Hazte prescindible

En un artículo reciente del Miami Herald, un conocido empresario local defiende el ejercicio de un comportamiento directivo que te lleve a hacerte prescindible en tu empresa. Creo haber tratado esta idea en una ocasión anterior pero conviene revisitar este concepto.

En los momentos actuales de inseguridad e incertidumbre, algunos pensarán que hacerse prescindible es una locura. Sin embargo debiera proponerse como la actitud más sensata y propia de los buenos directivos, de aquellos que se mueven por unos valores superiores.

La alternativa sería la del directivo que sólo busca sacar lo más posible de la empresa para su propio beneficio. Su trabajo parece orientarse a intervenir en el mayor número de temas posibles para asegurar que nada ocurre sin su conocimiento y aprobación.

Por el contrario, el directivo eficaz que se mueve por valores, los incorpora a la visión de la empresa, los hace presentes en todos sus procesos operativos y se asegura de que, por su capacidad de liderazgo, la empresa es capaz de llevar a término su misión.

No se preocupa tanto de desarrollar su propia carrera como de consolidar su organización. Su éxito está en que la empresa le transcienda más allá del ejercicio de su actividad directiva. Para lograrlo, el buen directivo desarrolla personas y construye equipos capaces de funcionar sin necesidad de su supervisión. Y ese es el resultado: se ha hecho prescindible.

De ahí la paradoja: Cuanto más prescindible te hagas, más imprescindible te considerarán.

 

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