Lo más valioso de tu vida

Estoy leyendo el libro de Christensen, Allworth y Dillon “How will you measure your life”. Su origen está en el impactante discurso de Christensen en la graduación de los alumnos de la Escuela de Negocios de Harvard de 2010. El conferenciante, persona religiosa y que acababa de superar un cáncer, comparte con ellos las líneas maestras que a él le han ayudado a encontrar sentido a su vida.

Creo que debes leerlo, pero mientras te llega te avanzo algo de lo que podrás encontrar en él.

  • Pon un fin en tu vida.
    Tener un propósito claro para tu vida es esencial. Si no se tiene, la vida se queda vacía de contenido. Lograr esa meta ha de estar en el centro de tus decisiones acerca del modo en que ocupas tu tiempo, usas tus talentos y gastas tus energías. Sin embargo, ese propósito no se suele tener claro si no dedicas un tiempo largo e intenso a reflexionar sobre él. Dominar la propia profesión es importante, pero no deja de ser más que una herramienta para lograr tu propósito.
  • Distribuye con inteligencia tus recursos.
    La estrategia que orienta el desarrollo de tu vida viene determinada por tus decisiones sobre el modo en que asignas tu tiempo, tus esfuerzos y tus conocimientos. Quienes persiguen la excelencia en la carrera profesional con frecuencia sacrifican la dedicación a su familia, pese a que en ella es donde encontrarían la fuente más segura de la felicidad.
  • Crea tu propia cultura.
    Ella orienta el modo en que se abordan los problemas y se establecen las prioridades. La cultura, en la empresa y en la familia, puede construirse de manera consciente o bien evolucionar de manera inadvertida. No compensa dejarlo al azar. Cómo sea el desarrollo de los hijos, igual que el de los empleados, depende de las reglas que formen esa cultura; y la autoestima se asienta en el aprendizaje de lo que cuesta hacer las cosas y hacerlas bien.
  • Evita el error del coste marginal.
    Se entiende aquí por coste marginal el de hacer algo mal sólo por una vez. ¡Total no es para tanto…! Es la justificación para la infidelidad o ser deshonesto que encuentra alguien que habitualmente no lo es y que parece tener claro cuál es su deber. Mantenerse fiel siempre a los principios compensa mucho más que hacerlo siempre excepto en una ocasión. Quien comete el error de no hacerlo acaba lamentándolo profundamente. Por eso es sensato trazar la línea correspondiente y renunciar a atravesarla.
  • Recuerda la importancia de la humildad.
    No se define como una actitud regida por la propia modestia sino por la estima que se tiene por lo que hacen los demás. De este tipo de humildad, de ese respeto por los otros, fluye de manera natural el buen comportamiento. Si piensas que sólo los más inteligentes pueden enseñarte algo, entonces no aprenderás casi nada. Mientras que si piensas que de todos puedes aprender algo, tus posibilidades de aprendizaje serán ilimitadas. El comportamiento abusivo y arrogante es síntoma de falta de auto estima, pues sólo menospreciando a otros pueden sentirse mejores. La humildad, por el contrario, lleva a ayudar a que los demás se sientan bien con ellos mismos, para acabar sintiéndose bien con uno mismo.
  • Elige bien la vara de medir.
    Seremos juzgados según la medida que nosotros mismos elijamos. Compensa buscar por tanto una medida valiosa para evaluar nuestra vida. Sería insensato elegir el dinero acumulado o el prestigio alcanzado. Es preferible fijarse en las personas en cuya vida sea visible nuestra huella, en el número de los que has ayudado a ser mejores. Elige bien y resuelve atenerte a ello hasta el final para que te juzguen apto.

 

En definitiva, nada que no sepas, aunque siempre debamos repensarlo.