Etiquetas
Publicaciones relacionadas
Share This
«Fair cost»
No estoy de acuerdo con las quejas contra algunas empresas denominadas low cost.
De hecho propongo para ellas la denominación de fair cost o de costes ajustados. Defenderé mi argumento con las aerolíneas, pero también servirá para las de otros sectores.
En primer lugar, es innegable que piensan en sus clientes.
Han reconocido una necesidad ampliamente extendida y quizás no bien atendida: la de viajar y conocer otros lugares y culturas, la de visitar a amigos y conocidos lejanos, sin que ello represente un esfuerzo económico extraordinario; que se puedan abrir mercados geográficos distantes sin penalizar los costes de hacerlo. En definitiva, se convierten en unos agentes perfectos para el desarrollo económico, lo cual es de agradecer.
Además tratan a sus clientes con un respeto mucho mayor que otras aerolíneas más caras. Me muestran lo eficientes que llegan a ser en su negocio; cuando por menos de 30 euros venden la mayoría de las plazas de un vuelo, me están explicando que a ese precio son capaces de cubrir costes y ganar un margen. Y cuando me añaden en la factura los otros conceptos me explican que:
- Son costes que no dependen de su capacidad de gestión y me los trasladan de manera transparente, como tasas de aeropuertos o la utilización de medios de pago de terceros.
- Son beneficios adicionales que me pueden proporcionar, si yo los solicito, y que van mas allá del compromiso inicial de llevarme sano y salvo al aeropuerto de destino. Por ejemplo, si quiero evitar colas en el embarque o seleccionar dónde sentarme, u ocupar plaza en primera fila para salir antes, o disponer de más espacio en mi asiento, me lo proporcionan y me lo cobran, sin penalizar por ello al resto de pasajeros que no lo necesitan o a quienes no les compensa. Y si deseo acceder a servicios de restauración, es normal que los cobre y no que me los financie el resto del pasaje que puede no estar interesado por viajar habiendo almorzado; y además me los cobran a un precio mas económico que en el aeropuerto, lo cual es lógico porque sus costes han de ser menores. Y si quiero que la compañía me atienda en el aeropuerto para que me emita personalmente un billete y facturar más piezas de equipaje, también es sensato que sean transparentes en esos costes y me los cobren aparte, en vez de que los financien quienes facturan por internet y cargan con una sola maleta.
Su política me parece infinitamente más justa que no, por ejemplo, la práctica de determinados restaurantes que te cobran el cubierto, como si no fuera parte del servicio de restauración en países occidentales el comer con tenedor y cuchillo. Es tan injustificable como si pretendieran cobrarme por el uso de la mesa o comer con la luz encendida.
Por tanto, mi agradecimiento explícito a esas compañías de costes ajustados, por poner alcance de muchos un servicio necesario, por tratarme de manera singular, dando respuesta a mis necesidades específicas y por tratar de atenderlas de la manera más eficiente posible. Gracias por no tratarme como un cliente genérico, al modo de las compañías que deberían llamarse de alto coste, ineficientes, poco respetuosas con sus clientes, o de precios abusivos. Y no es un exceso el utilizar este calificativo de abusivo. No tiene otro nombre cuando se empeñan en cobrar por un vuelo entre ciudades de la península tarifas similares a los que otras cobran por cruzar el Atlántico, y a quienes ponen en evidencia las compañías de costes ajustados cuando cargan por los mismos trayectos una décima parte del precio.