Distintos estilos

El desarrollo de la capacidad de liderazgo es un factor fundamental para crear y mantener una organización que logre unos resultados sobresalientes y de manera sostenida.

Pero su desarrollo no puede responder a propuestas o soluciones genéricas. La manera de dirigir debe ajustarse a la situación o estado de desarrollo de una organización.

De manera simplista podrían identificarse en las organizaciones estos tres estados:

De estabilidad. Se caracteriza por:

  • Unos resultados y desempeño consistentes.
  • Claridad en los objetivos y prioridades.
  • Unas políticas, procedimientos y sistemas bien definidos
  • Coincidencia en papeles y responsabilidades asignadas
  • Unos sistemas de control bien establecidos

De caos. Esta situación se asocia con:

  • Resultados inciertos e inconsistentes.
  • Necesidad de responder a crisis y orientación al corto plazo.
  • Se desconoce la dirección y las prioridades se cambian de continuo.
  • Se carece de políticas, procedimientos y sistemas claros.
  • Ausencia de colaboración y trabajo en equipo, acompañada de frustración y aislamiento.

De elevado desempeño. Que se acredita por:

  • Unos resultados excelentes.
  • Una cultura singular resultante de una misión y valores destacados.
  • La implicación, el respeto y la asignación de poder a las personas.
  • La flexibilidad y capacidad de innovación.
  • Una estructura organizativa alineada con la estrategia.

Sería ilógico tratar de perseguir un desempeño elevado cuando no se parte de una posición de estabilidad. Y la estabilidad requiere abandonar actitudes reactivas y de apagar fuegos propias de situaciones de caos.

Se necesita consolidar primero unas rutinas y unas disciplinas antes de aspirar a dirigir organizaciones capaces de destacar por sus resultados.