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La vida misma…
Ayer perdí a un cliente. Diversas circunstancias personales, económicas y de salud, le han llevado a una situación de confusión y descontento (según mi criterio) que le hacen abandonar. Pese a que el impacto económico de esta pérdida no sea importante, no ahorro esfuerzos para poder recuperarlo…
También ayer fui a ver un cliente amigo con el que hacía años que no tenía contacto. Como suele ser habitual, la amistad, si es sincera, desinteresada, resiste el paso del tiempo. La puesta al día en nuestras respectivas vidas y actividades dió pie a la identificación de oportunidades para trabajar de nuevo juntos en proyectos interesantes. En tres días le he de hacer llegar una propuesta para desarrollar un producto especialmente innovador y valioso para él. Y mientras trabajaba en ella, han surgido nuevas ideas de productos y servicios complementarios para él y para otros clientes.
En fin, lo normal, lo de cada día. Las relaciones de amistad hay que buscarlas, hay que poner los medios para encontrarlas. Y después es preciso cultivarlas por encima del tiempo, de la distancia, e incluso de aquellas cosas que podrían tender a separar, como defectos personales, las diferencias de opiniones o de intereses…
Conclusión: no te quejes tanto de lo mal que está todo y vete a visitar a tus clientes, consolida la relación y escúchales con atención. De ahí saldrán tus nuevos productos y futuros clientes.
Hay que ponerse a ello. Sólo están a una llamada de distancia.
¡Llama ahora!