Todos los días se te presentan ocasiones para enviar a clientes y colaboradores a la… “porra”. A mi también. Mucho más cuando la comunicación con ellos la basamos en el correo electrónico.
Cada día que pasa me convenzo más de los enormes problemas que genera, de sus enormes limitaciones para la comunicación. No es una herramienta que permita matices, lo que hace que, cuando se trata de comunicar algo más allá de la mera trasmisión de información, se demuestre inservible o incluso peligrosa.Estos días a un colega le han hecho saber que sus proveedores no quieren recibir más correos de él. No era consciente de que lo que él escribía, pretendidamente claro y directo, racional y coherente, era percibido como abusivo, descortés, impertinente y agresivo.Lee y relee tus correos antes de enviarlos, incluso en voz alta, y mira de excederte en la cortesía. Y si puedes, opta siempre por la entrevista personal o la sencilla videoconferencia por Skype.Y cuando los recibas no te “calientes” por lo que interpretas al leerlos. No saques conclusiones precipitadas. Jamás contestes a vuelta de correo si te ha generado irritación. Espera a mañana o mejor vete a ver al remitente.
Mi experiencia, cuando no lo he hecho, es que siempre me he equivocado.
1 Comentario
Oct10
Frán
Realmente cierto, y desgraciadamente ocurre muy habitualmente. Las nuevas tecnologías de la comunicación tienen también sú lado oscuro, dejar de interactuar a nivel personal.
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Realmente cierto, y desgraciadamente ocurre muy habitualmente. Las nuevas tecnologías de la comunicación tienen también sú lado oscuro, dejar de interactuar a nivel personal.