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¡Abúrrete!
Es un modo de hablar. Me refiero a la necesidad de parar de consumir información de manera continuada. Estar siempre conectado a dispositivos móviles e internet, que empujan sin parar información entretenida, hacen que nuestro cerebro no encuentre ocasiones para reflexionar. Las consecuencias inmediatas son tu pérdida de eficacia y de creatividad.
Si estuvieras “aburrido” tu mente descansaría y estaría en condiciones de divagar y pensar en nuevas ideas. En ese estado podrías encontrar con más facilidad las soluciones que buscas.
Hay que encontrar esos períodos de quietud mental absolutamente necesarios para tu crecimiento personal y profesional. Para lograrlo…:
- Programa momentos en los que “no trabajarás”. Aunque a otros les extrañe, no te puedes permitir estar produciendo de continuo. Pararte a pensar es otra manera de trabajar, seguramente mucho más productiva en muchas ocasiones.
- Encuentra ocasiones para desconectar de las tecnologías de comunicación. Eso puede significar en algunos casos escaparte incluso fuera de tu despacho. Por unos minutos, por ejemplo, veinte, no admitas ni correos, ni llamadas, ni mensajes. Al cabo de ese tiempo decide si continuas trabajando así o vuelves a la “locura”.
- Elije un tiempo y un lugar para meditar. Cultivar el espíritu es obligado para crecer como persona. No sé si lo tuyo es ir a la iglesia, la sinagoga, la mezquita o el yoga, pero en todo caso, si no lo haces ya, deberías empezar cuanto antes.
- Aprovecha fines de semana y vacaciones para cambiar completamente de registro y distanciarte de las actividades habituales. Tu familia y amigos te lo agradecerán y observarás de improviso que los problemas adquieren otro aspecto y las soluciones aparecerán más obvias.
Ya que estás aquí, no te dejes interrumpir en los próximos veinte minutos.
La falta de este tiempo para pensar, hace que muchas veces tomemos decisiones que más tarde, entre espacios cortos de tiempo, veamos que no son las más apropiada y nos vemos obligados a cambiarlas.