La estabilidad

La toma de decisiones de los directivos se ve condicionada de manera habitual por sesgos que condicionan la naturaleza del conocimiento disponible en el momento de ejercitarla.

Un tipo de sesgo particularmente influyente en momentos de incertidumbre es el de la estabilidad. Se caracteriza por la tendencia a dejarse llevar por la inercia en situaciones de inseguridad y puede adoptar diversas formas:

  • Enrocarse. La decisión se fija en un punto de partida inicial, sin querer considerar nueva información que llevaría a realizar algunos ajustes.
  • Aversión a las perdidas. Se produce cuando se perciben de manera más clara y negativa los efectos de las pérdidas que las ventajas obtenidas por unas ganancias del mismo orden.
  • La falacia de los costes incurridos. Por ella se presta toda la atención a costes del pasado no recuperables cuando se trata de decidir sobre posibles acciones futuras.
  • El status quo. Lleva a preferir mantener la situación actual si no hay presiones excesivas para cambiar.

Es particularmente importante vigilar y corregir estos sesgos en los entornos tan cambiantes en los que nos movemos. Se pueden contrarrestar estableciendo objetivos ambiciosos para la organización, imposibles de lograr si se mantiene la manera acostumbrada de operar. O también reduciendo el presupuesto disponible, lo que obliga a decisiones complicadas de redistribución de los recursos y búsqueda de nuevas oportunidades.