Programación y flexibilidad

Estos dos últimos días tenía programadas unas sesiones de formación en competencias directivas con un grupo de profesionales. Al regresar a casa me ha venido la idea de que quizás no he transmitido algunas ideas todo lo bien que hubiera querido. Como creo que puede ser de utilidad para otros, trato de aclararlo desde aquí para beneficio de todos.
Me preocupa la mejora profesional y personal de mis clientes y alumnos, la mayoría de ellos directivos de empresa y profesionales libres. De hecho es la motivación primera de mi propia mejora. Es preciso que personas y empresas incrementen su eficacia y productividad; nos va mucho en ello. De aquí que sea preciso dar a conocer herramientas relacionadas con lo que se ha dado en llamar gestión del tiempo, aunque en estricto sentido lo que se gestione sean otras cosas.
No es discutible el efecto que los sistemas de programación y gestión de las actividades tienen sobre la mejora de la productividad. Y nuestra cultura laboral está especialmente necesitada de estas herramientas. Sin embargo la herramienta debe estar al servicio de la persona y no al revés.
Tengo la sensación que mi excesivo énfasis esta mañana en los sistemas de gestión no ha sido equilibrado. El considerar las características de la audiencia me sugiere la conveniencia de la aclaración siguiente.
Las herramientas de planificación de las tareas y establecimiento de prioridades son especialmente útiles en trabajos bien definidos y claramente estructurados, lo cual es cada vez menos frecuente de encontrar. Es verdad que muchas de las tareas de la empresa son todavía así, y quienes las realizan se beneficiarán sensiblemente del uso de dichos sistemas. Pero las tareas propias de los profesionales y empresarios tienen una naturaleza mucho más ambigua, fragmentada e imprevista, lo que reclama una mayor flexibilidad y períodos de tiempo de libre disposición.
La afirmación anterior no debe ser una excusa. Estamos obligados a mejorar nuestra programación para aumentar la eficacia y la productividad. Eso exige ser riguroso en el momento de decir basta a la jornada laboral, en el compromiso con las horas dedicadas a la actualización de las propias competencias, y en el desarrollo personal y profesional de nuestros colaboradores.
Para el resto de tareas, la flexibilidad es exigida por la naturaleza de las cosas.