15 minutos, una bolsa y una caja

La foto no es mía, pero mi escritorio necesita ser ordenado tanto como éste. Seguramente a algunos de vosotros no les haga falta, pero para los que estéis como yo, esta nota que escribo para mi mismo (como todas) quizás pueda serte de ayuda también.

Reconozcamos que ya vamos tarde y pongámonos a hacer lo que largo tiempo demoramos dado que teníamos otros asuntos prioritarios. Hoy, éste ha pasado a serlo. Como no es fácil abandonar ciertos vicios, someterse a unas nuevas rutinas y ponerse unas metas pequeñas y asequibles es un buen modo de comenzar:

  • Haz público tu propósito. Superemos la vergüenza y la humillación y asumamos el compromiso ante terceros. Dolerá más no cumplirlo que la propia tarea de ordenar.
  • Céntrate en un ámbito limitado. No sirve definir el objetivo como arreglar el despacho, o el armario o el garaje. Demasiado inabordables. Optar más bien por un cajón, un estante, o una pila de papeles.
  • Cierra un periodo de tiempo para hacerlo. Empieza por 15 minutos. Ciertamente es insuficiente para completar todo el trabajo que tenemos por delante, pero es un objetivo asequible y capaz de levantar la autoestima. Y mantén el compromiso de hacerlo a la misma hora cada día. Más tarde o más adelante, puedes repetir estos tramos de tiempo más veces o ampliarlos, pero lo principal es la constancia, más que la intensidad.
  • Libera por completo el espacio. Saca todo lo que estorba y ponlo a un lado. Limpia el lugar, y empieza a decidir qué haces con cada una de las cosas que lo ocupaban.
  • Decide con rapidez. Cada uno de los elementos se ha de someter a la misma decisión que no admite muchas alternativas:
    • Tíralo:  Para eso tienes la bolsa de basura. Actúa sin compasión. Ya sabes el tiempo que lo has tenido sin usarlo y por tanto renuncia ya definitivamente.
    • Regálalo: Si crees que puede ser de utilidad para alguien déjalo en la caja para entregárselo más tarde
    • Déjalo en su sitio: quizás se trata de algo que debe ser conservado pero que no tuvo la ocasión de ir a parar al lugar adecuado. Ahora toca hacerlo. Pero si dudas, tíralo.
    • Y si no puedes… Busca entonces otra caja donde encerrarlo, con su etiqueta y lo llevas lejos, a un trastero, fuera de tu vista. En seis meses, como no te habrá servido para nada, ya podrás tirarlo con tranquilidad.
  • Celébralo. Ya he comentado otras veces la importancia de felicitarse por los logros, aunque sean pequeños. Tu decides el premio, pero que sea proporcionado, caramba…

 

Probablemente el origen del desorden es no disponer de un sistema de clasificación apropiado, lo cual deberá ser objeto de una nota en otra ocasión.

¿Nos ponemos a ello? Yo ahora mismo…