponte en la dirección adecuada para evitar caer en los mismos errores. Haz la lista de cosas que te pondrán en el camino correcto. Actúa. No acarrees esa lista de intenciones por mucho tiempo y ponte de inmediato a la acción. Esta reflexión disciplinada es lo que te mantiene honesto contigo mismo. Nadie produce nada de interés si no es completamente sincero consigo mismo....

La selección de personas en Blockchain...

Los servicios de reclutamiento, selección de personas e identificación del talento requieren un largo proceso de verificación de los datos que aportan. Comprobar la veracidad de las cualificaciones académicas y la experiencia profesional, incluido el seguimiento de las recomendaciones, es una tarea lenta y tediosa. Es además extremadamente complejo asegurar que lo que aparece en el currículo de un candidato es un fiel reflejo de sus competencias; de ahí que algunas instituciones hayan eliminado algunos de los requisitos anteriores del proceso de evaluación de los nuevos aspirantes. Hoy es fácil que incluso los menos cualificados se presenten con un currículum sólido preparado por profesionales especializados en su redacción, lo que hace difícil separar el grano de la paja. Esto exige nuevas formar de organizar los procesos de selección. La tecnología blockchain proporciona una nueva manera de que las personas y las empresas compartan información de manera segura y fácilmente verificable, incluidos los logros académicos y profesionales. Las instituciones educativas ya pueden proporcionar con facilidad sus certificados en blockchain (ver BlockTac). Esto es de gran ayuda para la verificación de las titulaciones académicas de los candidatos, evitando que las empresas tengan que contactar con las distintas instituciones. Pueden obtener la información directamente de la red del blockchain, lo que hace el proceso inmediato y gratuito. Además, las empresas podrían obtener un registro completo y fiable de la formación y competencias adquiridas, de los lugares de trabajo y de la evaluación del desempeño de los candidatos en cada uno de ellos. Lamentablemente, el sector de la selección del talento ha sido uno de los más afectados por el fraude y los ciberataques, engañando tanto a candidatos, que han aplicado a empresas falsas, como empleadores que han reclutado a las personas equivocadas. La seguridad de la cadena...

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