Revisitando los Valores

Hace tiempo escribí una nota específica sobre la definición de los valores de la empresa. Después de algunas lecturas recientes me parece bueno retomarla y completar hoy algunos aspectos.
Los valores son un elemento central de la empresa para poner de manifiesto su identidad y generar el compromiso de su personal. De manera explícita o implícita, toda empresa los tiene y no pueden ocultarse. Se manifiestan en la manera de tomar decisiones, en el modo en que se trata a empleados y clientes, en el modo de reaccionar ante las dificultades. El proceso para establecer cuáles son esos valores, difundirlos a la organización y que sean vividos no es sencillo. 

Establecimiento de los valores

La clave para definir esa lista de valores comienza por descartar ideas preconcebidas sobre los que deberían ser y reconocer las características más valiosas y propias de tu empresa. Esto incluye pensar en las personas e identificar a quienes mejor encarnan lo que la empresa representa.

El equipo directivo debe dedicar tiempo a reflexionar y recopilar esos atributos inspiradores que pueden circular entre el personal e incluso ser reconocidos por los clientes, a quienes también se les ha de preguntar.

Una vez obtenida esa lista, se trata de seleccionar los principios más esenciales. Su número puede variar pero cuantos menos mejor. No deberían ser más de seis o siete. No es una lista de los valores que deberían ser y que infunda respeto. Sino una relación de los que son en la actualidad, aunque aún no se hayan desarrollado plenamente.

Por ejemplo, así los enumeraba una determinada organización:

  1. Actúa como piensas – predica con el ejemplo
  2. Busca la simplicidad – la sencillez por encima de la complejidad
  3. Genera confianza – Gánatela
  4. Progresa – No importa cometer errores
  5. Lidera – enseña y aprende
  6. Crea – genera valor
  7. Ofrécete – unidad entre todos

 

Se trata de vivir estos valores en las interrelaciones con todos los demás. Son los principios que inspiran la toma de decisiones y que acaban formando parte de la identidad de marca que se comunica.

 

Inculcarlos en la organización

Sirva este ejemplo para ilustrar cómo no hacerlo. Un servicio profesional de recepción de llamadas, había establecido la siguiente lista de valores:

  • Los empleados son el activo principal
  • Piensa como un cliente
  • Sé honesto
  • Importan los pequeños detalles
  • Se rápido, pero no corras
  • Ayuda a tus compañeros
  • Diviértete

 

El fundador de esa empresa admitió que había que encontrar la manera de hacerlos realidad o quedarían en sólo palabras. Periódicamente los directivos visitaban las dieciocho sedes de la empresa para reunirse con el personal que trabajaba en ellas y el fundador ofrecía 20€ al primer empleado que fuera capaza de enumerarlos de memoria. Sólo en la última sede que visitaron un joven empleado fue capaz de recitar la lista. El fundador, emocionado, sacó del bolsillo un billete de 100€ y se lo dio como recompensa. Se corrió la voz y ahora todos los empleados se saben de memoria esa lista de valores.

No se trata de pagar a la gente para que los aprendan de memoria, sino de asegurar que son compartidos por todos y que son la base habitual que orienta la toma de decisiones.

 

Vivirlos

Lo que afirmas es creíble si tus acciones lo demuestra. Los valores no adquieren vida hasta que no forman parte de todos los actos de la vida diaria de la empresa y son compartidos por los empleados y en la relación con los clientes. El compromiso por llevarlos a la práctica puede resultar costoso en el corto plazo para acaba recompensando.

 

¿Tienes claros cuáles son estos principios en tu empresa? ¿Nos los cuentas?